Soltó un quejido involuntario y de la misma forma inconsciente, se llevó la mano a la nuca.
Aún tenía pegada la misma melodía que acababa de escuchar en conjunto a la castaña despreocupada.
Put your wings on me, wings on me. When I was so heavy... We're on a symphony... When I'm lower, lower, lower, low.
Tarareó por lo bajo una parte del coro, aunque apenas y la había escuchado un segundo.
No recordaba exactamente el momento en que se había quedado dormido. Sin embargo, extrañamente recordaba claramente la sensación de comodidad y paz que lo había dejado embelesado.
Suspiró por lo bajo, luego sonrió al estar finalmente frente a su hogar. Si bien había disfrutado mucho el día como para querer repetirlo, se sentía aliviado de reunirse nuevamente con su tutora. Además, ya había comenzado a pensar la forma en que le contaría todo lo que acababa de experimentar.
Entró y cerró la puerta tras de sí con completa confianza... Sin saber que tenían una invitada inesperada esa noche.
De inmediato se desconcertó por un llanto de una mujer, la cual se oía proveniente de su sala de estar. Pocos pasos bastaron para echar una mirada curiosa, y encontrar la espalda de una señora con cabello negro, encorvada al recargar su cabeza sobre sus manos. Escondiendo y ocultando así su expresión de lamento.
A un lado, sentada junto a ella en el mismo sofá, la pelirroja que tenía por tutora lo miró y frunció los labios. Cabeceó en dirección a donde se hallaba la habitación del menor, y lo único que entendió de toda la situación era que por el momento era preferible que esperara en su cuarto.
Obedeció la discreta orden con pasos igual de discretos y tan silenciosos como pudo. A decir verdad había sido un giro completo de estado de ánimo el que tuvo en cuanto captó la situación.
Más tarde, esa misma noche, Casandra llegó a explicarle ya después de que la mujer se había ido. Aparentemente Priscila le había hecho una visita pues acababa de perder una amiga y se sentía fatal y deprimida. Al día siguiente tendrían que asistir al funeral y no le sería posible atender su negocio, de modo que había pedido un poco de ayuda.
Alexander aceptó, completamente dispuesto a ir el siguiente día a apoyar en lo que fuese.
Para cuando estaba listo para dormir, la falta de sueño lo mantuvo pensativo por un rato, hasta que se rindió y cedió, una vez más, a los brazos de Morfeo.
Un nuevo día más llegó, y de la misma forma que siempre, Alexander arribaba a la escuela.
Caminaba por los pasillos hasta dar con el aula de su primera clase, mas no planeó encontrarse con cierta rubia. La mismísima rubia con la que estaba tratando de dar en esos recientes días. Y aunque el encuentro no fue a una distancia corta, cruzó la mirada con ella desde una distancia divisible.
Presentía que el aura que ella emanaba aquel día, no era tan cerrada como los días anteriores, y supo que era su oportunidad. Si iba a tomar su primer movimiento para acercarse, tenía todas las disposiciones para acatarlo en ese instante.
Y lo hubiera hecho por completo, de no haber sido por los brazos que lo detuvieron imprevistamente.
Había sido toda una sorpresa la que se llevó al percibir una cabeza recargándose en su espalda. Se podría decir que estaba siendo abrazado desde atrás.
Justo en su acción de abrir la boca y cuestionar la repentinidad de ese acto, oyó un sollozo débil de la responsable, identificando a la persona. Era la misma esencia de dolor que había atraído su atención el primer día. Aquel en que la había encontrado llorando... Sola...
—D-disculpa, es sólo que... —Alzó la cabeza frente a Alexander, y silenció su explicación cayendo en cuenta de la rubia expectante en la distancia. No se molestó en analizar bien la mirada que recibía, así que asumió que era mera molestia o celos.
No se percató de la preocupación que causó en Rosalyne.
—¿Qué sucede? ¿Qué te pasa? ¿Qué necesitas? ¿Estás...
La risa lenta y amarga que Celina hizo audible, cortó sus palabras.
—Era... Eh, una broma. Jajaja... ¡Caíste! —Exclamó con una sonrisa que cerraba sus ojos. Y aunque ocultaba la hinchazón que estos tenían, no escondía las ojeras que Alexander captó en el primer vistazo. — Veo que... Finalmente puedes hablar con, emm... Lyne. Así que... Mejor te dejo.
—No, espera, Celina... —Y fue con una velocidad innecesariamente apresurada la que utilizó al intentar alejarse de ahí.
—¡Ten cuidado! —Le reclamó un chico que pasaba por ahí, y fue empujado por Celina en su escape. —Oye tú, ¿estás llorando?
Abrió los ojos en grande. Acababa de darse cuenta de que lucía demasiado obvia. Cuando sintió montones de ojos sobre ella, las cuales parecían venir de todas partes. Una asfixiante inquietud la llenó de inseguridad. Una incapacidad para moverse la atacó de imprevisto, y en el momento menos esperado, su muñeca fue jalada junto a su cuerpo entero, y apenas obtuvo un rápido vistazo de estar saliendo del recinto, pues al siguiente instante su piel se erizó ante el viento de la calle.
Estaba corriendo junto a Alexander sin destino. Y claramente había sabido desde el principio la identidad del culpable, ya que no había ni un otro cuerpo que le causara esa sensación de calma y alegría, como la que tantas veces había experimentado sin saber que era exclusivo de él.
—Alexander, ¿qué haces? ¿a dónde vamos? —Abrió la boca una vez que estuvieron lejos del lugar, y se sentía más dispuesta a reaccionar por sí misma.
—No lo sé. —Respondió sin más.
—¿Qué? ¿A qué te refieres con que no sabes? —Cuestionó incrédula.
Aún permanecían andando y corriendo, y en medio de su camino sin destino, él se volteó para mirarla a los ojos, sin preocuparse de no ver el frente.
—Espera un poco más y lo sabrás. —Sentenció con una sonrisa. Y así y nada más, fue lo que bastó para silenciar sus dudas.
Porque sabía que sin importar el destino, todo estaría bien, siempre y cuando fuera junto a él.
Completamente desubicada, empezó a jadear del cansancio en cuanto se habían detenido.
—¿Y? ¿Es aquí? —La respuesta esperada no llegó con palabras, el muchacho también estaba recobrando el aliento, sin embargo hizo un gesto ante su pregunta, y señaló algo que se encontraba a espaldas de Celina.
Finalmente, con el deseo de saber de una vez su ubicación, giró su cuello para tener un vistazo a ello. Y fue su sorpresa la que la dejó sin palabras, en el momento en que tuvo un rápido recuerdo a su primer día de amistad, en el cual se habían encontrado en el mismísimo deshuesadero que se hallaba frente a ella.
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N/A: ¡Aaaaahh! Necesiiito resaltar el tema de la situación de Priscila en este capítulo. Si bien, tendrá relevancia en unos capítulos más tarde (que lo había planteado para introducir una escena humorística entre Celina y Alexander, pero quité por exceso de relleno, disculpa xd), la verdad es que esta es una mención algo específica de otro libro mío. El cual pronto cumplirá un año de finalizar aaaaa 😭♥,
Aunque eso no fue lo que se llevó toda la atención, ¿cierto? Pues solo aguarden un poco más, porque en el próximo capítulo continúa la tarde de esos dos, con más momentos cursis uyuyyy
Se despide, H.
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Destinados
Teen Fiction¿Has sentido esa conexión que ocurre cuando conoces a tu otra mitad? ¿Alguna vez experimentaste la química de encontrarte con la pieza faltante en ti? ¿Conoces la sensación de electricidad que te recorre el cuerpo cuando sabes que tu y esa persona s...