Capítulo 3.

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Artista de la imagen: nori2017009 (twitter)

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Los omegas siempre se han caracterizados por sus dulces y cautivadores aromas, en época de celo podían volver loco a cualquier alfa, Fushiguro Megumi sabía que no era él único en desear contacto en ese momento. Al igual que él deseaba unirse con la maldición ahí presente era consciente de que Sukuna también lo deseaba. Todas las feromonas en la habitación se mezclaban y generaban un aroma encantador. Tal vez muchos alfas y omegas no podrían percibir lo mismo que ellos, pero estaban conscientes de algo, la habitación olía a completa lujuria, su lujuria. El aroma del omega le demostraba al alfa cuánto deseaba ser tomado, al igual que el aroma del alfa le hacía saber quien dominaba en ese lugar y que podría tomarlo en el momento en el que deseara.

En otra situación probablemente las feromonas de los alfas atemorizarían a cualquier omega que no deseaba acostarse con un alfa, pero Fushiguro estaba seguro de que no quería tener sexo con alguien que no fuera Sukuna, ya no eran solamente sus instintos, todo en él le gritaba que debía ser la maldición con la que intentara procrear.

Todo en él temblaba, estaba seguro de que ni siquiera podía pensar con claridad y haría cualquier cosa que el alfa le ordenase con tal de obtener satisfacción alguna. Nunca se había masturbado frente a nadie, siempre había sido un acto íntimo para él, tampoco es que haya encontrado a alguien con quien tuviera tanta confianza para llegar hasta ese punto, pero las feromonas en el aire le volvían loco, sus manos danzaban sobre su miembro y en su interior. No podía reconocer su propia voz la cual llamaba el nombre del alfa,  jamás pensó que se encontraría en una situación como aquella.

Sukuna nunca se había interesado en un acto tan bajo como lo era el sexo. A pesar de ser un alfa nunca había encontrado un omega que lo hiciera desear estar enredado bajo las sábanas, tampoco pensó que era algo que necesitaba, sin embargo, la vista frente a él era simplemente fascinante. Había escuchado y visto al pelinegro una infinidad de veces, pero verlo desnudo sobre la cama mientras se auto complacía y gemía su nombre era algo que estaba completamente fuera de su imaginación. Siempre pensó que su nombre al ser escuchado aterrorizaría a miles de personas, por su mente nunca pasó la idea que podría salir tan desesperadamente de los labios de un omega que le llamaba con tanto anhelo. Intentaba ser fuerte, pero su miembro atrapado comenzaba a doler, ver al omega disfrutar y el como llamaba por él no ayudaba en nada.

La gota que colmó su paciencia fue ver como el omega alcanzaba el orgasmo, el olor se volvió más intenso de lo que ya era, sus instintos no respondieron más a su autocontrol, sin darse cuenta se había abalanzado sobre el omega. Ambos pares de ojos se encontraron, los rojos desbordaban todo su deseo por el omega, los azules más cansados y con ligeras lágrimas lo veían de la misma forma. Las temblorosas manos del omega subieron hasta encontrarse con el rostro del alfa, quería llorar al verlo frente a él y que aún no lo hubiera tomado.

—Te estás tardando mucho... Te necesito... —su voz se iba quebrando a medida que hablaba, estando en todas sus capacidades nunca sería tan sumiso, ni lloraría por cosas como esas, pero estaba desesperado. Desde el día anterior no lograba ordenar sus pensamientos, todo giraba entorno al alfa y ahora que lo tenía frente a él no quería que se volviera a ir.

Por la parte del alfa la voz del omega resonaba como una melodía en su cabeza, su mente no podía creer que el único hechicero al que respetaba y al cual deseaba ver su crecimiento también pudiera verse de esa manera. Su corazón latía con fuerza sin comprender el porqué y sin darse cuenta comenzó a romper la distancia entre sus rostros, uniendo suavemente sus labios. No recordaba haber besado a nadie nunca, pero la sensación era magnífica. Sintió las manos del menor sobre su ropa, desabrochando todos los botones de la chaqueta que portaba, sonrió al casi olvidar la situación en la que se encontraban. Alejándose lentamente de los suaves labios ajenos retiró por completo la prenda que le cubría el abdomen y con desesperación buscó la dulce piel en la zona del cuello, dejaba un camino de pequeñas marcas no muy notorias mientras sentía que el cuerpo del omega se relajaba más, regresó a los labios ajenos y los besó con mayor intensidad que antes. Era consciente de que el omega estaba deseando otra cosa, él también lo estaba anhelando, pero quería darle algo de tiempo al de negros cabellos, después de todo no había pasado tanto tiempo desde que había logrado llegar al orgasmo, también debía admitir que quería disfrutar de ese momento, porque probablemente no volvería ver al omega de esa manera.

Hijo del Diablo [SukuFushi/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora