18

1.3K 238 19
                                    

El dolor es sus manos, había disminuido notablemente, pero le molestaba, sintiendo como si algo le faltara. Estaba acostado en el sofá, mirando un punto fijo en el techo, sus parpados se cerraban por segundo para luego abrirlos de golpe. No quería dormir, tenia miedo de hacerlo, miedo de soñar con la muerte de su abuelo y perder el control. Cada vez que pensaba en eso, su pecho se contraía y sus ojos comenzaban a lagrimar. Escucho golpes suaves a la puerta principal, limpio su cara con la manga de su campera, colocándose las zapatillas, se acerco con pasos lentos a la puerta. Bajo lo mas que pudo sus mangas, para que no se vieran las venda en sus manos, abrió la puerta, llevándose una sorpresa.

-Hola, Yuji.- frente a el estaba Satoru, mirándolo a través de esos oscuros lentes.

-¡¿Profesor?! ¿Que hace aquí?.- salio deprisa de la casa, cerrando la puerta tras de si. -¿Por que no estas en la escuela?.- el nerviosismo se apodero de su voz. 

-Vine a verte, estaba preocupado.-miro de arriba abajo, deteniendo la mirada en sus manos, volvió la vista a los ojos avellanas .-¿Como te sientes ?.- pregunto con una sonrisa.

-Yo... siento no haber ido es que no...- no tenia pensando una excusa para la falta de hoy. Recordó que hoy saldrían juntos de nuevo, haciendo que la culpa dentro de el, creciera. -Enserio lo siento, se que dije que saldríamos hoy y...- no pudo seguir, ya que Gojo puso la palma de su mano en su boca.

-Deja de disculparte, no tiene importancia, solo pase para ver como estabas, Ryomen me dijo que no te sentías bien.- Yuji lo miro asustado, como si nombrar a su hermano hubiera empeorado todo. -¿Acaso...- la puerta se abrió de improvisto. 

-¿Quien eres y que necesitas?.- Wasuke, estaba detrás de su nieto, de brazos cruzados, una aura amenazadora parecía emanar de el. 

-¡¿Abuelo?!.- se dio la vuelta, encontrándose con su familiar. -¿Que haces levantado? deberías estar en cama.- le toco los hombros, a lo que su abuelo, le golpeo la mano, haciendo que soltara un quejido. 

-Y tu deberías estar en la escuela.- Yuji se sostuvo las manos, contra su pecho, como si eso aliviara el dolor. -¿Y quien eres?.- pregunto de nuevo, mirando al mayor fijamente. 

-El es... amigo de Choso, vino aquí a vernos.- contesto. Sin saber si era buena idea mentir con eso. 

-No te recuerdo, pero si eres amigo de Kamo, debes ser un buen hombre.- puso ambas manos en su cadera, relajando levemente el ambiento, incomodo que se había formado. -Mandarle saludos a Choso, la próxima vez tiene que venir el, ahora me harías un favor, llevándote a este mocoso a pasear algún lado.- empujo a Yuji. 

-¿Eh?.- alcanzo a decir el peliblanco, que había estado callado toda la conversación.

-Pero tengo que quedarme a cuidarte.- replico el chico. 

-No cuidaras a nadie en tu estado, vete. No quiero que me estés molestando.- entro a la casa, cerrando la puerta con un golpe, se escucho el sonido de la llave girando. 

Yuji, quiso golpear la puerta, pero Gojo lo tomo del hombro, sonriendo. Lo guió al auto que estaba estacionado del otro lado de la calle. Entraron, en silencio, sin colocarse el cinturón ni encender el vehículo. 

-Lo siento, es muy terco.-miraba sus piernas, quiso tocarse las manos pero lo dejo en cuanto sintió un pinchazo en uno de sus dedos. -No tienes que llevarme a ningún lado, volveré y le explicare.- estaba por abrir la puerta, pero el otro lo detuvo. 

-No me molesta, pero asumo que si vuelves ahora, te correrá de casa.- rió. -Si no quieres ir algún lado, podemos simplemente quedarnos aquí.- paso su mano por el cabello rosado. -Quería verte.-

OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora