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-Ese chico es un problema... no se porque no puedes entenderlo. 

-Yuji no ha hecho nada malo...

-Siempre estas defendiéndolo... Tu no viste la mirada aterrada de esa mujer cuando me dijo que él mordió a su hijo. 

No tenia muchos recuerdos de ese día, solo pequeños pedazos distorsionados; mientras estaba escondido en el armario de la habitación. 

No había querido dañar a ese niño pero, estaba harto de escuchar las burlas hacia su hermano, hacia el y sus padres. 

Pero si no lo hubiera echo, tal vez ahora sus padres seguirían vivos. 

Despertó de golpe, sintiéndose asfixiado, miro de un lado a otro; su visión borrosa con pequeños destellos blancos a su alrededor. El pitido en su oído sonaba fuerte, que no lograba concentrarse. 

-Yuji.- lo escuchaba, reconocía esa voz. Una mano se poso sobre su hombro y aunque era borroso, pudo distinguir a Satoru. -Respira, estamos en el hospital.- Y trataba de hacerlo pero con cada inhalación sentía quemarse. 

-Sa...-su voz se corto, comenzando a toser sin control. Duele. 

Satoru, se hizo a un lado cuando los enfermeros entrar para atender al chico, una joven le pidió que saliera para no estorbar. Se sentó en una de las sillas del pasillo, sacándose los lentes; frotándose una y otra vez sus ojos. Una situación de mierda, ya habían pasado tres días desde aquello y aun podía sentir su garganta irritada por sus gritos, mientras los paramédicos lo apartaban para subir al chico a la ambulancia. Apretó las manos con fuerza, sintiendo la impotencia crecer en su pecho.

-Señor Gojo.- la voz de una mujer lo saco de sus pensamientos, era la doctora a cargo de Itadori. -El se encuentra bien ahora, tuvo una pequeña crisis de ansiedad. Sus cuerdas vocales están dañadas y tal vez se le dificulte hablar por los próximos días. - Leyó algo en la carpeta verde que llevaba. -Lo sedamos y despertara en unas horas.- saco una hoja y lapicera, tendiéndosela. -Necesito que firme esto.

-¿Perderá la voz?.- pregunto, entregando las cosas luego de firmar. 

-No lo creo, haremos los estudios correspondientes para no saltarnos nada.- Puso la carpeta debajo de su brazo. -Una cosa mas, le recomiendo hablar con el departamento de psiquiatría, ese niño necesita ayuda, mas de la que usted puede darle.- dicho eso, se volteo y siguió su camino. 

Claro que lo sé. Entro a la habitación, mirando detenidamente a su alumno. La bolsa de suero colgando del tripie, y unas horribles vendas ocultando las marcas en su cuello. Desvió la mirada, llevando su propia mano a su cuello; por momentos podía sentir las manos de Suguru en el. Una experiencia que nadie debería vivir y mucho menos alguien como Yuji, lo peor de todo, que esas manos eran las de su hermano gemelo. Tomo la pequeña mano entre las suyas, apoyando su frente en ella. 

-No voy a dejarte solo.-

Yuji, no tuvo sueños esta vez; cuando despertó solo tenia en mente una imagen negra. Miro a su alrededor, sintiendo pequeñas puntadas en sus ojos al hacerlo, no dolían como antes pero le molestaba. Lo poco que pudo moverse pudo ver a Satoru dormir sobre su mano, la cual estaba cálida. Quiso hablar pero se detuvo, pensando en que no lograría hacerlo, así que solo movió un poco la mano; ganándose pequeños gruñidos. 

-No.- se aferro a su mano aun dormido, acurrucándose mas. 

Es como un niño. Decidió sacar la mano bruscamente, sobresaltando al albino en el proceso. Levanto la cabeza, con sus cabellos blancos desordenados, los ojos entrecerrados. Lo miro como analizándolo y luego abrió por completo los ojos. 

OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora