Capítulo 28.

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Actualicé de nuevo en menos de seis meses, tómenle screenshot y pidan un deseo.

Voy a estar todo el mes en exámenes xd así que dudo pueda actualizar en un plazo menor a este. Por sobreaviso, no hay engaño.

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Un mes transcurrió desde su estadía en la nueva zona.

Julio llegó y con ello el verano comenzó. Pese a que no está en su mayor apogeo los días se han vuelto bastante calientes. A lo largo de ese tiempo Megumi se ha dedicado a entrenar todo lo posible, ya sea solo o al lado de Sukuna y Uraume, aunque le dedica la mayor parte de sus horas a su pequeño.

Raiden por alguna razón se ha centrado en llorar los últimos días, se despierta de sus siestas en medio de un llanto histérico, dormir en las noches se ha complicado, se ha vuelto inquieto durante sus comidas y trata de morder absolutamente todo lo que está a su alcance. En resumen: está insoportable.

Sukuna y Megumi lo adoran más que a nada en el mundo, pero tener a un bebé que llora casi todo el día no es lo más bonito del universo. Se acostumbraron a lo tranquilo que suele ser y que comenzara a dormir casi toda la noche fue un alivio, así que esa paz se rompiera de la nada fue un poco shockeante.

Es la primera vez que atraviesa la época donde más calor hace en Japón, así que en un principio ambos padres pensaron que puede que el motivo de su llanto se debiera a la incomodidad y el sudor en su cuerpo, pero por más se esfuerzan en mantenerlo fresco, simplemente no consiguen detener los lloriqueos.

Llegó a un punto en el que su madre está más preocupado que molesto. No comprende el por qué su bebé está tan inquieto y le aterra la idea de que algo malo le ocurra, pero no puede hacer nada más que rezar por su bienestar, porque la posibilidad de una revisión médica no es una opción.

Pese a que el sueño no es algo que afecte a las maldiciones y tanto el rey como su mano derecha se han ofrecido a cuidarlo toda la noche, Megumi se niega a dejar solo a su bebé. Quiere atenderle él mismo y consolar su llanto. Así que eso ha hecho los últimos días.

Al ser cerca de las cinco de la mañana el sonido de los quejidos de su hijo comienza a llenar de nuevo la habitación.

—Raiden... —el nombre abandona los labios del ojiazul en forma de queja, antes de que pudiera ponerse de pie, el alfa le gana y camina hasta la cuna.

—Bien, suficiente. —toma a su hijo en brazos quien no duda en acostarse en su pecho, aunque su llanto no se detiene—. Me lo voy a llevar para entretenerlo un poco. Duérmete.

—Yo puedo cuidarlo.

—Comienzas a tener ojeras, Megumi. No descansas lo suficiente y eso te afecta en todos los sentidos posibles. No es una sugerencia, es una orden. —con ello abandona la habitación y a su persona no le queda más que quedarse en la cama.

En cuanto Sukuna llega a la sala de estar, el sonido de las olas que rompen en la playa llena el silencio apenas alcanza a mitigar los quejidos persistentes de su hijo. No ve a Uraume por ninguna parte, pero tampoco le importa mucho su paradero.

El alfa se sienta en el sofá y ajusta al pequeño en su pecho mientras lo balancea con movimientos lentos.

—Escucha, mocoso, ya es suficiente —murmura mientras observa al bebé con una ceja levantada. Raiden sigue dando pequeños sollozos, aferrándose a la tela del kimono de su padre—. Tu mamá es humano, ¿sabes? —continúa con su tono serio, pero suave, casi como si hablara consigo mismo—. Él necesita dormir, descansar... No puede seguir como tú que lloras a cualquier hora a la espera de que esté allí para calmarte.

El infante parece calmarse un poco, su llanto reduciéndose a suaves quejidos mientras hunde su cabeza contra el pecho de su padre. El alfa suspira y mantiene el mismo ritmo en su balanceo, sin apartar la mirada del pequeño.

Hijo del Diablo [SukuFushi/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora