Capítulo 9

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Narra Maggie

Me sorprendió que ella hubiera tomado la iniciativa esta vez, pero le correspondí al beso encantada. Llevé mis dos manos a cada lado de su cara y ella me agarró de la cintura con su mano derecha, mientras que la izquierda la llevó a mi nuca. Estaba disfrutando mucho del beso y el contacto que teníamos, y seguro que Najwa también. No pasó mucho tiempo cuando sentí que se separaba de mi boca.

— Para, para —dijo acabando con el beso— No podemos hacer esto.

— ¿Por qué no? Esta vez has empezado tú —con mi mirada le dejaba saber que me había quedado con ganas de más—.

— Ya, no sé por qué lo he hecho. Pero no podemos, aquí no. Imagínate que nos ve alguien y nos graba o algo, se enteraría todo el mundo.

— Aquí en el probador no nos va a ver nadie. Además, que importa, si ya muchos de nuestros fans nos shippean —volví a acercarme a ella—.

— Pero yo tengo pareja, no me gustaría que se enterara de mi desliz de esa manera.

— ¿Esto sólo es un desliz para ti? —me decepcioné un poco, para mí no lo era, realmente estaba empezando a sentir cosas por ella—.

— Vamos a terminar de probarnos la ropa y elegir lo que queremos comprar y lo que no —evitó mi pregunta y se dispuso a ponerse el resto de prendas—.

Salimos del probador cuando acabamos y fuimos a pagar cada una lo que queríamos llevarnos. A continuación fuimos a comer a un bar de comida rápida que se encontraba en el mismo centro comercial. Apenas hablamos durante la comida, a ratos comentábamos lo rico que estaba todo, pero nada más. Pagamos a medias, aunque Najwa insistió todo el tiempo en que pagaría ella, pero no la dejé. Después, ya por la tarde, dimos una vuelta para terminar de recorrer el lugar y ver todas las tiendas. La tensión era palpable, no habíamos vuelto a hablar acerca de lo ocurrido, a decir verdad, no habíamos hablado demasiado desde entonces, no sé qué estaría pasando por su cabeza.

Ya estaba anocheciendo y no teníamos mucho más que hacer, así que decidimos irnos. Abandonamos el lugar y subimos al coche y, al igual que en toda la tarde, apenas hablamos, sólo se escuchaba la música proveniente de la radio. Llegamos a mi apartamento más o menos a las 9 de la noche.

— Bueno, gracias por traerme, lo he pasado bien hoy —esperé unos segundos por su respuesta y, al ver que no decía nada, abrí la puerta dispuesta a salir del coche cuando de repente me habló—.

— Yo también lo he pasado bien. ¿Quieres que te ayude a subir las bolsas? —eso me sonaba a excusa, y una muy mala además, ya que sólo había comprado un par de camisas y jerséis. Pero sinceramente me gustaba la idea de subir con ella a mi apartamento. No sabía cuáles eran sus intenciones, pero estaba dispuesta a averiguarlas—.

— Vale, vamos —ya tenía la puerta abierta, así que me baje del coche, y Najwa cogió las bolsas con mi ropa—.

Una vez arriba, abrí la puerta de mi apartamento y encendí la luz. Najwa me dio las bolsas y yo las puse en una mesita cerca de la entrada.

— Gracias —le sonreí, al igual que ella. Nos quedamos así unos segundos, sin saber qué decir o cómo despedirnos, así que me atreví a preguntar— ¿Quieres pasar? Podemos pedir algo para cenar.

— Está bien —dijo mientras entraba hasta llegar al salón. Me sorprendí un poco, primero me dice que soy un desliz y ahora quiere quedarse a cenar conmigo. Pero yo estoy encantada, eso me demuestra que también siente algo por mí, aunque sea un poco—.

Llamamos por teléfono y pedimos a un restaurante japonés. La comida llegaría en unos 15 minutos. Nos sentamos en el sofá mientras esperábamos.

— Maggie...lo siento. Siento lo que te dije del desliz —rompió el silencio luego de unos minutos— Pero entiéndeme, siento que estoy traicionando a Alejandro.

— Está bien. Me molestó un poco, pero no pasa nada. Entiéndeme a mi también, me gustas, Najwa. Creo que estoy empezando a sentir cosas por ti —hasta ese momento estaba mirándola a los ojos, pero cuando le confesé lo que sentía, bajé mi mirada temiendo su reacción. La morena se quedó callada unos segundos, y luego me cogió la mano—.

— Maggie...yo...también me gustas. Pero no debería sentir esto, no está bien.

— ¿Por qué no? Solo tienes que dejarte llevar.

— No es tan fácil —dijo mientras acariciaba mi mano—.

— Yo creo que sí —me acerqué y le di un beso fugaz, separándome al instante—.

Me quedé mirándola esperando su reacción, ella también me miró y, sin pensarlo mucho, nos besamos al mismo tiempo fundiéndonos en un abrazo. El beso se tornó apasionado al instante. Cuando nuestras lenguas chocaron sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. No pudimos disfrutar mucho del momento porque el sonido de la puerta nos interrumpió. Era el repartidor. Me separé de Najwa muy a mi pesar y le abrí, recibí la bolsa con la comida y esta vez pagué yo. Cerré de nuevo la puerta y dejé la bolsa en la mesa de la sala. La morena vino hacia mí y continuamos con el beso que había sido interrumpido.

— ¿Vamos a mi habitación? —me atreví a preguntar, sinceramente ya ni me apetecía cenar y creo que a Najwa tampoco—.

— Vamos —me agarró la mano dispuesta a que la guiara hasta mi cuarto—.

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