Capítulo 1

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Hijo de un humano y una kitsune de una cola, mi nombre es Naruto Uzumaki, mi apellido viene del clan de mi madre, había olvidado sus nombres, recuerdo que me los dijeron cerca de los tres años, pero no tuve la oportunidad de escucharlo más veces, un año después de eso, para mi cuarto cumpleaños unos seres aparecieron, sus alas eran negras y emitían un aura maligna.

No había entendido porque ellos estaban ahí o porque mi madre me había tomado de la mano y comenzado a correr dejando mi padre atrás, en cuanto a él, estaba sujetando una espada, su aura aunque se sentía maligna, cuando fue empuñada por papá su presencia cambio por completo, se volvió mayor, similar a la de esos seres, sin embargo, no pude ver que fue lo que paso porque mamá me alejo tanto como fue posible, la casa estaba cerca de un gran bosque donde cazaban para conseguir comida, ese fue el lugar donde nos ocultamos.

O esa era la idea para mí, mamá me pidió que me quedará dentro de un hueco que había en un árbol, que pensará que estábamos jugando a las escondidas y que luego de que contara hasta trecientos saliera a buscarla, no entendía nada, era demasiado pequeño para comprender que estaba sucediendo, así que al escuchar eso me alegre, me metí dentro del hueco y comenzó a contar en voz baja, escuche como se alejaba corriendo mientras algo extraño sonaba, en ese momento no le di importancia.

Cuando llegué al número que me dijo luego de pensar varias veces cual seguía, salí para buscarla, pero no pude encontrarla, tampoco sentía su presencia o la de papá, ambos siempre me dijeron que tenía una conexión especial con la naturaleza, que esta siempre estaría de mi lado no importando donde estuviera, así que cuando la rama de un árbol me subió bastante alto comprendí a que se referían, un instante después, justo debajo pasaron esos seres con alas negras, luego de un tiempo la rama me volvió a bajar y me señalo el camino a casa.

Fui en silencio, no quería llamar la atención de esos seres, incluso si no comprendía muy bien lo que sucedía supe que lo mejor era no hacer ruido, quería llamarlos, tenía miedo, pero decidí quedarme callado, a mi lado algunos arbustos crecían, aparentemente cubriéndome, el aleteo hizo que me agachara en el césped, las hojas cubriéndome por completo, cuando deje de escuchar el batir de alas volví a levantarme y continué con mi camino.

La casa, pequeña, acogedora y que me recordaba a mi familia estaba destruida, la mitad de la estructura parecía haber sido borrada por completo, la parte del techo que quedaba se estaba desmoronando y los muros faltantes parecían estar empezando a arder en llamas, el mundo pareció gritarme que huyera, que me fuera, que no me acercará en absoluto, sin embargo, no obedecí, para un simple niño de cuatro años, ver como la cabeza de tu padre estaba separada de su cuerpo era el mayor trauma.

Cuando la desesperación me embargo quise gritar, pero una cálida mano se posó sobre mis ojos mientras otra acariciaba mi cabeza, incluso si estaba cubierta en sangre, incluso si su olor estaba distorsionado, sabía que se trataba de mi mamá, me volteé para abrazarla, dejando que lágrimas cayeran de mis ojos luego de entender que papá había sido asesinado y lo único que quedaba de él era su espada.

Ambos habíamos vuelto a correr, bueno, ella corrió, yo estaba siendo cargado con su brazo izquierdo mientras veía como con su mano derecha halaba la espada, podía ver el dolor en su rostro, tenía varias heridas y su cola estaba cortada por la mitad, su ojo derecho estaba cerrado y sangre bajaba de él, mamá tenía que descansar, no había duda sobre eso, por eso hice que me soltara, tome su mano y la lleve hacia un árbol, donde se sentó.

Incluso si estaba a punto de morir, incluso si sabía eso quise salvarla y el mundo correspondió mi llamado, plantas crecieron a mi alrededor, mamá me había enseñado que plantas podría usar para curar heridas, había comenzado a enseñarme luego de que cumpliera tres, me llamó un prodigio al aprender el abecedario en tan solo una semana, luego vinieron las operaciones básicas, todas dominadas en tan solo un par de semanas, recordar ese tiempo en el cual me consentían y daban sonrisas hizo que lágrimas volvieran a bajar por mis mejillas.

El yokai del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora