Capítulo 25. "Charla en la Pizzería"

12 2 7
                                    

—Es extraño.

—¿El qué?

—Que la última vez que estuvimos aquí, terminaste gritándome a la cara que no estabas bien, y ahora la que me está ayudando a mi eres tú. —Mencionó paseando la vista por el alrededor.

En las paredes se plasmaba llamativamente el logo de aquel local de pizzas. Uno o dos meseros cruzaban el lugar apresurados, esquivando las mesas para no chocar, aplicando unos reflejos que delataban cuan acostumbrados estaban a sus trabajos.

A lo lejos divisaba una barra con apenas poca gente frente a ella, y el resto de la clientela situada en las mesas repartidas por el lugar. Casi todos ahí observaban la televisión colgada en la pared, mostrando las noticias. Alexander no prestó mucha atención, aunque llegó a leer sobre una adolescente que había caído desde la azotea de su escuela. En la descripción le llamaban Audrey...

—Es cierto, pero no te puedo ayudar si no me explicas de una vez que ocurre. Me parece que ya desperdiciamos suficiente tiempo viniendo hasta aquí.

—S-sí, cierto, perdón. —Aclaró su garganta para explicar lo siguiente sin tropiezos y de forma clara. —Verás... Después de que, bueno, de que tú me explicaras la forma en que Rosalyne solía ser... Me pareció que había algo más detrás del asunto sobre ella y entre que Isaac llegó dándome una advertencia y la extraña relación que vi de Valerie y Lyne, pues... Bueno. Sentí un impulso de ayudar a Rosalyne.

Finalizó su corta explicación bajando la cabeza con una mirada poco discreta dirigida a Celina, quien presentaba un rostro atento, neutro y calmado.

—Entonces... ¿Estás así de deprimido porque no vino hoy y no pudiste acercarte a ella?

—Exacto. —Confirmó sonriendo. —No te ves tan molesta como creí que estarías.

—Bueno, ella ya no está relacionada conmigo y estoy completamente convencida de que es una maldita basura hipócrita egoísta malcriada, consentida de papi y no tiene remedio porque la muy perra hija de su pu-

—Creo que entiendo tu punto. —Interrumpió desconcertado y alarmado por el lenguaje al que no estaba acostumbrado.

—...Pero si tú quieres ayudarla y hacer el papel del chico bueno, entiendo. Siempre que no te pongas en riesgo de salir herido, estoy bien manteniéndome a raya con lo que sea que hagas.

Se tomó unos segundos tras oír ello, para procesarlo y entenderlo.

—Así que... ¿todo bien?

—Todo bien. —Repitió como si no lo hubiera dicho de forma clara anteriormente. —¿Entonces qué tienes planeado para poder ayudarla o acercarte a ella, eh?

—B-bueno, se suponía que al verla en la escuela hoy le pediría perdón por lo que pasó ayer, y poco a poco me acercaría a ella con acciones, indirectas, y...

—A ver ¿cómo? ¿Poco a poco? —Exhaló aparentemente frustrada. —Con alguien como Lyne te tomará años para que apenas te consideré un amigo de verdad.

—En ese caso ¿Qué se supone que debería hacer, entonces?

—Mira. Las indirectas son una basura que solo sirve para confundir a la gente y darle rodeos, porque solo la gente cobarde con miedo al rechazo utiliza estás. Tienes que ser directo y decirle de frente que quieres ayudarla, y darle una mano. Si la estúpida se niega, entonces simplemente puedes ir y poner a todo su grupo en su contra, te inventas un rumor falso sobre ella, y listo, se queda sola por idiota. —Sugirió con una sonrisa al final, al contrario de Alexander frente a ella.

El joven con los ojos bien abiertos y la palabra atorada, evidenciaba su perturbación ante ese plan.

—¿Sin amigos...? —Soltó incrédulo antes las últimas palabras de la chica. No convencido en lo absoluto e intranquilo por la propuesta.

—O simplemente ve con Valerie como segunda opción, ella definitivamente te ayudará o dirá algo, si entiende tus motivos.

—No estoy seguro, después de todo no me dijo mucho sobre ti cuando le pregunté. —Respondió con simpleza, percatándose tarde de lo que conllevaba el confesar aquello. Así enfocó su mirada en la chica con precaución de cualquier reacción de molestia o desagrado.

En cambio observó sorpresa y aflicción con su ceño fruncido y la boca abierta.

—¿Te... Habló sobre mi?

—En realidad apenas me dijo muy poco, pero me contó sobre como ustedes-

—Olvídalo, no me interesa. —Evadió apretando los labios y suspirando. Arrastró su mirada por el suelo, levantándola en el momento en que recibieron su pedido.

No supieron que decir, ni como romper el hielo. Se aprontaron a consumir su almuerzo compartido, pues el tiempo pasaba y la hora libre se les aproximaba.

Con una poca de valor reunido, Alexander habló en medio del silencio que había entre ellos dos. A diferencia de el claro bullicio que era causado por la clientela presente en el lugar.

—¿Y... Tú que has hecho? En la mañana te veías muy feliz.

—¿Y-yo? —Para Celina, era raro el que alguien se interesará por ella y le cuestionará sobre su vida cotidiana. Era lógica su confusión por no saber como reaccionar.—Ah, pues...

—¿Qué hiciste ayer después de la escuela? —Ladeó la cabeza con los ojos firmes en ella. Para Celina, era un gesto tierno el que le brindara su completa atención.

—Después de la escuela... Pues de hecho ayer me ocurrió algo extraño, diría. Resulta que en mi camino a mi casa... —Y así, cuando menos se dio cuenta, terminó explicándole todo lo que acarreaba en su mente al castaño que escuchaba con detenimiento todo lo que ella decía.

—¿Así que él ha estado cuidando que nada le pase a tu hermana menor?

—Aja. —Respondió entretanto que masticaba una rebanada de pizza, de la cual ya no quedaba casi nada.

—Oh, eso es algo bueno... Supongo.

—En parte. —Suspiró. —Pero no lo admite, y aunque está demostrando con hechos que cambió, sigue intentando hacerse el imbécil. Ya no sé como arreglar nuestra extraña relación. Aunque parece que en serio está encaprichado con la chica del mechón verde.

—Mmm ¿y vas a ir al concierto que dijiste que darán?

—¿A ese concierto? ¿para qué? —Preguntó incrédula.

—Podrías... Intentar conectar con él a través de algo que le guste. Además, sigue siendo un concierto, y la música siempre es buena para despejarse y distraerse. Nunca está de más divertirse un rato ¿no? Aun en medio del caos todos necesitamos un momento de distracción para nosotros mismos.

—De hecho... Tienes razón. —Habló al pensar en ello. —Sí, es cierto. Deberíamos ir.

—¿Deberíamos?

—Le preguntaré a Nairam los detalles, aunque no estoy segura de que me los diga. Quizá ni me quiera ahí. —Continuó pensando en voz alta.

—¿V-vas a ir con tu hermana menor?

—¿Qué? No.

—¿Entonces con quién? S-solo si quieres decírmelo...

—Contigo ¿no? ¿O es que no quieres?

—¿Y-yo?

—Sí. Tú. ¿Pensabas que iría a un festival de música sola, siendo tú quien me aconsejo ir?

—Bueno, es solo que no consideré que querrías mi presencia al intentar acercarte a tu hermano.

—Relájate, será un concierto normal como cualquier otro. Así que tú también tienes que venir y despejarte. Es bueno querer ayudar a los demás, pero tampoco debes olvidarte de pensar en ti. ¿Ok? Cielos ¿qué harías sin mi?

Rio por lo bajo y procedió a hablar de nuevo.

—De acuerdo, de acuerdo. Entonces está decidido. Iremos juntos a ese festival.

DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora