Prólogo

374 15 2
                                    

PRÓLOGO

Taehyung solo había estado en un avión en toda su vida, aquel vuelo en el que cruzó el atlántico hacía siete años.

Tal vez era por eso que estaba tan nervioso, había pasado noches enteras sin dormir de solo pensar en subirse a ese avión, aunque no se debía solo a su temor a las alturas, sino que no se imaginaba lo que le encontraría al volver a casa. Se había ido de su pueblo a los 16 años y no había vuelto desde entonces. De ese adolescente que se fue de Daegu ya no quedaba nada.

¿Qué pensarían sus padres del hombre en el que se había convertido? ¿Lo reconocerían sus hermanitos? ¿Sería capaz de recordar el camino desde la estación de autobuses hasta su casa?

- ¿Tae? ¿Estás bien? – La voz de Lucía lo sacó de sus pensamientos. Ella puso su mano sobre su rodilla y lo miraba con preocupación. Tae sonrió para tranquilizarla.

- Sí, solo estoy nervioso por el tráfico, no quiero que nos atrasemos y vaya a perder el vuelo-. Tenían 40 minutos en el taxi de camino al aeropuerto y aún les faltaba mucho para llegar.

- Te dije que te apuraras, pero no me haces caso, Taehyung-. Lo regañó Lucía, él se soltó riendo, tomó la mano de ella, que aun descansaba en su rodilla, y entrelazó sus dedos.

- Tenía que aprovechar para descansar, me espera un vuelo muy largo de vuelta a Corea-. Dijo Tae al mismo tiempo que jalaba el brazo de Lucía para acercarla a él. -Vamos a dormirnos, todavía falta mucho para llegar-. Dijo y se acurrucó junto a ella.

Lucía le dio un golpe en el hombro mientras se reía. -Eres capaz de quedarte dormido y perder el vuelo. Mejor me quedo despierta-. Se incorporó y se puso a revisar su celular, pero no se alejó y Tae estaba agradecido por eso.

Lucía era la única persona que lo conocía tan bien como para saber que estaba nervioso, y también era la única persona capaz de calmarlo. Solo tenerla cerca le daba paz y por eso Tae se negaba a pensar en su despedida.

Taehyung y Lucía se habían conocido en su primer día de clases. La escuela había organizado una cena de convivencia para todos los alumnos de intercambio que habían ganado la beca de excelencia. 

Esa beca que le había cambiado la vida a Tae y que él ni siquiera la había buscado. Él nunca se había preocupado mucho por sus estudios o por las tareas, así que sus calificaciones eran bastante regulares, sin embargo, era un joven brillante. En el examen de aptitudes que presentó en su escuela obtuvo un puntaje perfecto y ganó la oportunidad de irse a estudiar un año a los Estados Unidos con todo pagado. Taehyung no se lo esperaba, vaya, ni siquiera había estudiado para esa prueba, pero todas las preguntas eran de lógica y a él se le facilitaban ese tipo de exámenes. De manera que un día lo llamaron de la oficina del director y un mes después estaba de camino a Estados Unidos.

En esa cena de convivencia para los becados, había otros 25 alumnos que habían corrido la misma suerte que Tae y ahora estudiarían un año en una de las mejores preparatorias del país.

Era un sueño hecho realidad, pero Tae no se sentía emocionado, estaba más bien asustado, nunca había estado tanto tiempo fuera de casa, mucho menos en el extranjero. Sabía muy poco inglés y la gente no era nada amable. Incluso las cosas más simples resultaban estresantes.

Esa noche, él había querido pedir un refresco, intentaba recordar todo lo que había aprendido en su curso de inglés, pero el mesero no parecía entenderle y Tae estaba perdiendo la paciencia. - ¡Solo quiero una sprite! -Exclamó frustrado en coreano.

- Él quiere una fanta-. Dijo en inglés una chica a su lado. Tae volteó a mirarla sorprendido.

- ¿Hablas coreano? -La joven no parecía tener rasgos asiáticos, tenía grandes ojos marrones y la piel morena, probablemente era latina.

- Lo entiendo mejor de lo que lo hablo-. Respondió ella en coreano. Tae la miró impresionado. -Me gustan los k-dramas y el k-pop- Explicó ella y se rio nerviosamente.

- Yo me llamo Kim Taehyung y de ahora en adelante irás conmigo a todas partes-. Anunció Taehyung y ella no paraba de reír.

Y así había sido, Lucía y Tae se habían vuelto inseparables. Él solía bromear diciendo que era su intérprete, que nada tenía sentido sin ella, pero lo cierto es que Tae aprendió inglés en unos meses, se había convertido en el chico más popular de la escuela y no necesitaba a Lu para nada. No solo era guapo e inteligente, también era gracioso y agradable. Él era el tipo de persona que hace amigos de forma natural. Por el contrario, a Lucía, que era tímida, le era casi imposible hacer amigos. Pero gracias a Tae siempre estaba rodeada de gente. Lucía estaba siempre con Taehyung, y a donde iba Tae, iban sus amigos y sus amigos eran, bueno, todo el mundo. Ser la mejor amiga de Taehyung era un poco como estar junto a un reflector. Él llamaba la atención con su energía, sus risas, sus bromas, y Lucía estaba ahí, siempre a su lado, era "la amiga de V" como lo llamaban sus nuevos amigos.

Él la llevaba consigo a las fiestas, la hacía sentir siempre incluida. Pero, más que eso, más que alguien con quien divertirse, Lucía era especial porque, cuando Tae estaba cansado de ser "V", el joven popular que caía bien a todos, cuando extrañaba su hogar, cuando se preocupaba por su familia, sabía que podía ser simplemente Tae con su mejor amiga, a ella le confiaba todo y se permitía ser vulnerable frente ella. Lucía era su roca a donde podía ir a descansar, su alma se sentía más ligera cuando estaba con ella. Lu se había convertido en su hogar al otro lado del mundo y su experiencia estudiando en el extranjero había sido tan buena que los dos decidieron quedarse en Estados Unidos después de terminar el año de intercambio, acabaron la preparatoria en esa misma escuela, consiguieron trabajos de medio tiempo y lograron pagarse la universidad.

Ahora, 7 años después, Taehyung volvería a Corea y se despediría de Lucía por primera vez en todo ese tiempo. Pensar en una vida sin Lu le era imposible, tanto que Tae simplemente estaba evadiendo pensar en eso, había llorado lo suficiente en los últimos días, pero no quería arruinar esos momentos a su lado con lágrimas y tristezas, en unas horas tendría que despedirse de ella, pero no lo haría ni un segundo antes. Lucía era la despedida que más le iba a doler, más porque esa despedida sería para siempre. 

Sweet nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora