Capítulo 4

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La noche con Kuroka simplemente fue algo que no podía olvidar, ni siquiera ahora que estaba practicando con la espada podía dejar de pensar en ello, en su suave piel, en sus dulces labios, en la sensación de calidez, todo se repetía en mi mente de manera constante, haciendo que luego de muchos años, por alguna razón, por fin pudiera liberar parte del poder de Aerial, lo que termino por hacer que un inmenso tornado saliera de la punta del arma.

- "Es bueno saber que ira y odio no es lo único que hay dentro tuyo" – otra voz, la cual parecía femenina dijo en mi mente – "mi nombre es Aerial, la primera espada sacro-demoniaca"

-Sacro-demoniaca ¿no se supone que eso es imposible? – pregunte casi en un susurro, no queriendo parecer más loco de lo que ya soy.

- "Sería imposible si el dios bíblico siguiera vivo, pero no es el caso"

Ese fue un golpe que no me esperaba, había sido criado de manera que creyera en Dios, pero ahora entendía porque ocurrió todo lo que ocurrió, porque los demonios abusaban de cualquier raza que les viniera en gana, porque los ángeles caídos hacían lo que les venía en gana y los ángeles se mantenían al margen, saber esto hizo que mi enfado y odio crecieran todavía más si era posible, aunque hubo un cambio, el cual era un chakra rojo que cubrió mi mano derecha.

- "No dejaré que te consumas solo por el odio, entiendo tus motivos, pero si quieres usar mis poderes deberás concentrarte en algo que no sean esos senti...

El poder emano de Aerial luego de que encontrará un balance en mis emociones, estaba enojado, triste y tranquilo, todo al mismo tiempo, tenía razón, no podía concentrarme solo en mis emociones negativas, tengo que protegerla, hacerla feliz en esta porquería de mundo, no dejaría que volviera a llorar nunca más y para eso, primero debía superar el poder de la dragona que se encontraba parada delante de mí con una sonrisa que aparentaba diversión en su rostro, el guantelete de Draig apareció en mi mano izquierda, empezando a incrementar mi poder de manera inmediata.

Ella era mi actual y única manera de evitar la locura, de evitar que enloquezca a causa de mis propias emociones, si es por ella me volvería el dios del mundo o aquel que le llevará el caos a todos, no me importa ser amado u odiado, eso me es indiferente, lo único que me importa es Kuroka, es la razón por la cual aguante cinco años bajo infernales combates contra Ophis, alguien a quien después de tantos años deje de ver solo como como una jefa, para este punto, luego de tanto luchar, luego verla ser más comunicativa con el paso de los días, más amigable, se podría decir que tengo dos motivos por los cuales no enloquecer.

- ¿Estás seguro de que encontraremos a alguien con la capacidad de curar a cualquiera? – Kuroka pregunto caminando a mi lado, llevando una capa con capucha de color azul oscuro.

-Según él demonio bastardo sí – respondí teniendo un atuendo similar al de ella.

-No vas a dejar que haga lo que se viene en gana ¿verdad?

-Si no fuera el caso, no habría necesidad de venir a Kuoh.

-Debes odiar mucho a los demonios.

-Prefiero decir que quiero evitar que alguien pase por algo similar a nosotros.

-Por eso te quiero, pero tendremos problemas con los ángeles caídos.

-Estaré bien, no voy a enloquecer, pero los humanos que estén de su lado van a morir.

-Traes el caos a todos Naru, para algunos puede ser su salvación, para otros la desesperación.

Ella siempre sabía que decir para hacerme parecer el malo y el bueno al mismo tiempo, el caso era que había aceptado eso desde hace mucho tiempo, desde el tiempo en que comenzamos a hacer misiones para Ophis, en las cuales fallamos, no porque quisiéramos, el desgraciado dragón tiene una resistencia impresionante, no importó si los dos atacábamos al mismo tiempo o si en realidad Kuroka había obtenido poder a causa de la marca de dragón que le di esa primera noche.

El yokai del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora