Capítulo 29.

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Actualizaciones de mi vida:

Yo dije alv mis exámenes porque quería escribir y terminar el capítulo y literal a mi compu se le murió la tarjeta madre pipipi, pero ya tengo computadora, así que lo siento por tardar, aunque creo que conseguí que no pasara el mes.

Espero les guste el capítulo jsjs

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El cuarto se queda en silencio por unos instantes, ¿hizo bien al decirlo? No tiene ni idea, para ese momento no sabe lo que considera su pareja, ni la opinión que pueda tener sobre el tema. Durante su primer embarazo lo sugirió, que si no era capaz de soportarlo era libre de abortar al bebé, pero es consciente de que fue una simple burla porque su persona nunca sería capaz de hacerlo, no como omega.

— ¿Por qué esa decisión?

— ¿Estás en contra?

—No evadas el tema, Megumi. ¿Es lo que quieres? —cuestiona sin ningún tipo de rodeos o suavidad en sus palabras.

El omega aprieta los labios con su cuerpo tenso. El peso de la pregunta cae como una piedra en su pecho. Sabe que Sukuna no juega, que su pregunta no es un juicio ni una provocación, pero aun así la respuesta le quema en la garganta.

—No se trata de lo que quiero. —su voz suena más dura de lo que pretendía, como si estuviera convencido de una verdad ineludible—. Se trata de lo que tengo que hacer. No puedo... no podemos permitirnos esto. No ahora. La guerra está a punto de comenzar, y no puedo ser una carga.

Sukuna lo observa en silencio como si sopesara cada palabra, mide cada emoción que Megumi intenta contener bajo su máscara de lógica. Hay algo más, Sukuna puede olerlo en el aire, una mezcla de miedo y desesperación que no encaja con la firmeza del pelinegro.

—Raiden no ha cumplido ni un año —continua sin esperar respuesta—. Ni siquiera hemos decidido qué haremos con él durante la guerra. Nadie podrá protegerme y tampoco puedo desaparecer del campo de batalla. Esto sería un obstáculo, y tú lo sabes también. Tiene que terminar.

Sukuna observa a la madre de su hijo en silencio, sus ojos rojos brillan con una intensidad feroz, pero no hay reproche en su mirada, solo una calma desconcertante. El peso de la conversación parece crecer con cada segundo que pasa, y a pesar de que Megumi intenta mantener la compostura, el alfa puede sentir el conflicto bajo la superficie.

—Aún no sabemos si estás embarazado —dice el pelirosado con una suavidad poco característica—, pero si lo estás, la decisión será tuya. Si decides abortar, no te lo impediré. Y si decides tenerlo... también lo aceptaré.

Megumi lo mira sorprendido por la falta de resistencia en las palabras del padre de su bebé. Sabe a la perfección que el rey de las maldiciones no es el tipo de ser que deja que otros tomen decisiones importantes a su alrededor sin su consentimiento, pero en esta ocasión, parece dispuesto a cederle el control. Algo dentro de él lo inquieta, como si todo fuera demasiado fácil, como si la conversación no tomara el curso que había esperado.

—Yo estoy seguro de mi decisión —replica el de ojos oscuros con voz firme, aunque un leve temblor traiciona su determinación—. Si estoy embarazado, lo interrumpiré. No hay otro camino. Ya te lo dije, no puedo permitirme estar fuera de la guerra. No puedo ser una carga, no en este momento. Sería un obstáculo para ti y para mí.

La determinación en sus palabras resuena en la habitación, pero Sukuna aún nota ese tono, esa pequeña grieta que indica que hay más detrás de lo que Megumi está dispuesto a decir en voz alta. Sin embargo, no presiona más. A pesar de su naturaleza implacable, entiende que esta decisión, más que cualquiera que hubieran tomado juntos, es personal para el menor, porque como omega no es fácil.

Hijo del Diablo [SukuFushi/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora