Capítulo 9

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CAPÍTULO 9

Lucía no se consideraba a sí misma una persona elegante, era más bien sencilla y un poco básica, su comida favorita era la pizza y usaba tenis en toda ocasión, incluso en una primera cita. Pero esta vez definitivamente debió haber elegido usar tacones. James la había llevado a un restaurante de comida gourmet a las afueras de la ciudad. Los demás comensales vestían formal.

- Debiste haberme avisado que veníamos a un lugar así, no vengo bien vestida, tal vez ni nos dejen entrar-. Lucía traía puesto un vestido de algodón color negro con una chaqueta de mezclilla y botines. James, en cambio, vestía un pantalón negro, camisa blanca y un suéter color azul.

- No te preocupes, te ves muy bien y nadie va a decirte nada-. Se rio James.

- ¿Cómo sabes? Se ve que es un lugar pretencioso.

- Lo sé porque yo soy el dueño de este lugar pretencioso-. Dijo con un Guiño. Lucía se sonrojó inmediatamente, la cita no llevaba ni media hora y ella ya lo había insultado.

- Lo siento, no lo sabía. Y no lo decía mala forma, yo...-

- Tranquila, Lu-. Dijo James entre risas. – Tal vez sí debí avisarte que vendríamos aquí, olvidé ese detalle-.

- Un gran detalle, James-. Le reclamó Lucía.

- Te lo recompensaré, lo prometo-. Dijo James mientras entraban al establecimiento.

Ya tenían una mesa reservada para ellos que estaba un poco alejada de las demás y tenía una bella vista al lago de la ciudad. Apenas se sentaron un mesero se acercó y llenó sus copas de vino blanco.

Lucía estaba completamente fuera de su elemento, no solía tomar vino y no reconocía la mitad de los platillos que veía en el menú. James debió haberlo percibido, pues llamó al mesero y ordenó comida para ambos. En otra situación, Lu se habría molestado de que alguien pidiera por ella, pero James era el dueño del lugar, así que seguramente tendría buenas recomendaciones.

- Creí que eras de Nueva York. ¿Cómo es que eres dueño de un restaurante en esta ciudad? –

- Soy de Nueva York-. Confirmó James. -Pero también de aquí y de Los Ángeles, Texas, Chicago... crecí un poco en todos lados. Mis padres son dueños de una cadena de hoteles, así que nos mudábamos mucho cuando era chico-. Explicó. -Pero siempre le he tenido un cariño especial a esta ciudad, así que aquí puse mi primer restaurante-.

- ¿Tu primer restaurante? Así que tienes más de uno-. Dijo Lucía alzando las cejas.

- Son 6 en total-. Respondió James con la mayor naturalidad, como si ser dueño de una cadena de restaurantes fuera algo completamente normal a los 24 años. – Dos en Nueva York, uno en Chicago, otro en Boston, este de aquí y uno más en Barcelona-.

Lucía estaba perpleja. No conocía a nadie de su edad que fuera tan exitoso, y sin embargo, James no era alguien arrogante, no parecía con ánimos de presumir nada, sino que demostró ser amante de la gastronomía. Cuando llegaron los platillos, empezó a contarle a Lucía que su interés por la cocina había comenzado desde que era niño cuando pasaba sus tardes jugando en el restaurante del hotel y como, a cada lugar que se mudaba, aprendía nuevas recetas y quedaba enamorado de la diferente gastronomía de cada lugar, incluso dentro del mismo país. Se notaba que ponía empeño en su trabajo, llamaba por su nombre a cada mesero, a pesar de que su uniforme no lo indicaba, y le habló de lo importante que era para él que todos los ingredientes usados fueran comprados en una granja local.

Poco a poco, Lucía se iba acostumbrando al sabor del vino y, cuando menos lo pensó, entretenida en la plática de James, había terminado su tercera copa. La estaba pasando muy bien. James era una persona muy interesante, le gustaba la manera en que sus ojos se iluminaban cuando hablaba de su trabajo y los hoyuelos que se formaban en sus mejillas cuando sonreía.

Sweet nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora