Capítulo 15

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Narra Najwa

Terminé la conversación y me levanté de la cama para ir a ver a Maggie. Sólo llevaba puesta una camiseta ancha para dormir y así me fui, no tenía ganas de vestirme y, además, su habitación estaba justo al lado de la mía, nos habían alojado a todas en la misma planta. Me aseguré de llevar mi móvil y llave de mi habitación y llamé a la puerta.

— Pasa —la rubia sonriente me abrió en un instante y me hizo entrar cogiendo mi mano y tirando de ella, cerrando la puerta detrás de mi— ¿Qué tal?

— Ahora mucho mejor —puse mis manos en ambos lados de su cara y le di varios besitos cortos en los labios— Llevo todo el día deseando besarte.

— Yo también —rodeó mi cuello con sus brazos— Llevar esto a escondidas no se me está haciendo fácil.

— Pero ahora podemos hacer lo que queramos, toda la noche —Maggie volvió a besarme y fuimos caminando hacia la cama—.

— Quiero que me folles —me susurró al oído y lamió sensualmente mi oreja, todos mis vellos se pusieron de punta ante aquel estímulo— Ayer me dejaste a medias.

— No se me ocurre nada mejor —llegamos al borde de la cama e hice que Maggie se sentase para acomodarme yo encima de sus piernas—.

Estuvimos un buen rato besándonos, separándonos cada cierto tiempo para tomar aire. Metí las manos por debajo de su camiseta y la acaricié hasta llegar a sus pechos, notando que sus pezones estaban totalmente erectos. Eso sumado a los jadeos de la rubia y sus manos apretando mi trasero resultaba muy placentero, pero necesitaba más, y sabía que ella también. Separamos nuestros labios y sujeté el borde de la camiseta de Maggie para quitársela. Ya estábamos tumbadas en la cama cuando la terminé de desnudar, y me levanté un segundo para desnudarme yo ante su atenta mirada.

— Me encantas —confesó la rubia mirándome de arriba abajo con deseo—.

— Y tú a mí —aprecié su cuerpo antes de volver a acostarme encima de ella, esta vez disfrutando de la fricción de nuestra piel sin ropa de por medio— Eres perfecta.

Nuevamente nos fundimos en un beso apasionado con el que nuestras lenguas danzaban sin control, hasta que fui bajando por su cuello con besos húmedos, mordí suavemente su clavícula y llegué a sus pechos. Me metí su pezón derecho en la boca, lo chupé y lamí en círculos notando cómo se endurecía aún más, al mismo tiempo masajeaba el otro con mi mano, provocando pequeños gemidos por parte de la rubia. Estaba deleitándome con sus tetas cuando Maggie abrió las piernas y empujó mi cabeza hacia abajo.

Estaba deseando probarla, así que, para no hacerla esperar más, fui bajando a besos por su vientre. Llegué a su entrepierna y dejé un pequeño beso al comienzo de sus pliegues pero, antes de seguir, me entretuve provocándola un poco lamiendo y acariciando suavemente sus muslos y su ingle. A los pocos minutos sentí como se desesperaba.

— Hazlo ya, Najwa —dijo entre jadeos moviendo sus caderas, mientras sus manos apretaban las sábanas—.

Ante su impaciencia, llevé mis dedos a su centro para separar sus pliegues y acto seguido pasé mi lengua de abajo a arriba atrapando todos sus fluidos, dado que ya estaba muy lubricada. Volví a hacer lo mismo una y otra vez hasta que la rubia comenzó a gemir más fuerte y empujó mi cabeza contra su entrepierna pidiéndome más, así que me centré en su clítoris, lamiéndolo en círculos y posteriormente chupándolo con fuerza, consiguiendo arrancar varios gritos de la mujer. Levanté mi mirada un momento y me excité aún más cuando vi que me estaba mirando fijamente con sus bonitos ojos verdes y su boca entreabierta la cual dejaba escapar aquellos sonidos que me encantaban y sentía que ya no podría vivir sin ellos. Probé cada rincón de su intimidad, amé su sabor y estaba disfrutando de hacerla sentir así. La penetré con mi lengua todo lo que pude, moviéndola en su interior, de esta manera mi nariz presionaba su clítoris. Continué así un buen rato, hasta que sentí como se contraía, estaba muy cerca. Saqué mi lengua y metí tres de mis dedos para penetrarla tan rápido como pude, al mismo tiempo que succionaba su clítoris. Ahí fue cuando no pudo más y por fin explotó en un gran orgasmo. Subí a su altura y me tumbé junto a ella mientras que trataba de regular su respiración y controlar los espasmos que aún salían de su cuerpo.

— ¿Bien? —pregunté luego de unos segundos al ver que aún tenía los ojos cerrados—.

— Sí...muy bien —giró la cara para mirarme y sin perder un segundo más se subió encima mía— Ahora te toca a ti.

Narra Maggie

Najwa acababa de regalarme uno de los mejores orgasmos que había experimentado hasta el momento, compensándome así por el día de ayer en el que habíamos sido interrumpidas. Pero ahora era mi turno. Fui directamente a sus pechos alternando besos y lamidas en ambos, notando como sus pezones se ponían duros. A su vez, deslicé mi mano por su vientre provocándole un pequeño escalofrío, hasta llegar a su intimidad. Pasé mis dedos por sus pliegues notando lo mojada que estaba, y me dirigí a su entrada, la cual pude penetrar fácilmente gracias a su humedad. Inicié un ritmo de entrada y salida con mis dedos, curvándolos para tocar su punto g. Separé mi boca, que aún seguía en sus pechos, y la miré. Tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta dejando escapar sonoros gemidos.

— Mírame —hizo caso a mi petición casi inmediatamente, dejándome disfrutar de su mirada de ojos marrones con las pupilas dilatadas por el placer—.

Le dediqué una tierna sonrisa, y continué con mis besos hasta llegar a su centro. Alcé mi mirada para asegurarme de que sus ojos estuviesen fijos en mí, y así era. Sin dilatar más el momento, llevé mi boca a su clítoris, que ya estaba muy hinchado, y lo chupé al mismo tiempo que hacía círculos con mi lengua a su alrededor, y mis dedos no dejaban de penetrarla.

— Ahhh ahh, así...sigue —ya no eran gemidos, sino gritos que retumbaban en la habitación—.

Seguía con el vaivén de las penetraciones y al notar cómo se empezaban a contraer sus paredes vaginales, aumenté un poco el ritmo sin dejar de succionar su clítoris. Mis movimientos se prolongaron durante un tiempo hasta que Najwa no pudo más y finalmente llegó al límite. Gran cantidad de fluidos salieron de su vagina y limpié todo con mi lengua, mientras sentía los pequeños espasmos del cuerpo de la morena fruto del placer. Cuando acabé nos fundimos en un beso con el que le permití saborearse a sí misma.

— Joder, rubia —esas fueron las palabras que pudo articular cuando consiguió recuperarse un poco del orgasmo—.

Me tumbé a su lado. Ambas volteamos quedando frente a frente, con nuestros rostros muy cerca.

— Increíble —volvió a decir la morena—.

— Yo también lo he disfrutado muchísimo —la besé— Seguramente nos hayan escuchado en todo el hotel, no sé con qué cara vamos a mirar mañana a nuestras compañeras.

— Ya...qué vergüenza. Al menos Alba ya lo sabe pero aún así no me gusta la idea de que nos haya podido escuchar, ojalá esté dormida.

— ¿Cómo que ya lo sabe?

— Pues eso, dice que se dio cuenta de la atracción que había entre nosotras desde que nos conocimos, y en este tiempo se ha convertido casi en una hermana para mí, no pude ocultárselo. Pero confío en ella y sé que no va a contárselo a nadie.

— Bueno, a mi no me importa que lo sepa en realidad. Tú eres la que quiere mantener esto en secreto —Najwa no contestó, se puso algo seria y bajó su mirada— No te preocupes, yo te voy a esperar hasta que estés lista para dar el paso —me acerqué un poco más a su cuerpo y pasé mi brazo por su cintura para abrazarla—.

— Gracias —escondió su cara en el hueco de mi cuello, me rodeó por la cintura al igual que yo, y subió su pierna apoyándola sobre mí— ¿Dormimos?

— Sí —puse mi mano en su barbilla para levantar su cara y darle un pico— Buenas noches.

— Buenas noches, rubia.

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