Capítulo 19.

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Las gemas azules lo miraban con determinación, sabía que no sería tan fácil hacerlo cambiar de opinión, suspiró con algo de inseguridad.

— ¿Estás completamente seguro?

—Solo será una vez, hablaré con ella solamente por esta vez, no tendré contacto con nadie más, solo esta vez, por favor.

—Está bien... pero tendrás condiciones, solamente por seguridad.

—Sí, está bien... lamento pedir algo como esto.

—Nunca pides nada, no te disculpes por eso.

— ¿Cuáles son las condiciones?

—Debes esperar hasta que nosotros decidamos traerla, no podemos hacer algo como eso a la ligera. Si decide atacar el o la que vaya por ella tendrá derecho a defenderse. No puedes decir nada de información vital. No esperes que los demás la traten con el mismo respeto que a ti, aquí no es bienvenida, nadie la quiere aquí. Habrá un límite de tiempo, cuando el sol comience a ocultarse deberá irse. 

— ¿Algo más? —cuestionó después de unos segundos de silencio.

—No, nada más por el momento. —el omega se acercó al rostro ajeno y plantó un beso en la comisura de los labios.

—Gracias.

[...]

—Realmente no me gusta esta idea. —sus ojos rojizos observaban detenidamente los movimientos del omega, el cómo colocaba con cuidado a su hijo en la pequeña cama improvisada que le habían preparado. Habían pasado aproximadamente dos semanas y su pequeño había cumplido cuatro meses de vida. Luego de bastantes días luego de una minuciosa vigilancia escogieron el día en el que se llevaría a cabo el encuentro, a ninguna de las maldiciones le hacía gracia traer una hechicera a su hogar, pero al ser órdenes del rey de las maldiciones no tuvieron más opción que aceptarlo.

—Sé que no te gusta. —respondió mientras se colocaba de pie y caminaba hasta su pareja. —Gracias por apoyarme en esto. —el alfa acaricio con cuidado el cabello del omega, el menor lo abrazó con cuidado en un intento de demostrar más afecto.

—Voy a estar cerca por si necesitas ayuda.

—No quiero que escuchen la conversación.

—Nadie va a escuchar, pero estaremos lo suficientemente cerca para escuchar si necesitas ayuda. —recibió un asentimiento por parte del omega en forma de aprobación, besó con cuidado los labios ajenos y se alejó del chico de cabello negro. —No deberían tardar, me retiraré por el momento. Ten cuidado.

—Sí, gracias por preocuparte. —el alfa abandonó la habitación en ese momento, el de ojos claros caminó con cuidado hasta la mesa ubicada en el centro de la habitación y se colocó al lado de su hijo. Centró su vista en el pequeño en un intento de distraer su mente, no sabía porque estaba nervioso, probablemente por el no saber qué iba a pasar.

Acarició con cuidado la mejilla de su hijo, hubiera preferido que estuviera despierto para poder jugar con él y lograr distraerse en lo que pasaban los minutos, pero el pequeño estaba profundamente dormido, no sería difícil despertarlo, pero se veía tan relajado que prefirió dejarlo dormir. Trató de poner en orden sus pensamientos, los temas que quería tocar, las preguntas que quería hacer, las posibles respuestas que la chica podría darle... observó sus manos por un momento y el cómo estas temblaban, tenía miedo.

Era consciente de que no podía ser recibido con los brazos abiertos, tampoco era algo que quería, simplemente deseaba hablar con las personas que eran importantes para él, verlas una vez más como había deseado desde hacía algunos meses, hablar, explicar las cosas, no podía negar que extrañaba un poco la vida que tenía antes, no es que no le gustara su vida de ahora, adoraba a su hijo y la relación que tenía junto al alfa, pero antes el peligro no era tan latente. Escuchó la puerta abrirse y centró su vista en esta, la maldición de blanco cabellos ingresó en compañía de su compañera, la chica de castaños cabellos tenía los ojos vendados.

Hijo del Diablo [SukuFushi/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora