Capítulo 42. "El todo que fueron juntos"

7 2 4
                                    

Para una mejor experiencia, se recomienda escuchar la multimedia en el texto a continuación. 

Volteó a verlo con una sonrisa. A Celina le agradaba compartir su momento de entusiasmo con alguien más, especialmente con el chico que le estaba devolviendo la mirada.

Por un momento ninguno estaba seguro de que decir, más que nada porque el gesto y momento era suficiente para ellos. O mejor dicho, la compañía de ambos era suficiente. No necesitaban nada más.

—Eh... Bueno, yo... —. Un sonido de cuerdas de guitarra la desconcentró tan pronto como abrió la boca, sin embargo, tampoco tuvo tiempo de cerrar esta, pues un asombro la atacó cuando supo la situación.

Celina no había notado el momento en que el siguiente participante subió al escenario y acomodó lo que utilizaría, pero esas primeras notas aceleradas y electrónicas, le trajeron recuerdos, que le permitieron reconocer en un instante aquella melodía.

—¿Está todo bien? —cuestionó con incertidumbre, por causa del repentino cambio de expresión en Celina.

A man after midnight... ¡Conozco esa canción! No puede ser... —sus ojos se cristalizaron, por el contrario de las comisuras de sus labios, las cuales levantó en una gran sonrisa. —Cuando era pequeña me encantaba bailar está canción con mi madre, siempre nos gustaron cosas muy similares. —Se giró para observar al castaño, sin alterar su semblante de alegría, y entonces le propuso: —baila conmigo.

—¿Qué?

El sol ya se había escondido lo suficiente para oscurecer el cielo, así que unas luces alumbraban el lugar. Eran unas luces de colores cambiantes, y estas seguían el ritmo. Eran tan aceleradas como la canción, aunque hasta cierto punto llegaron a ser cegadoras por el constante cambio brusco, por suerte ninguno se mareó.

Alexander permaneció expectante a los movimientos de Celina quien evidenciaba su disfrute ante esa canción, y cuando la contempló en ese lugar, en ese momento, en ese ambiente, solo la pudo ver a ella.

Ese momento en un enorme campo abierto donde se hallaba el escenario, la multitud, el Dj, y a distancia varios puestos para vender, a ojos de Alexander se resumió en una sola persona. Y esa era Celina.

Porque en ese instante, todo era ella. Una adolescente alegre, con su cabello alborotado, su sonrisa natural, sus ojos chispeantes, los tonos de incesantes colores iluminándola, y ella saltando y bailando según la música.

Luego su corazón brincó cuando notó que giró su cabeza para mirarlo, y que esos iris marrones estaban posados sobre él.

—Vamos, no me dejes sola. ¡Sigue el ritmo!

—Yo no... Es que no sé bailar.

—No es difícil, sólo muévete como quieras. —Tomó la mano del chico, y en un solo jalón lo invitó a saltar con ella.

Él tardó poco en conseguir sincronía, mas cuando se unió a ella, entendió y compartió su emoción. Fue en ese momento que ambos fueron uno mismo, a pesar de que sus manos eran lo único físico que los conectaba. Porque realmente, esa noche, sus almas eran una misma. Y quizás eran la pieza complementaria del otro, o quizás eran dos individuos desafiando al destino para estar juntos. Pero eso a ellos no les importaba, ni mucho menos se preocupaban por los sentimientos flotando entre ellos, como si era amistad, amor, conexión o unión. Nada de eso importaba, porque ellos solo querían vivir el momento. Ellos solo querían vivir por primera vez, y hacerlo juntos, lo hacía mil veces mejor.

Entonces saltaron, rieron, bailaron, cerraron sus ojos, y vivieron. Fueron felices en ese eterno instante suyo, y de nadie más; cuando el mundo de ambos se acortó a ser sólo la música, las luces y ellos.

"Gimme, gimme, gimme a man..." Así finalizó la canción, y junto a esta, cesó el momento de baile, pero no la felicidad.

Soltaron algunas risas con respiración agitada, era normal, después de tanto movimiento.

—Fue increíble —confesó aún risueña, Celina. El joven frente a ella también reía, y ninguno notó que el agarre de manos aún continuaba. O mejor dicho, ninguno lo mencionó, pues bien que aferraban sus dedos a los del otro.

Tanto, que llegó un punto en que simplemente Alexander no quiso aguantar más, porque realmente en el fondo, tampoco podía olvidar el pequeño momento que los había atraído entre ellos, horas antes de que empezara el evento.

Con esos pensamientos en mente, fue casi involuntario el movimiento que lo empujó con desesperante lentitud, hacia la chica frente a él.

—Celina, yo... —. La susodicha miraba con suma atención a las palabras y movimientos de él. —Sobre hace rato, bueno, e-es que...

—¿Sí...? —se desesperaba con cada pausa que su compañero hacía. Él bajó la mirada a sus comisuras rosadas, y procedió a hablar de una vez.

—Yo...

—¡Gracias por su atención! ¡Gracias! —agradeció alegremente los aplausos de la gente, aún sobre el escenario. —¡Pero vamos! ¿Qué es eso? Sé que pueden hacer más escándalo ¡ánimo!

A pesar de que el par de castaños que se miraban entre sí se ubicaban relativamente cerca de la plataforma, estaban demasiado distraídos como para percatarse de nada. De esta manera, se desconcertaron cuando vieron que la multitud a su alrededor se empezó a agitar.

La recién sacudida que habían tenido con la última canción no los había agotado lo suficiente, y eso se notó con todos los saltos, aplausos y silbidos que exageraban.

Fue así que esa misma sacudida que se hizo, logró empujar a cada uno de los adolescentes.

—¡Alexander!

—¡Celina!

Cada uno de ellos fue empujado en distintas direcciones, alarmando a ambos de ellos, quienes extendieron en vano el brazo para agarrarse el uno al otro.

De esa manera, terminaron cada uno en opuestos extremos, sin saber el paradero del otro.

—Ay, no, no, no, no... Ahora ¿qué voy a hacer? Celina podría estar en cualquier parte de toda esta multitud, no tengo forma de llamarla y... Estábamos a punto de... —tapó su propia mano en el mismo instante que dijo eso y su cara se llenó de un rojo intenso. —A-ahora mismo hay cosas más importantes. —Suspiró para calmar sus pensamientos y pensar más claramente. De esa forma, quizás podría pensar en cómo reunirse con la castaña que estaba a punto de besar segundos atrás.

Vamos, Alexander, ¿Qué haría Celina?

Cerró sus ojos con fuerza, tratando de idear cualquier solución, pero solo logró crear una expresión de angustia en su exterior.

—Oye ¿estás bien? —preguntó un adolescente más del público, que se acercó a tocar el hombro del joven chico.

En ese momento, Alexander apenas logró regresar a la realidad, y además de darse cuenta de que otra canción ya estaba sonando, también vio que estaba bastante lejos del escenario fácilmente podía salir de ahí. Sólo entonces se le pudo ocurrir la solución.

En serio espero encontrarla allí...

___

N/A: omg. Parece que han pasado años. Vaya, realmente pasaron montones de cosas desde la última vez. Estuve un largo largo tiempo con este historia pausada ya que en mi vida personal pasé miles de cosas. Tuve una brusca transición y para ser honesta aún no estoy en el mejor momento. Voy mejorando lentamente, y absolutamente todo es un carrusel que sube y baja. Pero al menos recientemente aprendí a dejar que las cosas fluyan un poco más, y recordé como escribir. Este capítulo lo tenía escrito desde hace mucho, así que en el próximo verán ciertas cosas nuevas.

En fin, no saben lo mucho que agradezco el apoyo de todos ustedes, de verdad. Solo espero que sigan disfrutando tanto como yo. Si es posible, la próxima actualización vendrá (relativamente) pronto.

Se despide, H.

DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora