Capítulo 26

403 68 20
                                    

ZEE

Vuelo en la oscuridad de la noche, ahora que Fiat me ha confirmado que la dirección que tengo es la correcta no puedo parar. Me concentro en lo que debo hacer al llegar al lugar donde tienen a Saint, rezo para que no decidan trasladarlo cuando se den cuenta de que Fiat ha huido, porque entonces no tendré ningún hilo de dónde tirar. Me obligo a no pensar en esa posibilidad y acelero mi coche al límite. Max va trazando un plan de entrada con los planos que Preecha y Angelica nos han mandado, parece ser una casa sin sistemas de seguridad aparentes con dos entradas. Tiene un sótano que es donde más probable que los hayan retenido. Ya casi estoy Saint, aguanta por favor, es lo único que pienso en todo momento deseando que pueda de alguna manera sentirlo.

SAINT

-Papá, ¿qué haces aquí?, ¿has mandado tú secuestrarme? – le pregunto sin dar crédito aún de su presencia en este lugar.

-Sí – me responde con una mirada desafiante en su cara.

-¿Por qué? – sigo sin creer que esto sea real.

-Saint, han pasado muchas cosas desde que te fuiste de casa, esto no lo hago porque quiera, pero no tengo otra opción – me explica.

-¿Qué? Explícate mejor porque no entiendo nada – le espeto perdiendo la paciencia.

-No puedes ganar ese juicio, y si estás aquí en vez de muerto es porque yo me encargo de este asunto – me dice sin ápice de arrepentimiento.

-¿Has contratado a ese psicópata que casi mata a Fiat y pretendes que crea que lo has hecho por mí? – le pregunto estupefacto.

-Lo he hecho porque no tenía opción y en parte por ti – me dice el mentiroso.

-Papá, dime qué carajo está pasando y quiero la verdad porque sé que esto no es por mí, ¿qué beneficio sacas de esta situación? – le pregunto, lo conozco demasiado bien.

-El ministro no puede ir a la cárcel, últimamente he invertido en unos negocios que no han salido del todo bien y él puede hacer que esas deudas desaparezcan y además puede ayudarme a que otro de mis negocios vaya bastante bien – me explica.

-Entonces es eso, lo haces por dinero, como siempre. Lo único que te importa es el dinero y las apariencias, hasta el límite de casi matar a una persona inocente – le escupo a la cara mi rabia.

-Ese abogado amigo tuyo es un daño colateral, no tenía pensado matarlo pero ahora que ha escapado no me queda más remedio que encontrarlo y quitarlo de en medio y eso es culpa tuya Saint – me dice tan fresco.

-¿Culpa mía?, ese bastardo que has contratado quería violarlo después de darle una paliza, no podía permitir eso – le grito.

-Tampoco hubiese sido tan grave, ¿no es eso lo que les gusta a los hombres como tú, alguien que los folle sin miramientos? No eres un santo Saint, sé muy bien cómo te ganabas la vida antes de hacer creer a todo el mundo que eres un abogado respetable, y antes de casarte con ese guardaespaldas tuyo. Pensaba que Lhong iba a ser capaz de traerte de vuelta, pero al final resultó ser tan desviado como tú – me dice escupiéndome su veneno a la cara.

-Vete a la mierda y déjame salir de aquí, te aseguro que no querrás estar cerca de mí cuando Zee me encuentre – le amenazo.

-Zee no nos encontrará, vamos a hacer un pequeño viaje Saint, y cuando el juicio se salde con la puesta en libertad del ministro entonces podrás hacer lo que quieras – me resume.

-Estás loco si piensas que iré contigo a ninguna parte, por mi puedes pudrirte – le espeto.

Entonces un hombre que no había visto hasta entonces aparece acompañado de una mujer, el hombre me inmoviliza contra el suelo mientras que la mujer me inyecta algo con una jeringa en el cuello, empiezo a sentirme mareado enseguida. Intento apartarlos de mí pero fracaso totalmente, solo pienso en Zee, no quiero que sufra cuando no me encuentre y al segundo mi mundo se vuelve negro cuando me desmayo por completo.

Elección final - ZeeSaint (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora