Capítulo 38. "Arribando al festival"

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La chica joven vestía una blusa corta con estampado de graffiti. Los jeans desgarrados eran holgados y largos. Portaba los mismos tenis gastados de siempre, y al observarse en el espejo su cabello mojado se veía más claro de lo normal, pues siempre le sucedía eso cuando salía de la ducha.

Dejó el cepillo en el tocador y se vió a sí misma por más tiempo del que le gustaría admitir. Al igual que difícilmente iba a aceptar que en ese momento, entre sus pensamientos yacía la duda de si su atuendo llegaría a ser de agrado para su compañía en esa noche.

—¿Entonces te veré hasta mañana? —La aguda voz ajena a los pensamientos de Celina causó que se centrara en el presente.

—No, exactamente, Avril. Vendré por tí tan pronto como pueda. —La susodicha esbozó una mueca de inconformidad por alejarse de su hermana, hasta que pareció recordar algo que le cambió la expresión.

—¡Ah, porque vas a salir con tu novio!

Mientras que Celina agrandó los ojos y se ruborizó simultáneamente.

—Claro que no, ni siquiera tengo novio.

—Entonces... ¿Tienes novia?

Procesó la pregunta que no se esperaba, y luego respondió con ternura.

—No, tampoco Avril. Todavía no. No tengo ningún tipo de relación romántica en este momento.

—Oh... Que mal, yo quería un nuevo hermano mayor. —Confesó al bajar la mirada. Ante eso, Celina sintió un pesar en su corazón, sin embargo no perdía la chispa de esperanza de seguir solucionando ese asunto poco a poco. Empezando por esa misma noche.

—¿Qué te parece si mejor te conseguimos una abuela por una noche? —Sugirió sonriente, a lo que la chiquilla reaccionó de forma confusa.

Para cuando lograron salir con éxito de su vivienda, Avril ojeó a los lados con curiosidad, mientras iba tomando la mano de su hermana mayor. Al notar que detenían el paso demasiado pronto, se fijó en que era la casa de al lado. Además estaba intrigada por saber quienes vivían allí, ya que ella no salía mucho de casa.

Así, Celina tocó la puerta con confianza, en la espera de que alguien le abriera. Cosa que demoró poco.

—¡Ay, pero que hermosa niña! —Exclamó muy entusiasmada la anciana, quien tan pronto abrió la puerta, se enfocó en la pequeña junto a Celina.

—En serio le agradezco muchísimo por esto, no tiene idea de la gran preocupación que me está quitando. —Le agradeció con un semblante de alivio....

—No es nada, niña. La gente en este vecindario habla ¿sabes? —En ese momento, Celina se puso un poco nerviosa. —No es que todos los rumores sean ciertos, claro, pero definitivamente puedes contar conmigo siempre ¿de acuerdo? especialmente si es de una niña tan adorable. —Soltó al momento que pellizcaba las mejillas de esta. —Avril, ¿cierto? ¿te gustaría entrar conmigo y ver a tu encantador hermano tocar con su banda mientras comemos chocolates?

Los ojos de la mencionada se iluminaron y la enorme sonrisa ilusionada apareció de inmediato.

—¿Tiene chocolates?

—Así es, y muchos. —Así que eso fue todo lo que bastó para que ella corriera a adentrarse al interior. —Estaremos bien, ya puedes irte con tu cita. —Guiñó un ojo, haciendo a la  joven chica sentir la sangre acumulada en sus coloradas mejillas. Ya que ni bien pudo responder, al ver la puerta frente a ella cerrarse.

De esa forma, en unos minutos después de lo ocurrido, nuevamente se encontraba en frente de una puerta, únicamente que ésta entrada no era para dar con una señora de mayor edad, sino con un muchacho tímido y distraído que a menudo robaba la atención y pensamientos.

Porque la manera que le hacía sentir sin ser consciente ni siquiera, era extraño para Celina, y aún más, le asustaba en cierta cantidad.

—¡Vuelve temprano, pero diviértete mucho!

—¡Está bien, te veo pronto! —Respondió el adolescente ya estando afuera, antes de cerrar por completo la puerta desgastada. Aunque cayó en cuenta de la presencia de la chica algo lento pues para cuando la observó a los ojos, ella ya estaba examinando su vestuario.

Algo sí se avergonzó, pero era que no salía a menudo y unos pantalones cortos holgados, más una camisa ancha de caricaturas era todo lo que había tomado para lucir esa noche.

—Es un poco extraño... —Formuló la chica como primera impresión ante lo que veía.

—Juro que fue lo mejor que encontré. —Se encogió en sí mismo con pena y nerviosamente se tomó la parte inferior de la nuca. De modo que en cuanto Celina previó el gesto que la atontaba, se viró y sin querer tosió como distracción.

—Está bien, te ves realmente bien, de verdad. —Carraspeó de forma inquieta. —Supongo que ya deberíamos marcharnos...

—Cierto, tienes razón. —Se aproximó a su lado y entonces empezaron a caminar, él siguiéndola a ella, quien conocía la dirección de su destino establecido.

Siendo que con intención de evitar un silencio extraño, a los primeros pasos de avanzar Alexander vio lo que era un auricular que le era ofrecido por parte de la chica. Y sin muchas molestias, aceptó la silenciosa propuesta.

Y así, tanto como esa vez en el autobús, como el primer día, en casa del jóven, un cable fue lo que bastó para sincronizar sus latidos con el ritmo.

Entre diferentes canciones que variaron durante su trayecto, fue bastante ameno el ambiente que compartían.

Y siendo que todavía era temprana la hora, les pareció más favorable pasar la espera con algo de exploración. Siendo imprevistamente sorprendidos cuando divisaron a quien menos esperarían que se hallara allí.

Porque un festival de música adolescente, no parecía del todo algo en lo que Lyne pusiera tiempo, por gusto propio. Por lo que fue desconcertante verla salir de una tienda de instrumentos, entre los puestos de aquella espaciosa área.

Era realmente muy muy curioso que se encontraran tan pronto, a pesar de lo grande que era todo el lugar. Ya que muchas personas se habían establecido alrededor de los límites del escenario y su espacio para el público.

—Pero qué rayos. —Celina balbuceó de forma incrédula.

—Esa de ahí es Lyne, ¿cierto? —Por otro lado, Alexander hasta confirmaba no ser el único que la veía. Entonces, tras las intensas miradas que la joven recibía por parte de ese par, finalmente terminó por voltear con intriga a donde era observada.

Ahí, cuando fueron los tres que chocaron miradas con ella, todos recordaron la última vez que se habían visto.

Y cada quien tuvo sus respectivos pensamientos.

Ya que de un lado, la rubia buscaba cualquier tipo de indicio en Celina, que le asegurara que se encontraba en un mejor estado que anteriormente, cuando sus ojos estaban desbordándose.

Allí, la misma chica mencionada, no solo se enfocaba en lo inusual que era verla por ahí, sino que sus pensamientos vagaban un poco más en el recuerdo de cuando Alexander la había escogido a ella, a Celina, sin preocuparse por perder la oportunidad de hablar con Rosalyne.

Mientras que Alexander... Era más simple, y él sí que se concentraba en la existencial duda del misterioso motivo que Rosalyne tenía para hacer presencia en ese lugar.

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