Capítulo 17. "Lo que siento"

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Para una mejor experiencia, se recomienda escuchar la multimedia durante el siguiente flashback.

[Observando el alrededor, reparé en que el atardecer se hacía lucir en el cielo con sus combinación de colores que creaban una vista maravillosa. Ese gesto, causó que el momento pasara de ser peligroso y gracioso, a mágico y cálido.

—¿Todo eso por un vestido?

—No, como crees. Todo eso por ti. —Respondí sin pensar, pronto analizando mis palabras y sonrojándome abrupta y extremadamente.

Pero al oír su suave y dulce risa me alivié un poco más.

—Ya no los veo. —Comentó, refiriéndose a los policías.

—Entonces, ¿Te apetece una viaje en moto? —Propuse aprovechando que al fin estábamos libres.

—Seguro. —Esbocé una sonrisa y giré mis manos aumentando la velocidad.

Luego... Mi universo se sintió diferente. Porque a pesar de estar yendo totalmente en contra del viento con una velocidad peligrosa, entre carros y sus pitidos molestos, y un clima fresco que advertía frío aquella noche, solo me sentía a mi y a ella. Solo escuchaba mi respiración, la suya y el frenético ritmo de mi corazón. Y un calor se expandía en mi ser.

El tiempo se volvió lento y me olvidé de absolutamente todo. Mis problemas, las demás personas a nuestro alrededor, y el hecho de que... Éramos dos chicas, pero lo que sentía iba más allá de una amistad.

Porque en ese momento mi corazón, mi mente y mi cuerpo imploraban y rogaban que aquella escena fuese eterna e infinita. 

Un sin fin de emociones me golpearon, sobre todo con sus brazos sobre mi torso, su cabeza recargada en mi hombro y sus ojos curiosos contemplando el paisaje, ajenos a mi mirada encantada por ella. Y solo por ella.

Ninguna palabra que haya conocido podría describir la danza de alegría, calma y nervios que se albergó en mi.

—¡Me encanta esto! —Gritó con la cara asomada por mi lado. Una vez más, en ella sus ojos destellaban y resplandecían. Parecía como una niña chiquita contemplando un espectáculo increíble. Y probablemente así lucía yo igual, ya que su cara, y sus facciones eran increíbles para mi. Al detallarla minuciosamente supe que era perfecta. 

Fue así que mi corazón, que pensaba no podía ir más rápido, dio un vuelco cuando ella me regresó la mirada y casi en cámara lenta, nos conectamos... De nuevo.

Con algo de cuidado y habilidad, sobrepasaba los carros y menos mal ni había tantos porque mi atención estaba enfocada únicamente en sus ojos grises pero llenos de vida, su cabello rubio largo, que le llegaba por los brazos pero en esos momentos revoloteaba por el viento, cubriendo algunos mechones sus mejillas las cuales tenían su ya común rubor. Y después de todo eso, sus labios finos pero siempre sonrientes, reflejaban la alegría en ella, mientras que yo moría por acercarme... El colmo fue cuando atravesamos un túnel con luces separadas, haciendo que la iluminación jugase con nosotras, pero así, ella viéndose hermosa.

Un escalofrío me recorrió y apenas sentí que mis vellos se erizaron. Salí de mi ensoñación cuando la vi reírse a carcajadas repentinamente.

—¡Celina, tienes hojas en el pelo!

Exclamó muerta de risa, y al revisarme, efectivamente tenía la cabeza llena de hojas. Me avergoncé, pero en ves de encogerme o esconder mi mirada, no pude evitar reír con ella.

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