Capítulo 14: 15/03/2017

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El día siguiente

Erika

Habría apostado mi vida entera a que Alejandro se marcharía en la mañana, mis ojos se abrieron aún bañados en las sombras vespertinas, el sol no se filtraba en la mañana pues el edificio se oponía a la luz del amanecer y no la recibía hasta la tarde, sin embargo quién sí se asomaba por la ventana era él; despierto, sobrio, su cuerpo era una espectro moreno de musculatura, miraba a través de los cristales, había corrido la cortina levemente para ampliar su vista.

La toalla seguía siendo lo único que vestía, de verdad deseé no desear que descendiera hasta sus tobillos, pero aunque mi carne fuese débil mi orgullo permanecía en perfecto estado, no flaquearía tan fácilmente.

―Buenos días, Homero. ―Lo saludé desde la cama.

Se giró con duda, como repentinamente consciente de no estar completamente solo, me dedicó una media sonrisa que se sentía como una disculpa.

―No recuerdo mucho de lo que pasó anoche ―admitió, su voz denotaba tristeza todavía―, me sorprendí mucho al verte a mi lado en la mañana, me sorprendió aún más el hecho de... bueno, de estar desnudo ―ese comentario provocó que mis mejillas se sonrojaran levemente, estaba haciendo un esfuerzo monumental por ignorar su desnudez―. ¿Nosotros...? ¿Acaso yo...?

―¡No! ―me apresuré a aclarar, incorporándome en la cama―, mira Holmes, si no te permití nada estando sobrios créeme que menos lo habría hecho en ese estado.

―Gutiérrez. ―cortó él.

―¿Qué?

―Mi apellido es Gutiérrez, Holmes es solo artístico.

Yo ya lo sabía, y él sabía que era el caso, de cualquier forma hubo algo en su entonación que me hizo sentir que lo pronunciaba más para sí mismo que para mí, como si intentase recordarse quién era en verdad y no en quién se había convertido. Tal vez de haberle expresado mis pensamientos me habría acusado de querer utilizar mi psicología barata de guionista, la idea me hizo sonreír un poco.

―Entonces, señorita Jaeger, ¿me puede explicar qué fue lo que pasó anoche?

Ahora yacía de frente a mí, acortó la distancia a dos pasos hasta sentarse en el borde de la cama, sujetando fuertemente el borde del paño con la mano izquierda. Me vi en la forzosa situación de tener que explicarle lo que había pasado la noche anterior, tratando de ser lo más sobria y tranquila posible, sin dejar agujeros que él pudiese atacar con sus comentarios elocuentes.

―Entonces... me violaste. ―ahí estaba.

―Te bañé porque estabas ebrio.

―Me desnudaste en un estado de semi-consciencia.

―Te limpié lo que seguramente era vómito y alcohol.

―Me metiste en tu cama luego de frotarme el cuerpo con jabón.

―¡Ale...!

―Gracias ―me cortó, su semblante permanecía sereno, pero en sus ojos aún se denotaba una tristeza más profunda de la que alguna vez lo creí capaz de expresar, contenida, si era capaz de recrear esa expresión en una escena no habría papel que no pudiese obtener―. No sé a dónde habría parado si no me hubieses recibido, aún teniendo tú todas las razones para no hacerlo, así que... gracias.

Él estaba en lo cierto, había tenido todas las razones para no recibirlo, mas en ese momento se había sentido como todo lo contrario, tenía que ayudarlo de alguna manera, no podía dejarlo solo y no impulsada únicamente por el altruista sentimiento de ayudar al necesitado, sino por la más pura necesidad de ayudarlo a él, especialmente a él.

Estrellas Perdidas [Antología Perdidos en el Eco #1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora