Jacob Avery

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Ya habían pasado unos meses desde el inicio de clases y Harry siempre era elogiado por sus profesores por ser tan inteligente. Haciendo enfadar a la impura de Gryffindor, Granger, lo cual, en realidad no le importaba, de hecho, le divertía, ver sus miradas asesinas, de las cuales se burlaba con Malfoy, ya que era el único con el que se juntaba. Y, la diferencia entre Granger y él era que, si bien ambos eran inteligentes, no sólo Potter era superior si no que la chica interrumpía la clase para dar su opinión o comentar cosas, mientras que Harry levantaba la mano y esperaba pacientemente su turno de hablar en silencio, haciendo que los profesores también elogiasen ante sus modales, lo cual lo hacía sentir muy orgulloso, ya se había tomado el tiempo de perfeccionarlos, como todo lo que hacía, él lo quería perfecto.

Y ahora, estaba ahora en la biblioteca haciendo la tarea de Historia de la Magia mientras leía un libro de Runas V, cuando sintió que alguien tocaba su hombro, por lo que se volteó y vio a un chico de cabello marrón dorado, corto, su piel clarita, unos hermosos ojos color miel, rasgos aristocráticos, un poco más bajo que el, túnicas de buena tela y una estela roja, algo tímida y provocativa al mismo tiempo.

— Disculpa, pero se te cayó el tintero junto con la pluma y se le rompió la punta, y, note que estabas muy concentrado en tu lectura para notarlo, pero la tinta estaba cerca de tu ropa, y sería una pena que se ensuciara— explico dándole la pluma obviamente rota y lanzando un fregotego al suelo y otro a la mesa.

— Soy Jacob Avery, por cierto— tendió una mano dejando el pie izquierdo atrás, dejándole ver a Harry que tenía una buena educación.

— Harry Potter Volant— contestó el estrechando su mano, el otro sonrió.

— Sé quién eres, yo he visto tu rendimiento académico, tus modales... yo no quiero que pienses que estoy loco, ni que soy un acosador, pero me gustaría juntarme contigo si no te molesta— ofreció vacilando, Harry alzo una ceja pensando —Soy callado— agrego, esperanzado de que con eso lo pudiera convencer, y Harry realmente se lo medito, Avery, uno de los Sagrados Veintiocho, se notaba que el chico tenía potencial, por lo que silenciosamente lanzó un Legillimens, para asegurarse de que no fuese enviado por Dumbledore, y pudo observar un poco en la mente de su prospecto a futuro seguidor.

Y decía la verdad, por demás, había podido ver su potencial mágico, era buen material, Avery había sido instruido en duelo, política, cortejo y piano, si necesitaba reforzar algunas cosas, así como también enfocarse y explotarse a sí mismo. La mente de Harry chispeó, uno de los Sagrados Veintiocho le garantizaba conexiones con otros apellidos de renombre.

— De acuerdo, puedes juntarte conmigo— concedió y el chico se sentó a su lado, mientras Harry pensaba en cómo abordar el tema de mostrarle el camino a Avery, pero claro que aún no podía, sería muy pronto y aun no tenía la total confianza del chico, igualmente, necesitaba poder tener en claro cuál era su causa, por lo que, cuando el chico se fue, se dispuso a buscar todo sobre nacidos de muggles, estirpes antiguas de sangre pura, orígenes de la magia, orígenes de la división entre la blanca y oscura, Historia del matrimonio y sangre mágica. Por lo que obviamente se perdió la cena, pero no le importó, porque había traído varias tartaletas de batata, por si se llegaba a hacer tarde, por lo que continuó con su búsqueda, y tomo pergamino y pluma, para poder hacer anotaciones, de las cosas importantes, y poco a poco su pensamiento iba tomando forma, e iba quedando plasmado en varios pergaminos, así como sus objetivos.

Y cuando se detuvo a ver el reloj, este marcaba la una y media de la mañana, pero poco le importo, ya que estaba cerca de comprender a lo que Poer se había referido en su despacho, y, si estaba en lo correcto eran ideales muy parecidos a los suyos, y él sabía que, justo como había dicho el sombrero, sería algo difícil lograr, sobre todo porque debía convencer a los puristas, pero nada que un poco de mano dura no pudiese arreglar. Él se encargaría de dejar bien claro quién mandaba. Y, finalmente, a las dos de la mañana, había cerrado los libros y juntado los pergaminos, estaba decidido. Tenía las ideas claras, y estas le habían costado unas cuantas horas de sueño, por lo que se apresuró a su sala común. Pero grande fue su sorpresa al ver a Jacob con una taza de chocolate caliente, mirando en su dirección, o bueno, en dirección a la entrada de la sala común.

Infernais (𝙩𝙤𝙢𝙖𝙧𝙧𝙮)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora