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Es raro escuchar la casa tan silenciosa, desde que llegaron los rubios a esta casa hacia mucho que el silencio no reinaba en ella. Si no era por uno era por otro, pero el caso es que la energía que desprenden ambos es de lo más característica.

Hoy me había levantando algo más temprano de lo normal, y digo normal porque no lo es en mi que este despierta tan pronto, pero ayer se me olvido bajar la persiana y los rayos de luz penetrándome los ojos han hecho que me despierte. Menos mal que Hugo estaba con su cara hundida en mi cuello y no se ha despertado, así que he bajado la persiana para que siguiera durmiendo.

Poco dura el agradable silencio cuando una alocada rubia entra por la puerta de la cocina con su moño despeinado y los ojos casi cerrados debido al despertar. Pero eso no le quita la sonrisa que tiene en la cara.

- Tu, amiga - me señala sentándose enfrente de mi mientras bebo de mi café - tenemos que ir de compras para mañana, aun no tenemos nada para ponernos.

- Ala, es verdad, que mañana es Navidad - me doy un golpe mental por no acordarme del día tan importante de mañana, al menor para mi lo es - pues vámonos esta tarde de compras.

- Anda, ya sacas un hueco para tu amiga, ¿no? - alza una ceja mientras me levanto para dejar la taza en el fregadero, que mas tarde limpiaré.

- ¿Qué? - arrugo la frente.

- Que estas todo el día con Hugo por ahí y no salimos juntas casi - me dice haciendo un puchero.

- Podría decirte lo mismo de ti con Flavio - le digo riendo y ella ríe también asumiendo que llevo razón.

- Vale, es cierto hemos estado demasiado tiempo con estos imbéciles y no hemos estado para nosotras, culpa de las dos - dice provocándome una carcajada.

- ¿Qué imbéciles? - una voz grave suena desde la puerta, Sam se gira y yo me asomo distinguiendo el rostro de Hugo que se estira adormilado.

- Pues tu y Flavio - dice Sam segura.

Hugo ríe pero ni siquiera le pregunta el motivo por el que los ha llamado así, se acerca a mi depositando un beso en mi mejilla y se acerca a abrazarme por la espalda, depositando su cabeza en mi hombro.

- Es que no es justo, tu vives con tu novio - dice mostrándose enfadada.

Hugo ríe pero a mi me ha entrado unas mariposas extrañas al escuchar ese apelativo, "novio", nunca nos habíamos etiquetado, pero supongo que sí, que lo somos. Suena raro.

- Pues vete tu a vivir con el tuyo - es Hugo quien responde mientras con sus manos me acaricia la barriga por dentro de la camiseta.

- Claro, ¿ y echo a su compañero de piso o que? - dice cruzándose de brazos divertida.

- Iros a otra casa los dos juntos, y nos dejas esta a Eva y a mi solos - contesta el rubio haciendo que le mire con la boca abierta y Sam finja un enfado.

- Ósea que sobro, ¿no? - dice dramática llevándose una mano al pecho - muy bonito.

- No le hagas caso, es idiota - le digo a Sam riendo mientras paso mi mano por la cara de Hugo.

Sam sale de la cocina haciéndose la enfadada, ya que todos sabemos que lo que ha dicho Hugo no es verdad, solo estaba bromeando. El amor de hermanos entre Hugo y Sam es tan especial, pocas relaciones he visto así, y he de decir que me encanta. Ojala haber podido tener un hermano o una hermana.

Hugo me gira quedando cara a cara, colocando sus manos alrededor de mi cintura, acercándome más a él. Mirándome con sus ojos hinchaditos de recién despertado y su piel perfectamente lisa y suave. Siempre pensaré que tiene una cara y un cuerpo demasiado perfecto, he intentado sacarle defectos muchas veces, pero siempre quedaban en vano.

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