Capítulo 15: No salgas

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Por fin, la vacaciones. Mañana no hay que venir más a clase y podré estar dos semanas tranquila, salir a dar una vuelta, comer, dormir...
Llegué a casa y preparé la comida, al llegar mis padres les pregunté si podía merendar en casa de Tanià, porque nos íbamos a juntar todos y yo quería llevar a Julie.
-No puedes.
-Vale, pues me voy a mi cuarto.
-¿No vas a preguntar porqué no puedes?
-Si es lo que habéis dicho no os voy a discutir.
-Adiós hija.

Estoy hasta el coño, no me dejan hacer nada. ¿Ahora que habré hecho, no cerrar la puerta, dejarme una luz encendida, usar el móvil a destiempo? Ni idea.
Mandé un mensaje por el grupo para decir que no podía y al rato recibí un mensaje.
Jo tía, siento que no puedas. Se te va a echar de menos.😘❤
Y más me dolía a mi Tanià, mucho más.
Me puse que ver una peli mientras dibujaba y de vez en cuando miraba la hora, pero no tenía nada. Ni un mensaje ni nada, solo esperaba que alguien me sacara de este humor de mierda.
Julie me llamó y al contarla todo, me entendió. Me pidió llamarla si tenía un ataque.

-Hola, nos vamos ya a trabajar.
-Hola mamá.
-Hija, no te dejamos salir porque tu padre considera que estás saliendo demasiado. Quédate las vacaciones en casa, no hace falta que salgas tanto.
-Te pones de su lado, genial mamá. Tú eres la primera que me deja salir y no quiere que me agobie en casa pero le apoyas.
-Cielo déjalo. Quédate en casa y ya está.
-Vale.
-No te enfades cielo, adiós.
-Adiós.

Una historia, y otra, y otra. Ver Instagram y todas las historias de los chicos me estaba matando. Yo quería ir, estar ahí, salir en esas fotos. Putos padres macho.
Tras acabar la peli, me voy a la ducha y cuando me sumergí en el agua, lloré, maldije e insulté. Exploté. Ya está. Siempre tocaba el límite.
Al salir llamé a Julie, y al colgarla tenía un mensaje de Marc.
Hola guapa, sé que no te dejan salir pero, ¿puedes abrirme la puerta y te doy algo?
Miré la hora. Eran las 5 y mis padres venían a las 8, tenía tiempo.

Al llegar Marc le abracé y acabé llorando, me acariciaba como si me fuera a romper, pero el que se rompió fue él cuando le agarré las manos y le hice apretar el abrazo.
-Princesa, te vengo a salvar.
-Oh mi amado príncipe, dime.
-Para ti.
Era una cesta con chocolate, gominolas y mucha más comida para consolarme. Debajo de todo había una camiseta suya, según él para que cuando le echara de menos, la agarrara. Si es que me lo como.
-Te amo.
-Yo muchísimo más.
Se fue al rato y antes de eso le di una camiseta mía, lo cual agradeció más que yo.

Al llegar mis padres del trabajo, se asomaron a mi habitación, pero del cabreo que tenía no quería ni verlos en pintura así que me hice la dormida. Me vieron y se fueron, sin acercarse, sin preocuparse, como siempre. Están para las broncas pero no para el resto.

A la mañana siguiente ellos, no estaban en casa, así que hice lo que me dio la gana, estoy harta de todo de verdad.

Una Peripatética MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora