Una Peripatética Más

Capítulo 24: Te necesito

Sobre las 9 de la mañana nos levantamos para ir a la universidad y antes que de que saliera de la ducha Alfonso y yo nos quedamos pasmados porque Pol llevaba listo 10 minutos y ya tenía todo lo necesario para salir por la puerta.
-Este tío está fatal.
-Pol hijo, deja las drogas.
-Estáis tontos. Venga Caria vamos.
-Voy. Adiós Alfonso, adiós Gloria.
-Adiós chicos.

-Caria, ¿por qué vas hoy al médico?
-Pues me preguntará cómo voy con la ansiedad y con los problemas con la comida. Poco más.
-Y eso va bien, ¿no?
-Bueeeno, a ratos. Es cierto que desde que no tengo a mi madre comiéndome la oreja soy más libre, pero me dan bajones de vez en cuando y vuelvo a lo de antes. O me inflo o no como nada.
-Joder macho, ya lo siento. Caria, estoy aquí para lo que necesites, no se te olvide eso nunca.
-Te quiero Pol.
-Yo más.

-Bueno nenes, empecemos la ronda. A ver, donde estamos ahora es el paraninfo, aquí vendréis en la graduación o en algún acto importante. El rector tampoco es que le guste mucho eso así es una sala de decoración, le da caché a la universidad. En la primera planta tenéis las clases de arte. La forja, las aulas de dibujo, de escultura... Las teóricas están en su mayoría abajo, aunque las de historia suelen estar en la tercera planta, junto a la biblioteca, por si hay que consultar algo.
-Caria.
-Dime Pol.
-El médico lo tienes a las cinco. Se nos va a hacer tarde, deberíamos ir cortándola.
-Tienes razón. Calduch, perdona pero nos tememos que ir.
-Claro nenes, marchen. Espero que no os perdáis el primer día.
-No ni nada jajajajja.

Estábamos caminando por el hospital y en recepción ya nos preguntaron la planta a la que íbamos. Pol se pensaba que iba al médico de familia, pero al descubrir que iba a psiquiatría se puso blanco. Lo que no podía llegar a comprender es que yo fuera a un sitio como ese.
-¿Estás bien?
-Si, eso creo. No pensé que fueras al psiquiatra.
-Ya bueno, la ansiedad y esto lo tratan los psiquiatras Pol.
- Bueno, es verdad.

-Caria Montaner, pase por favor.
-Voy.
-Puedes acompañarla si quieres.
-Perfecto.

-Caria, ¿qué tal estás? Veo que no vienes sola.
-Si, este es Pol, un amigo.
-Cuéntame.
-Pues verás, tengo recaídas y cada vez más fuertes. Ahora me da un ataque por cualquier cosa, sin importar su gravedad.
-Vaya por dios.
-Lo peor es que pensé que si ya no vivía con mis padres las crisis bajarían pero no pasa.
-A tu edad y con tu historial está claro que te preocupa el futuro, laboral, sentimental, económico, lo que sea. Dime algo.
-Pregunta.
-¿Has tenido últimamente algún ataque que implique el intento de suicidio?
Miré a Pol, conocer mi vida tan de repente le estaba jodiendo.
-Si, la última fue muy grave y estuve apunto de cortarme pero alguien abrió la puerta y me acojoné.
Pol comprendía que quién abrió la puerta ese día había sido él, recordó que cuando llegó yo salía del baño con lágrimas y con una cuchilla en la mano. Le solté la trola de que me iba a depilar y que me corté haciéndolo. Esa trola que en un pasado funcionó, ahora ya desapareció entre las lágrimas que asomaban por los ojos de Pol.
-Bueno Caria, te recomiendo que para cualquier cosa busques apoyo o me llames. Sé que no es fácil pero hemos hecho muchísimos progresos Caria, no abandones.
-Gracias, nos vemos el mes que viene.
-Mejor en dos meses, que tengo los cursos de formación.
-Perfecto.

-Fui yo el que abrió la puerta.
-Exacto, fuiste tú el que me salvó.
-¿Qué hubiera pasado si yo no llego a aparecer?
-Lo más seguro que tú padre, Gloria o tú me hubierais encontrado en el baño con las muñecas rajadas y sin vida.
-Lo pillo, no hace falta ser tan explícita.
-Tú has preguntado.
-No quiero que te mueras. No quiero que desaparezcas. Te necesito. Estos últimos meses han sido lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, voy a cumplir mi sueño de ser profesor y todo gracias a Merlí y a ti Caria.
-Pol...
-Pol nada, estoy harto de que la gente que es importante para mi se muera. Estoy harto de sufrir, de nunca poder estar bien con alguien.
ALGUIEN.
-¿Y TÚ CREES QUE YO QUIERO MORIR? Estoy harta de la ansiedad, de mi, de mi cuerpo, de la comida, de la medicina, de mis padres, de mi vida. Eres lo único que aguanto, una amiga frente a toda la balanza.
-Antes éramos dos migas.
-Antes Marc estaba aquí.

Tiempo después, con un silencio que no era incómodo pero que nos alejaba, llegamos a casa. Tras un tiempo me acerqué a su habitación, allí estaba, sin camiseta y en calzoncillos, apunto de dormir.
-Caria.
-Pol. Te necesito.
Y una vez más como el pacto que hicimos hace un mes, volvimos a ser uno, demostrando que nos queríamos pero sin compromiso alguno, solo él, yo, las sábanas y la noche.