Capítulo 11

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Narra Najwa

Unos besos húmedos por toda mi cara consiguieron despertarme a la mañana siguiente. Abrí los ojos y, para mi sorpresa, era Tito. Se había subido a la cama y no paraba de chuparme. La luz del día que entraba por la ventana me deslumbró y volví a cerrar los ojos casi al instante. Tito no se estaba quieto, quería jugar, o tenía hambre, pero el caso es que hizo que me desvelara por completo. A mi lado, Maggie seguía dormida, en el transcurso de la noche había acabado boca abajo sobre el colchón con la sábana tapando sólo la mitad de su cuerpo. Me quedé acariciando al perro y jugueteando con él esperando a que se despertara. No quería huir sin dar explicaciones como hice en la fiesta. Al fin y al cabo soy una mujer adulta y soy responsable de lo que he hecho, tengo que enfrentarme a ello y asumir las consecuencias.

Miré mi móvil y tenía variarías llamadas de Alejandro, además de mensajes preguntándome dónde estaba o si me había pasado algo. El pobre estaba preocupado, y con razón, no le daba señales de vida desde ayer a mediodía. No le contesté, ¿que se supone que debía decirle? "Perdona, estoy en casa de mi amante, anoche eché el mejor polvo de mi vida, pero no te preocupes, a la hora de comer estaré en casa". Ya me inventaré algo, aunque con eso sólo conseguiré sentirme más culpable. No sólo me había acostado con otra, sino que no tenía el valor de decírselo a la cara. Supongo que la razón es que no quiero que me deje, yo quiero a Alejandro, llevamos casi 7 meses de relación y hemos pasado momentos muy bonitos juntos. Sin embargo, creo que también estoy empezando a sentir cosas por Maggie, y lo que pasó anoche no hace más que confirmarlo. Mientras estaba metida en mis pensamientos, Tito se bajó de encima de mí y corrió hacia Maggie que se estaba despertando, y le llenó la cara de besos.

— Hola Tito —acariciaba al perro aún con los ojos cerrados, y éste no paraba de lamerla— Para ya, anda.

— Buenos días Maggie —dije algo tímida— Al fin despiertas.

— Buenos días —se frotó los ojos tratando de despertarse del todo— ¿Qué hora es?

— Las 10. Creo que debería irme ya, sólo estaba esperando que despertaras para despedirme.

— ¿Desayuna algo primero no? Venga, vamos a preparar algo —se levantó y yo aparté la mirada, ya que estaba completamente desnuda— Toma, ponte esto —me ofreció una camiseta ancha luego de que ella se pusiera una también—.

— No, no, me pongo mi ropa mejor, desayuno lo que sea rápido y me voy.

— Qué prisa tienes.

— Pues sí, me siento muy culpable por lo de anoche.

— A mi me encantó —dijo guiñándome un ojo y saliendo de la habitación rumbo a la cocina sin darme tiempo a responderle—.

Me levanté de la cama y fui recogiendo mis prendas que estaban esparcidas por el suelo. Una vez vestida, fui a la cocina y me encontré a Maggie calentando en el microondas la comida japonesa que habíamos pedido anoche, lo había olvidado completamente.

— ¿Enserio vamos a desayunar eso? —pregunté riéndome—.

— Claro, no voy a tirarlo, ¿no? Si no nos lo comimos anoche pues lo hacemos ahora.

— Bueno, que más da, me muero de hambre, lo que sea está bien.

La ayudé a preparar lo que quedaba, nos sentamos en los taburetes de la cocina y nos dispusimos a comer. Estuvimos un rato calladas, sólo se oía el sonido de los platos y cubiertos.

— ¿Qué va a pasar ahora? —la rubia rompió con el silencio que se había prolongado por algunos minutos—.

— ¿A qué te refieres? —pregunté como si no supiera lo que quería decirme—.

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