Narra Najwa
El último día en este hotel que tantos buenos momentos me había dado desperté temprano, y estaba tan a gusto entre los brazos de la rubia que ni siquiera me molesté en abrir los ojos, permanecí quieta, disfrutando de su cercanía y el calor que me transmitía. Me volví a quedar dormida hasta que sentí a Maggie removerse entre mis brazos.
— Buenos días, rubia —me dediqué a observarla, incluso con cara de dormida y bostezando se veía adorable—.
— Buenos días —me besó tiernamente en el cuello, ya que ahí tenía su cabeza recostada— ¿Qué hora es?
— Ni idea —Maggie se separó un segundo de mí para coger su móvil—.
— Najwa, las 11:45, habíamos quedado con Alba a las 12.
— Mierda. ¿Cómo hemos dormido tanto? Si yo siempre me despierto pronto.
— Nos teníamos que recuperar de toda la energía que gastamos anoche.
— Será eso —ambas nos reímos—.
Sin perder más tiempo, salimos de la cama para vestirnos. Por suerte la noche anterior traje ropa a la habitación de Maggie y no tuve que ir a la mía a cambiarme. Nos pusimos los bikinis, yo opté por el negro y el de la rubia era rojo.
— Estás buenísima con ese bañador —la agarré de la cintura y la acerqué a mí para comerle la boca—.
— No me tientes, que sino no salimos de la habitación en todo el día —me dio un último beso antes de ponerse su vestido, ideal para ir a la playa—.
Una vez listas, bajamos a la recepción del hotel y, como era de esperar, Alba ya estaba allí.
— Hombre, ya era hora, llevo un rato esperando —dijo levantándose de uno de los sillones que había en el lugar— ¿Nos vamos?
— Espera, vamos a desayunar antes, me muero de hambre —contesté—.
— Yo también —añadió Maggie—.
— Venga, vale.
Fuimos al comedor, había buffet para desayunar. La rubia y yo pillamos un poco de todo y comimos lo más rápido posible para no hacer esperar más a Alba, ella ya había desayunado, así que se sentó en la mesa con nosotras mientras revisaba su móvil. Cuando por fin acabamos salimos del hotel en dirección a la playa. Puse el GPS en mi móvil para que nos enseñara el camino más corto, en unos 10 minutos caminando llegaríamos a nuestro destino. Pronto tuvimos el mar ante nuestros ojos y la brisa se hizo presente ondeando nuestros cabellos. Anduvimos por la arena hasta encontrar el sitio perfecto donde poner nuestras toallas. Tan pronto como llegamos nos pusimos protector solar.
— Tías, ponerme crema en la espalda —pidió Alba cuando terminó con el resto de su cuerpo—.
— Voy —fui hacia ella con el bote de crema en la mano y se la esparcí mientras ella sostenía su pelo a un lado— Listo. Maggie, ¿necesitas que te eche crema a ti también?
— Sí porfa —me agaché a su lado, que estaba sentada en la toalla, y extendí la crema por toda su espalda, dejando un beso en su nuca cuando acabé— Gracias.
— De nada. ¿Vamos al agua?
— Sí, vamos, que hace calor —contestó Alba—.
— Id vosotras, yo os alcanzo luego, me apetece tomar el sol un rato —dijo Maggie mientras se tumbaba en su toalla—.
Alba y yo corrimos hacia el agua, ya que la arena quemaba nuestros pies. Al rato se unió Maggie. Estuvimos nadando y salpicándonos agua, disfrutando como niñas. A la hora de comer fuimos al chiringuito y pedimos una paella. Después decidimos tumbarnos un rato a tomar el sol. Yo me quedé dormida, por suerte las chicas me despertaron antes de que consiguiera quemarme. Volvimos al agua y allí pasamos el resto del día, entre risas. A las 6 de la tarde nos encaminamos al hotel, con el tiempo justo para ducharnos y recoger nuestras cosas, a las 7 tendríamos un coche en la puerta para llevarnos de vuelta a Madrid. Ya en el hotel, Maggie y yo entramos juntas a su habitación. Ya la considerábamos como nuestra, la que me habían asignado a mí apenas la pisé.
— Lo he pasado muy bien estos días, no quiero irme —comentó Maggie mientras nos dirigíamos al baño—.
— Yo tampoco, me quedaría unos días más aquí solo contigo —la detuve abrazándola por la espalda y dejando un suave beso en su cuello— O unas semanas, meses... —provoqué la risa de la rubia, esa risa que cada vez me gustaba más—.
— A vivir ya que estamos, ¿no? —se giró entre mis brazos para así poder mirarnos a la cara—.
— Pues no es mala idea —bromeé—.
— Sería divertido —nos quedamos unos segundos en silencio y de repente acercó su dedo índice a mi para trazar mis mejillas y nariz— Te has quemado un poco.
— Lo sé.
— Estás preciosa así toda rojita.
— No más que tú —tomé su mano con la que me acariciaba para besarla y, a continuación, besar sus labios—.
Tras unos minutos de besos, por fin decidimos ducharnos antes de que se nos hiciese tarde. Nos quitamos los bikinis, entramos a la ducha y dejamos salir el agua caliente. Nos encontrábamos frente a frente observando cómo las gotas resbalaban por nuestros cuerpos. Cada día que pasaba la veía más hermosa. Decidí darle la vuelta y poner un poco de champú en mis manos para lavar su cabello rubio. Después, con una esponja, enjaboné todo su cuerpo con mucho cariño. Al acabar, sin necesidad de pedirlo, ella hizo lo mismo conmigo y me derretí con la suavidad con la que trataba mi cuerpo. Fue un momento muy íntimo , más allá del sexo, no tuvimos intenciones de follar. Con nuestras caricias y miradas nos demostramos más que con palabras. Tras aclararnos y eliminar todo rastro de jabón, salimos de la ducha y nos envolvimos en la misma toalla, la única que había en la habitación.
— Te quiero —dijo la rubia mientras seguíamos rodeadas por la toalla—.
No le contesté, mi única reacción fue darle un beso dulce en los labios. Yo también estaba comenzando a quererla, ya no sólo como amiga o compañera de trabajo. Sentía que ella era la única persona con la que quería pasar el resto de mis días, la única con la que quería acostarme y levantarme todas las mañanas. Pero no fui capaz de decírselo. Después estaba mi novio, también lo quería, aunque no de la misma manera que a Maggie. Lo nuestro era especial, desde el primer día. Al final, seguía encontrándome en el mismo dilema, queriendo a dos personas a la vez.
Terminamos de secarnos y nos vestimos. Maggie se dispuso a guardar todas sus pertenencias en la maleta.
— Rubia, voy a mi habitación para hacer la maleta también, ahora te veo —dije llevándome conmigo las pocas prendas que tenía en el lugar—.
— Vale cariño —ya era la segunda vez que me llamaba así, y yo me moría de amor aunque no se lo dijese—.
Traté de no mostrar la emoción en mi rostro ante aquel adjetivo que había usado ya dos veces para dirigirse a mí, y simplemente salí en dirección a mi habitación. Nos reunimos abajo a la hora acordada y pronto apareció el coche que nos llevaría de vuelta a Madrid. Las tres nos quedamos dormidas durante la mayor parte del camino, la playa realmente nos había agotado. Me dejé caer en el hombro de Maggie y ella apoyó su cabeza en la mía, tratando de buscar la posición más cómoda teniendo en cuenta que no había mucho espacio allí. Más tarde llegamos a nuestro destino y todas nos despedimos hasta el día siguiente, que regresaríamos a nuestra rutina de ensayos y grabaciones.
Sobre las 9:30 de la noche entré a mi apartamento. Alejandro todavía no había llegado del trabajo, aunque no tardaría demasiado. Fui directa a mi cuarto, le envié varios mensajes a Teo para saber cómo le había ido su día y decirle que ya estaba en casa, hasta el domingo seguiría con su padre. Después de eso me metí en la cama y me quedé dormida enseguida, estaba muy cansada.
Amanecí sintiendo unos brazos rodearme desde atrás. Inmediatamente pensé en la rubia, pero al abrir los ojos caí en la cuenta de que ya no estaba en el hotel, sino en mi casa, y quien me abrazaba obviamente no era ella. Nos levantamos e hicimos lo mismo de todas las mañanas antes de ir a trabajar. Me comporté bastante seca con Alejandro, no porque estuviese enfadada ni nada de eso, sino porque no me nacía ninguna muestra de afecto hacia él. Mi comportamiento generó cierta tensión en el ambiente, ambos lo notamos, pero decidió no preguntarme nada al respecto. Nos despedimos sin más y partimos a nuestros respectivos lugares de trabajo.
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Love
Fanfiction[PAUSADA] Pura ficción sobre la relación que surge entre Najwa Nimri y Maggie Civantos tras conocerse en el rodaje de una nueva serie.