El timbre de la escuela resonaba con tal fuerza que era audible incluso fuera del recinto.
Su día escolar estaba concluido, y una castaña salía junto a los demás estudiantes, algunos apresurados, otros en grupo y uno que otro despistado.
Al encontrarse con el mismo chico de la mañana, le brindó una sonrisa. Las palabras que habían compartido en su almuerzo la habían hecho quitarse algo del peso que llevaba encima.
No vio la necesidad de acercarse a despedirse, pues el gesto que Alexander le hizo al agitar la mano, parecía suficiente. Sin embargo, Celina aun sentía que le debía algo. A pesar de haber quedado en ir juntos a ese festival, quería hacer algo más por él.
—Hey. —Fue todo lo que se le ocurrió decir al acercarse a él en medio de toda le gente. —Ah... ¿Qué vas a hacer ahora?
—Voy a... Ir a mi casa. —Contestó encogiéndose de hombros.
—Ehmm... Quería agradecerte por lo de hoy, de hecho. —Admitió inclinando la cabeza hacia un lado con los labios apretados. Ocultaba su timidez en esos gestos, ya que para ella era extraña la ocasión en que presentaba ese sentimiento.
—¿A mi?
—Obviamente que a ti. —Rio con ironía.
—Bueno... En realidad tú me ayudaste con Lyne.
—Y tú me ayudaste a tener la mente más despejada respecto a mi hermano.
—No fue nada, en serio. No tienes que-
—¡Ya sé! Te llevaré a la casa de Rosalyne para que puedas meterte en la mente de esa esco- digo, para que la ayudes. —Y a continuación, ambos ya estaban encaminados a una casa de tamaño grande. El frente mostraba un patio muy espacioso, protegido por unas rejas con diseño de flores. La entrada se conectaba con una escalera que conducía a la entrada de dos puertas. Unos grandes ventanales era cubiertos por una cortina poco más grande.
—¿Lyne vive aquí? —Preguntó incrédulamente. —¿Cómo es posible que vayamos a la misma escuela...?
—No lo sé, pero a veces sus padres pueden ser tacaños. —Mencionó con desinterés entretanto que buscaba algo por el suelo cerca de las rejas.
—¿Se te cayó algo? ¿Qué buscas?
—Nada, es solo... Lo tengo. —Alzó una roca pequeña que rodeó con su mano entera por su tamaño pequeño. Enfocó la vista en una de las ventanas y tras balancear un poco su brazo, la lanzó sin más, tan rápido, fuerte y lejos como pudo.
Frente al alarmado y desconcertado Alexander, la chica logró demostrar su puntería perfecta en cuanto el golpe de lleno contra la ventana se hizo notar sonoramente.
Ahí fue cuando antes de si quiera poder hablar para interrogarle su intención, el joven percibió movimiento en la puerta.
—¿Quién mierda está... —Exclamó, quedándose a mitad de la frase, cuando abrió la puerta y miró a los invasores.
—Tienes visitas, niña mimada. —Dijo sin más.
Despreocupada por la situación, el semblante de Celina era completamente opuesto al de la rubia que tenía medio cuerpo asomado, pues reflejaba confusión, sorpresa y una pizca de molestia.
Así que fue entendible cuando cerró la puerta de golpe y desapareció, dejando a los chicos plantados en su acera.
—¿Qué fue eso?
—La maldita nos acaba de rechazar. —Soltó con completa normalidad.
—¿Nos rechazó? ¿Eso que significa?
—Técnicamente me rechazó solo a mi. Aunque yo no soy quien vino a verla, es obvio que al verme se molestó y simplemente huyo. Que estúpida... —Murmuró las últimas palabras.
—Pero... Pero... ¿Ahora qué?
—Ahora... Intentemos con Valerie. Seguro que con ella nos va mejor. —Sugirió observando el cielo, escondiendo en su rostro serio todas las sensaciones que se amontonaban en su interior.
Más tarde, tras un largo camino aunque tolerable, detuvieron su andar ante una construcción pequeña de menos de seis metros de ancho desde el frente, y máximo tres de alto.
La puerta de madera tenía muchas grietas y las ventanas estaban sucias por un lado, o por el otro rotas.
—Okey... Ya estamos aquí. —A poco pasos de la entrada de aquella casa, Alexander pudo descifrar melancolía, tristeza, y algo de impotencia. Aunque estaban a solo un golpe a la puerta de tener la oportunidad de hablar con Valerie y obtener un mínimo progreso en la misión del castaño. Celina se mantenía seria. Intentando ocultar todos los pensamientos que la golpearon. Claro, sin tomar en cuenta de que todo esto era captado por el chico, quien sin dificultad, interpreto fácilmente todos sus gestos.
Hasta que acercó una mano a su rostro, colocando el costado de su muñeca frente a su boca. Alexander sintió curiosidad por eso, especialmente por el extraño dèjá vu que lo llevó al día en que ella le explicó todo.
[—Luego... Se fue alejando poco a poco de mi, sin que yo supiera porque. No entiendo si fue porque no me aceptaba a mi o mis sentimientos... O si fue por alguna otra cosa. —Llevó su mano hasta su boca y desde la perspectiva de Alexander, no podía divisar que estaba haciendo. Él apenas veía que tenia el costado de su muñeca pegada a sus labios. —¿Sabes qué...]
Disimuladamente y con discreción, se acercó mediante pasos suaves y lentos.
—¿Celina... Y Alexander? ¿Qué hacen aquí? —Se escuchó una voz, saliendo del lugar. Era la joven rubia de fleco, vistiendo un vestido de tirantes con tela desgastada. Era rosado desde la parte de arriba. hasta la falda, la cual le llegaba por arriba de las rodillas.
Gracias a la cercanía de los susodichos, el segundo logró percatarse del estremecimiento involuntario que Celina tuvo. Por ello mismo se apresuro en hablar, sin esperar a que la otra empezará a balbucear sin sentido. Era obvio desde su perspectiva que ella no tenía ni la más mínima idea de que decir.
—Yo quería saber si podías ayudarme.
—¿Yo? ¿Para qué?
—Para... Eh... Es que Lyne, bueno... Y pues tú eres su mejor amiga... Y pues ajá... Así que sí. —Sonrió al finalizar, sintiéndose seguro de que lo había explicado bien.
—Que le des consejos para acercarse a Rosalyne, y como ayudarla, así que si me permiten, yo procedo a retirarme. —Se giró, lista para comenzar su camino, y con completa disposición a abandonar el lugar ya con su objetivo acatado, siendo detenida completamente en el momento en que oyó su nombre.
—¡Te veo mañana, Celina! —Exclamó sin ningún reparo al mostrar sus dientes blancos por medio de su gran sonrisa.
—Lo espero. —Respondió con intención de regresar la despedida, combinándolo con un asentimiento y levantando ligeramente las comisuras de sus labios.
—Ah, y... Bueno, tu también deberías intentar hablar con alguien cercano a tu hermano, en vez de hacerlo directo, si él no se interesa en cooperar. —Sugirió, imitando el consejo que ella misma le había dado, sobre acudir a Valerie para ayudar a Lyne.
Celina pensó en Grace, y percibió un atisbo de esperanza.
—Seguro, tienes razón. —Aceptó, ensanchando su sonrisa.
Terminaron agitando sus palmas y seguido, cada uno continuó con su camino.
Ambos echaron un vistazo hacia atrás, pero al no ser simultaneo, no llegaron a coincidir.
***
N/A: Pequeño anuncio(?, es probable que esta historia pronto quedé en hiatus (si no es que desde ya mismo) por motivos personales, de no ser que halle la forma de seguir. Igualmente, las actualizaciones van a comenzar a retrasarse cada vez más y más hasta que pueda regresar bien. Agradezco el apoyo de la minúscula cantidad de gente que me lee, y por ello mismo me disculpo. Bye, y hasta la próxima!
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Destinados
Ficção Adolescente¿Has sentido esa conexión que ocurre cuando conoces a tu otra mitad? ¿Alguna vez experimentaste la química de encontrarte con la pieza faltante en ti? ¿Conoces la sensación de electricidad que te recorre el cuerpo cuando sabes que tu y esa persona s...