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-¿Cuanto mas seguirás así?.- el enojo notable en su voz, hizo que Yuji se cubriera mas con la sabana. Ryomen lo destapo, tomando el cuello de su remera, para que lo mirara. -Mira infeliz, no quieres decirme que mierda te sucede, esta bien, no me importa. Pero no estarás de holgazán, sera mejor que te limpies la maldita cara para ir a la escuela.- Yuji, trago saliva, asintiendo levemente. El otro lo soltó de golpe y salio de la habitación, perdiéndose de vista, en cuanto bajo por las escaleras. 

Se limpio el rastro de lagrimas y suspiro, mirando el techo. No tenia ánimos de salir, quería quedarse en su cama por el resto de la semana, aunque para ser mas exactos, no quería ir a la escuela. Aun podía recordar la mirada seria de su profesor luego de eso, diciéndole con firmeza que subiera al auto y que lo llevaría a casa.

Lo sabia, sabia que había estado mal en actuar de esa manera pero...

Dio la vuelta en la cama y grito contra la almohada, ni siquiera sabia como sentirse pero deprimirse no arreglaría nada. Busco su uniforme, camino al baño, prendiendo la luz y cuando miro su rostro, la tristeza la invadió de nuevo. Creo que es inevitable

-Patético.- su hermano tenia razón cuando le decía eso una y otra vez. Busco su camisa y la chaqueta negra, cuando estuvo medianamente presentable, bajo al comedor. 

-Veo que por fin decides levantarse, no le copies las actitudes al vago de tu hermano.- su abuelo, estaba sentado junto a Ryomen, quien comía claramente enojado. 

-Abuelo ¿Que haces aquí? deberías estar en la cama.- estaba sorprendido de que su abuelo estuviera allí, había estado en cama todos esos días. 

-Tch... tu no vendrás a decirme que tengo que hacer, ademas hoy me siento muy bien.- Yuji se acerco y se sentó a su lado. -Tengo que hablar contigo, no creas que no me he dado cuenta que estuviste en la cama todo este fin de semana ¿Que pasa?.- la pregunta de su abuelo, lo tomo desprevenido, mirando de un lado a otro, buscando una excusa. 

-No, no es nada de que tengas que preocuparte.- termino por decir. 

-¿Que hiciste, Ryomen?.- el mayor volteo a ver a su otro nieto, quien casi se atraganta con el jugo. 

-¡¿Ah?! ¡¿Porque me estas culpando?! Yo no le he hecho nada.- le dio un ultimo mordisco a su sándwich, tomo su bolso y su celular. -Adiós, llegare tarde.- dejo una nota adhesiva en la puerta del refrigerador y se fue. 

-Bueno, ahora que el delincuente se ha ido, puedes decirme lo que sucede Yuji.- volvió su mirada al chico, quien sonrió con tristeza. 

-Es solo que lo arruine una buena relación.- 

Nobara, golpeaba el suelo, con el pie, enojada. Estaba parada en la puerta de la escuela, esperando a que Yuji apareciera. Sus labios apretados en una fina linea, cruzada de brazos, emitía un aura oscura, los chicos que entraban al establecimiento, se alejaban temerosos. En su cabeza, preparaba todo lo que le diría a su compañero, quien la había estado ignorando el fin de semana. Cuando vio esa familia cabellera rosada, poso ambos brazos en sus caderas, estaba por comenzar su discurso, cuando se fijo bien en las facciones del chico, tenia los ojos hinchados y esa sonrisa era tan falsa como el color de su cabello. 

-Oh, Kugisaki, creí que estarías dentro.-

-Estaba esperando que llegaras.- dijo resignada, paso la mirada de arriba abajo, controlando que nada mas estuviera fuera de lugar. 

-¿Sucede algo?.- pregunto confundido. 

-Me gustaría preguntarte lo mismo.- la chica lo miro seriamente, mientras tomaba su brazo y caminaban a un costado de la escuela. -¿Que sucedió el fin de semana?.- cuestiono finalmente, escondiéndose de las personas que pasaban. 

OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora