Estúpida, estúpida, estúpida. Más otras cosas más, era como ella se sentía al despertar en una casa ajena y tener cortos flashbacks de la noche anterior.
Ahora la culpa la inundaba pues había dejado sola a su hermana menor. Iba a la velocidad más rápida que sus piernas le permitía, igualmente el haber salido corriendo casi inmediatamente después de despertar, sin despabilarse antes, no le favorecía mucho.
Solo esperaba que pudiese llegar a tiempo y que por algún milagro o suerte o cuestión del destino, aquel ser indefenso no estuviese con ningún moretón o herida.
Si aquel despreciable señor le había puesto tan si quiera un dedo encima...
Cualquiera que hubiera hurgado en sus pensamientos en ese momento, probablemente hubiera quedado espantado.
Al saltar la cerca rota, un pedazo de su pantalón terminó desgarrado. El ardor fue lo menos importante para ella en ese momento, ya que su objetivo era mantener a salvo a su hermana menor cuanto antes.
Gracias a la velocidad con la que iba, pudo llegar a la habitación donde encontró un pequeño cuerpo bajo las sábanas de la cama.
Ella sabía perfectamente que si, la llamada Avril, estuviese con alguna herida, estaría llorando bajo la cama. Por consiguiente, la posición que tenía, indicaba su bienestar.
Al notar sus lentas y pacíficas respiraciones, el alivio la llenó por completo y se desplomó, para descansar por un momento... Ese probablemente había sido uno de los momentos en los que más preocupada había estado durante toda su vida.
A unos pasos de ahí, se ubicaba otra habitación más. Desde afuera, podía contemplarse la puerta. Una puerta negra con... Demasiados letreros. Estos gritaban con diferentes palabras una sola cosa "si entras, ya no sales vivo."
Sí, algo terrorífico. Pero curiosamente normal en esa familia.
Casualmente, de ahí se asomó un chico. Este lucía mayor que la adolescente en el suelo, portaba un pelo castaño extremadamente oscuro y unos ojos del mismo color. Su piel era demasiado pálida a diferencia de Celina.
Sus ojos reflejaban cansancio y su postura su falta de dormir, probablemente en días.
La mirada que cruzó con la castaña fue como si ambos supieran que no había nada por decir. Como si... No tuvieran ningún tipo de relación. A pesar de ser hermanos.
Aun así, de pronto una sonrisa se esbozó en el rostro del pálido y pronunció palabra.
—Fíjate que ayer el monstruo llegó a la casa completamente cansado y no se detuvo a preocuparse por la mocosa. Vaya suertuda que es, ¿no? —El sarcasmo cruel era muy latente en sus palabras.
—Ay... No me digas que tienes celos de que ese imbécil le ponga más atención a Avril que a ti...
—Sí, seguro. Me dan taaantos celos que a mi no me de una paliza cada noche pero a esa chiquilla sí...
—Yo podría dártela igual. —Su sonrisa con un toque retorcido, avivaba las vibras retadoras que habían surgido.
—No, de hecho no podrías. —Replicó sonriendo igualmente.
La conversación comenzaba a irritarla, y sumado con la migraña que apenas empezaba a notar, en verdad la hacía desear un descanso.
—Muérete. —Concluyó poniéndose de pie y, con expresión de estar harta, golpeó la puerta, una vez adentro de la habitación, para encerrarse en el cuarto.
Se pasó la mano por la cara, frustrada, cansada y para colmo, con resaca.
El día anterior, después de tanto drama sobre un tema el cual, según ella ya había olvidado, las botellas que su madre tanto atesoraba, la habían tentado hasta el punto en que lo vio como el escape más rápido y cercano en el momento.
Sin embargo... Había tenido demasiada suerte de que su hermana menor hubiese estado a salvo. Pese a ello, la simple idea de que si las cosas hubieran sido diferentes y aquel maldito le hubiera hecho algo...
Por instinto se giró para dar de frente con la ubicación de quién estaba pensando. Mas no esperaba encontrarse con que la pequeña estaría viéndola con confusión.
—Celina... Está todo bien, ¿verdad...?
—Sí, sí, sí, sí, sí ¡Claro que sí! Perdón... Perdón por alterarte. No era mi intención... Es que lo que pasa es que... Ah... —Un suspiró emergió de su boca. Se acercó con cautela y arrepentimiento, mirándola cariñosamente.
—Si estás preocupada, no te preocupes. —Comentó inocentemente la niña, lo que causó unas exageradas carcajadas a la adolescente. Luego la menor frunció el ceño confundida. —¿Ahora qué?
La observó con ternura, la cual demostró al darle un apretón ligero, figurando un abrazo.
—Tienes razón, eso haré.
Se sentó a su lado con una con una sonrisa de amor dirigida a la dulce criatura que mantenía la vista en ella y luego ambas se dejaron caer en aquel colchón.
A descansar... Un poco.
O al menos esa era la intención.
El ambiente era extremadamente alegra y entre todos se sentía el gran amor que había en esa familia.
Una niña, una bebé, un niño y sus padres, sentados a la mesa compartiendo comidas y al mismo tiempo una muy animada charla.
Era una familia... Básicamente perfecta. A pesar de eso, el semblante de la madre era extrañamente muy feliz, engañando a todos los presentes quiénes no tenían idea de la verdadera tormenta que albergaba en su corazón.
Repentinamente, el escenario cambió y amabas niñas, ya con una edad un poco mayor, estaban encerradas en un cuarto muy rosa y pintoresco. Mientras que afuera... La puerta estaba cerrada, no obstante, ésta estaba recibiendo muchos golpes y empujones.
Gritaba, aquella femenina voz, y su tono era... Bueno... Evidenciaba que no estaba completamente sobria.
Tanto la castaña mayor como la menor, se achicaban en un rincón al mismo tiempo que la más grande la cubría y abrazaba con su cuerpo. Con una persona así de cuerda, había demasiadas cosas negativas que podían pasar. Lo peor era que estaban solas, sin ninguna ayuda.
Hasta que de nuevo la ubicación cambió y dejaron de estar encerradas en una pieza con su madre borracha amenazándolas... Ahora se encontraba sola, una castaña de edad adolescente.
La confusión no tardó nada en abordarla y así, encendiendo una alarma interna en su corazón. Lo primero que notó fue que no estaba con su hermana, cuando intentó divisar su al rededor cayó en cuenta de que era su propio hogar, pero mientras que ella estaba en un extremo del piso, vio a su padre y su hermana a la mayor distancia posible. El voluptuoso cuerpo del mayor impedía que la menor fuera mejor divisada.
Intentó llegar hasta allí con todas sus fuerzas para poder rescatarla, mas al atisbar su pequeño cuerpo en la lejanía, su cuerpo se congeló y todo grito quedo ahogado en su garganta. Una opresión muy fuerte en su pecho se instaló. Era el dolor que se esparcía velozmente por su corazón, a motivo de que esa dulce, inocente e indefensa niña mantenía sus ojos abiertos. Sin parpadear.
Fue entonces que lo último que percibió fue una punzada en su cráneo.
En el momento en que se levantó, un mareo la golpeó. Lo había hecho muy rápido, pero es que tras haber soñado con eso su reacción era de desesperación y miedo. Más un poco de tristeza.
Se viró lentamente a su lado donde la nena dormía plácidamente.
Por más que quería alejar y apartar esas memorias y temores, la acechaban al cerrar los ojos.
Decidió distraerse y despejar su mente... Definitivamente no en el mismo modo que el día anterior... Pero debía haber alguna manera ¿no?
Al instante se le ocurrió una solución. Entonces corrió a tomar una mochila done guardó algunas cosas y tras despertar a su hermana, la guio hasta el lugar que tenía pensado.
Probablemente un deshuesadero no era el mejor lugar para que dos hermanas pasaran la noche, pero la compañía de ambas entre ellas, hacía que el lugar se encerrará en una atmósfera cálida.
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Destinados
Teen Fiction¿Has sentido esa conexión que ocurre cuando conoces a tu otra mitad? ¿Alguna vez experimentaste la química de encontrarte con la pieza faltante en ti? ¿Conoces la sensación de electricidad que te recorre el cuerpo cuando sabes que tu y esa persona s...