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Megumi, pego a Ryomen contra la puerta de su habitación, cerrándola en el proceso, llevo su mano al picaporte, colocando el seguro. Se quito la polera azul que llevaba, volviendo a juntar sus labios, paso sus manos por debajo de la camisa del pelirosa, que termino por quitar del camino. Vio, entonces, unas marcas negras que comenzaban en sus hombros y parecían ir a su espalda, escucho una risa fina venir del chico. Lo volteo, pegando su pecho contra la espalda tatuada, aprecio esas gruesas lineas negras que bajaban hasta casi llegar a su cintura. 

-Así que un tatuaje.- susurro contra su oído, dirigiendo su mano a la notable erección del chico, acariciando, escuchando como pequeños suspiros y risas salían de el. -Eres todo un chico malo.-

-Tengo otro, ¿Por que no me dejas mostrarte?.- poso su mano sobre la del pelinegro, guiándola por debajo de su pantalón, tocando directamente su pene. Megumi, le mordió el cuello y con su mano libre, termino por desnudar al chico, viendo otras lineas negras que contorneaban sus muslos. -La historia la dejare para mas tarde.- 

Se dio la vuelta, tomando al pelinegro de las caderas, arrodillándose frente a el. Bajo sus pantalones junto a su ropa interior, liberando su falo. Lo tomo con la mano, subiendo y bajando, acercando su lengua a el, chupándolo como si de un dulce se tratara. Megumi sentía temblar ligeramente sus piernas, viendo cada movimiento que hacia el pelirosa, su lengua pasando por toda su longitud. Vio como Ryomen se lo llevo completo a la boca, agarro los cabellos rosados con su mano.

-Parece que tienes mucha experiencia.- el otro no le contesto, siguió con su labor, succionando con esmero. -Mierda.- no había estado con alguien de esta forma y nunca pensó que se sentiría tan bien. Noto como esos ojos avellanas lagrimeaban por el trabajo que realizaba, sus piernas temblaron, tratando de permanecer de pie, inconscientemente hizo mas fuerte el agarre en el cabello rosa, haciendo soltar un quejido al dueño. -Hey.- apretó la mandíbula, tratando de que ningún sonido extraño saliera de su boca. Quiso correr la cabeza del chico para separarlo, sabiendo que estaba por correrse, pero este lo sujeto de los muslos con fuerza, impidiéndole así moverlo. -Carajo.- rendido por la actitud terca de Itadori, se dejo llevar, terminando asi en la boca ajena. 

Ryomen, se alejo, mostrando un hilo de saliva colgando de su boca, cayendo por su mentón. Se puso de pie, pegando su cuerpo al otro, suspirando en su oído. Guió al chico hasta la cama, dejándolo sentado en ella. 

-Bien, ahora, creo que lo deje por aquí.- busco algo por debajo de la mesa de luz, sacando un pequeño envase de algo. -Siempre debes estar preparado.- 

-¿Que mierda es eso y porque esta debajo de mi mesa?.- 

-Lo deje aquí la ultima vez que vine, sabia que nunca comprarías uno.- saco la tapa del recipiente, vertiendo un liquido espeso en su mano. -Solo relájate.- lo acostó por completo, acomodándose entre sus piernas, llevo su mano húmeda, por el liquido, a su ano. 

Megumi, estaba incomodo, el liquido contra su piel, le erizaba la piel, por lo frió que era. Ryomen lo beso, tratando de que se relajara, introduciendo así, el primer dedo. La sensación era incomoda, vergonzosa y placentera, ni siquiera sabia como sentirse realmente, era su maldita primera vez. Trato dejarse llevar por el placer, los besos que el pelirosa dejaba en su cuello, mientras bajaba hasta su pecho, deteniéndose en sus pezones, que beso y chupó. Cuando sintió un segundo dedo entrar en el, no pudo evitar quejarse, apretó sus manos contra los hombros contrarios, buscando esa boca salvaje para devorarla nuevamente. Cuando, el tercer dedo entro, no lo sintió incomodo, termino por acostumbrarse a esa intromisión, deseando mas. Movió sus caderas torpemente, buscando satisfacer ese fuego, que crecía en su interior, pero los dedos que se movían dentro de el, ni siquiera los besos, eran ahora lo que buscaba. 

OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora