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Las luces rojas parpadeando, el frió del piso, el peso de aquel cuerpo en sus brazos. Era una situación irreal, escuchaba su nombre provenir de algún lado pero no tenia control de su cuerpo, su consciencia escapando, hasta que la oscuridad se hizo presente. 

La cabeza le dolía horrores, el cuarto daba vueltas y era la quinta vez que se levantaba para vomitar. Mierda. Su hermano no había regresado, casi cayo por las escaleras para buscar la medicación de su abuelo, que gritaba enfadado por quedarse dormido. 

-Odio esto.- pasar la mayor parte del sábado en la cama no era su actividad favorita. 

Tomo una aspirina del frasco y subió a la habitacion. Su abuelo, estaba sentado en la cama, con la espalda apoyada en el respaldo. 

-Buenos días.- 

-Mocoso ¿Que tanto ruido haces tan temprano?.-

-Lo siento, tengo nauseas. Pero ahora aquí están las pastillas.- dejo la servilleta con las pastillas sobre la mesa de noche. -Iré a tomar una ducha pero, hoy me quedare en casa, así que no te libraras de mi.- se levanto del taburete, se quedo de brazos cruzados, esperando a que su abuelo terminara de tomar la medicación, mas de una vez encontraron pastillas escondidas debajo de la almohada. 

-¿Te quedaras aquí como idiota?.- bebió el vaso con agua de un sorbo, apoyándolo con fuera en la mesa. 

-Solo me quedo a vigilar que hayas tomado todo.- salio de la habitacion, entrando directo al baño. Aun podía escuchar las quejas y que el mismo bajaría para ver la televisión.  

Abrió la canilla, esperando que el agua se calentara. Se miro en el espejo, sus manos eran horribles con esas cicatrices blancas, había una donde se podía apreciar perfectamente una mordida. Se quito la ropa, entrando a la ducha, el agua tibia lo relajaba. 

-Casando.- Es así como se había sentido durante mucho tiempo. Quería volver a sentirse bien, disfrutar plenamente todo. 

Fushiguro, se prometió no beber en lo que le restaba de vida, salio cerrando la puerta de su habitación. Escucho ruidos provenir de la cocina, si no hubiera estado sediento tal vez hubiera vuelto a su cuarto, donde Ryomen seguía durmiendo. 

-Bueno días.- su padre sostenía una taza de café, apoyado en el marco de la puerta de la cocina. -¿Te divertiste ayer?.- pregunto con una sonrisa fanfarrona, lo odiaba cuando se ponía de ese modo.

-Me duele la cabeza.- paso a su lado, abriendo la heladera, buscando su botella. 

-¿Usaron condón?.- casi se ahogo con el agua por la pregunta, su padre en la misma posición, mientras bebía café tranquilamente .-¿Creíste que con el ruido que hiciste al llegar, no me despertaría?. No seré como Gojo pero escucho lo que pasa a mi alrededor y mas si escucho gemidos provenir de la habitación de mi hijo.- su cara ardió, tomando una tonalidad rojiza. Mierda .-Pero bueno Y ¿Lo usaste?.- ni siquiera lo recordaba, pero tampoco recordaba haber comprado algo parecido. Se golpeo mentalmente, como si de pronto su cerebro hubiera despertado. -JODER, pensé que eras un chico inteligente ¿Que harás si contraen alguna enfermedad? ¿Crees que el condón es solo para evitar embarazos?.- no podía decir nada, por que aunque odiara que su padre lo regañara, tenia la maldita razón. Puto irresponsable 

-Basta, por favor, necesito algo para el dolor de cabeza, ya luego iré hacerme los estudios solo para que cierres la puta boca.- 

-¿Estudios?.- Lo que faltaba. Ryomen apareció por el pasillo, el cabello despeinado, los ojos entreabiertos.  

-Así que es este con el que estabas cogi...- golpeo a su padre en el estomago, derramando un poco de café en el suelo. -

-Te dije que te callarás.- tomo la mano de Ryomen, dirigiéndose al cuarto. Cerro con fuerza la puerta, apoyando sus manos en ella. -Oye idiota.- se dio la vuelta, quedando cara a cara. -En ninguna de las dos veces usamos condón.- Ryomen, por fin pareció espabilar. 

OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora