2. Sombras

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¡Rayos! Ya era un poco tarde, estaba apurada porque Charlie no tardaba en llegar del trabajo y yo no estaría en casa. Había perdido a la casa de los Weber de vista, eso significa que ya estoy llegando a la mía.

Escuché pasos detrás, pero no me preocupé, todavía había varias personas que transitaban la calle así que solo debía ser casualidad y era muy poco probable que fuera Victoria ya que estaba segura que de inmediato me hubiera saltado a la garganta por el corte que me había hecho tontamente en la tarde al rascarme el cuello con cuchillo en mano mientras picaba trozos de tomate. Los pasos se escuchaban más y más y yo me puse nerviosa.

La manada te protege, la manada te protege, la manada te protege repetí en mi mente para calmarme. No podía, ni siquiera me hacía la idea de que mis amigos eran lobos y ya quería pensar que me protegen. Que idea más tonta.

De repente, un humo salió de la nada y durmió a la calle entera, los postes de luz se apagaron, volteé y las tres sombras que se mantuvieron de pie comenzaron a acercarse a mi.

Estaba aterrada, mi corazón latía con fuerza y empecé a hiperventilar, comencé a correr lo más rápido que pude cuando una especie de lazo fucsia se extendió a mi pie, lo rodeó y lo sujetó con fuerza tumbándome. Solté un gemido de dolor cuando me raspé el brazo con el borde de la pista.

-Creo que te excediste Dayana -habló un chico- nos dijo que no la dañáramos.

¿Nos dijo? ¿Jacob no iba a patrullar hoy acaso? ¿Es posible que Victoria haya derribado a los lobos? ¿A... Jake? Mis ojos se llenaron de lágrimas al pensar en la imagen del cuerpo de mi mejor amigo inerte en el suelo.

-Lo hice lo más delicado posible, cuando Bella sea una de nosotros nos entenderá-esta vez era una chica.

Temblé de miedo, ¿cómo sabían mi nombre? ¿son de aquí? ¿le harán daño a Charlie? ¿qué son ellos? ¿en qué quieren convertirme? No aguanté más y solté un sollozo bajo, por mi maldita culpa todos saldrían afectados.

-Ya cállense, los chuchos no demoran en despertar y la chica está a un paso de un ataque de pánico. Traigan la camioneta de una vez -dijo otra chica con una voz autoritaria pero, a la vez, suave.

 Pisaron un charco de agua y se alejaron. Por mi parte, estaba temblando y con el corazón latiendo a más no poder, tumbada en el suelo.

-Bella, lo siento, quisimos convencerlo que no era necesario que te nos unieras pero nos fue imposible -murmuró la chica acariciándome el pelo, no se le veía el rostro porque todo estaba oscuro- Soy Laura, pero dime Lau, te prometo que te protegeré, bueno, te protegeremos.

-¿Quiénes los mandó? - pregunté tartamudeando y con la voz ronca, soné más valiente de lo que en realidad me sentía.

- Robert. Solo te digo que sabemos todo de ti, ya matamos a Victoria porque, sinceramente, ya nos estorbaba. A los lobos de La Reserva no les hicimos nada, Dayana solo los durmió ¿ok?

Asentí. La cuerda fucsia desapareció al mismo tiempo que una camioneta negra, como la de las películas de acción cuando van a secuestrar a alguien, se estacionó a nuestro lado.

-¿La duermo? -preguntó la chica, Dayana

Laura asintió y un humo me envolvió.



Desperté en la total oscuridad y con dolor de cuerpo. Me quise parar de la silla pero no pude, tenía cuerdas en los brazos, piernas y en la boca. Era extraño, ¿por qué no me mataron ya? ¿no me querían convertir en vampiro y llevarme con mi familia para que, en un ataque de sed, los mate a todos?

La oscuridad y estar atada a una silla en un lugar desconocido no ayudaba a controlar mi pánico. Quise empujar la silla pero estaba bien sujeta al suelo. Unos pasos y algunos murmullos detuvieron mis débiles intentos de escapar. La puerta se abrió y las luces se encendieron.

Experimento 1 y 2 (Crepúsculo) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora