Capítulo 33. "Un dúo durmiente"

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Dejaron caer casi al mismo tiempo en el bote de basura sus respectivas envolturas, donde habían terminado de comer aquellos deliciosos hot dogs.

—Parece que el tiempo voló demasiado rápido.

—Sí... Y no tengo forma de avisar a Casandra que voy a llegar tarde. Ahh... Probablemente ya se está empezando a acostumbrar a mis llegadas, pero aún así no quiero demorar más, se puede preocupar.

—Uh, lamento haberte arrastrado aquí sin preguntar. Espero que no te haya molestado.

—No, no, no, está bien. —Agitó sus manos para restarle importancia y culpa a Celina. —Si no me quejé fue porque sí que tenía ganas. E-en realidad te agradezco mucho que hayas hecho el intento de distraerme de tantos trabajos escolares. Sobre todo después de explicarme lo que tanto se me dificultaba entender. —Sonrió agradecido 

—En ese caso puedo ayudarte tanto como quieras. —Se ofreció con una sonrisa, completamente dispuesta y alegre de la idea de poder regresarle la ayuda que alguna vez había recibido.

—Gracias, de verdad. De hecho creo que serías una gran ayuda. Estoy seguro de que si tú me enseñas, podré conservar mi beca, en serio. Tienes... Un don.

Al ser halagada, las comisuras de sus labios se elevaron aún más.

Acordaron en ponerle su final a aquella salida, y emprender paso a sus destino. Convenientemente, el autobús que los dejaba más cerca, era el mismo. Y pronto pasaría cerca unas cuadras a dónde se ubicaban en ese momento. Fue así que coincidieron en que era buena idea seguir en conjunto, al menos hasta el punto de separación en sus rumbos.

Llegaron sin dificultad a tiempo y al lugar correcto, para subir paso al bus que empezó a andar en cuanto nadie más estaba por abordar.

Había sido agradable el tiempo que duraron divirtiéndose y charlando. Especialmente cuando habían tenido la oportunidad de conocerse entre ellos.

Datos como que a él adolescente le fascinaban las cosas dulces, como que él nunca se había puesto a pensar en un sueño o futuro deseado, o que tiene pocos recuerdos de antes de conocer a su tutora.

Sumando las confesiones de la joven, sobre lo bien que suele conectar con los niños pequeños, sobre su inmenso desagrado a la gente hipócrita, y su respuesta a la primera pregunta recibida, su comida favorita, la cual había declarado, eran los tacos. Y claro, mientras más le agregaba, mejor le parecía.

—Siguiente parada, Avenida campo de flores.

Frunció el ceño al recordar que aquella dirección estaba a unos cuarenta minutos de su morada.

—¿En qué momento nos alejamos tanto? —Una risa pausada de nervios fue su respuesta.

—Sí... Es que el arcade estaba un poco... Muy lejos. Además de que también nos desviamos al parque del centro... Lo siento, olvidé que tienes un horario temprano.

—E-está bien, tampoco es la gran cosa. De todos modos, sirve que descansamos un poco en el camino de tanto caminar ¿no?

—Sí, también podemos hacer eso. — Sonrió mostrando los dientes para darle la razón. Tomó su celular de su bolsillo trasero y sacó unos audífonos evidentemente viejos y con algunos daños. Aún así, ofreció el extremo izquierdo a su acompañante en ese lado, mientras ella se colocaba el sobrante.

Con un ademán inseguro, levantó el brazo y aceptó el auricular e imitó a la dueña, poniendo este objeto en su oído.

Y cuando menos se dio cuenta, sus recuerdos lo trajeron de vuelta a la primera vez que ella había visitado su casa y habían escuchado música en su habitación, es decir, el primer día de escuela y cuando se conocieron.

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