Capítulo 3

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El entrenamiento con la tía Kurone se encontraba yendo bien, dos meses bajo su guía y todos los días llevándome al límite hicieron que en términos mágicos pudiera replicar lo mismo que hago con el chakra, lo único era que utilizando magia no podía curar heridas, al parecer había algo que no podía lograrse por métodos convencionales, no es que importara, ella no tenía la culpa de no saber eso, tampoco del hecho de que su vida se hubiera escapado sin que pudiera hacer algo durante el nacimiento de Shirone.

Ninguno de los dos podía culparla de algo sobre lo que no tenía control, en cambio, concentramos la mayor parte de nuestros esfuerzos por cuidar a Shirone, la creación de cosas a través de la magia o el chakra no servía para dar todo lo que ella necesitaba, apenas teníamos tiempo libre y mis clones se encontraban ocupados consiguiendo todo lo que una bebé recién nacida necesitaba, robarles a los demonios no era algo complicado, simplemente era algo necesario en este momento.

Con Kuroka como la principal encargada de cuidar a la pequeña Shirone me encargaba de lo propio del hogar, al menos tanto como me era posible, había pensado en cientos de usos para clones más allá del entrenamiento, no me espere verme a mi mismo limpiando diferentes partes de la casa al mismo tiempo, podíamos tirar la mayoría de las cosas a la basura, pero hubo algo que todo el tiempo seguiría en esa mesa de noche al lado de la cama, se trataba del broche de cabello de la tía, había dejado de parecerme irónico que tuviera la forma del rostro de un gato.

Puede que los sucesos no hubieran sido los mismos, pero el sentimiento de perdida era el mismo, por eso no comente nada respecto al tema, solo estuve ahí, para ella, siendo un soporte que no dejaba que sus lágrimas cayeran al suelo sin más, esa era la rutina nocturna, ambos intentaríamos dormir, pero un rato después ella se desmoronaría, terminando por apoyarse en mí, si, no dormí durante meses desde ese día, no es que me queje, acostumbrarme a estar sin dormir resulto algo normal.

Hoy se suponía era el cuarto cumpleaños de Shirone, ella había pedido salir a ver el exterior, ambos nos opusimos a la idea, puede que Kuroka y ella no fueran buscadas, pero incluso si altero mi apariencia mediante el chakra, los dos collares me delatan, sonara estúpido, sin embargo, desde que los tengo no me los puedo quitar, si bien la espada puede cambiar de lugar y volver un brazalete, sigue siendo diferenciable, otra cosa es que ambos parecen brillar casi al azar, por lo que termino siendo un farol andante cuando eso sucede.

-Shirone se fue – fueron las palabras que me despertaron de inmediato, todo mi ser se encontraba listo para pelear en caso de que fuera necesario.

Nuestra velocidad era buena, o al menos así la consideraba, pues en poco tiempo habíamos cubierto la distancia necesaria para alcanzar a la pequeña nekoshou, la cual no se encontraba sola como los dos habíamos estado esperando, un demonio, uno cuya aura era incluso más asquerosa que la de los demás la tenía agarrada del cuello, su mano lista para lanzar una ráfaga de energía mágica.

-Suéltala – dije con tono enojado, no iba a permitir que mi hermanita terminara en la nobleza de un demonio.

-Parece que no te has dado cuenta de tu situación – él dijo con una sonrisa arrogante, siendo el momento que nos percatamos de las otras presencias que se encontraban listas para atacarnos – hagan lo que digo y ninguno tendrá que morir.

-Solo quieres un yokai para tu familia ¿verdad? – Naruto dijo con una sonrisa divertida en su rostro.

-Veo que entiendes rápido, así es, el poder de un yokai es simplemente impresionante.

Estaba loco, enfermo y muchas otras cosas que pensé y deje de lado luego de escuchar el quejido ahogado que salió de Shirone, un yokai, eso es todo lo que buscaba, tenía que salvarla, evitar que Shirone pasara por las manos de un demonio enfermo de poder, mis manos temblaban por la ira y frustración que me encontraba sintiendo, mi mano derecha fue agarrada con amabilidad por Naruto, cuya mirada parecía más madura que la de un niño de diez años debería tener, no es que yo estuviera mejor.

El yokai del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora