I.I - Clásico, nada estrafalario.

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Tres años antes...


En las frías calles de la ciudad, Ismael corre contra el tiempo, el aire helado cortando su respiración como un recordatorio punzante de su urgencia. Son cerca de las nueve de la mañana, y una vez más, la puntualidad no está de su lado. Con los hombros tensos bajo el peso de su mochila, esquiva a transeúntes y salta sobre charcos que reflejan el gris cielo invernal, mientras su mente, usualmente clara y centrada, está hoy desbordada por las advertencias de su padre: "No toleraré otro reporte de tardanzas". Las palabras de Héctor resuenan como piedras en su mochila, añadiendo gravedad a su ya frenética carrera hacia la Institución Académica.

Con un chirrido suave, la puerta se entreabre, permitiendo que una ráfaga de aire frío invada el aula. Ismael, aun jadeando por el esfuerzo de la carrera, se asoma con cautela, sus ojos escudriñando rápidamente la sala en busca del profesor. Espera, con el corazón latiendo aceleradamente, no interrumpir la clase que ya ha comenzado. Avanzando con pasos ligeros que apenas rozan el suelo, se desliza entre los pupitres, intentando que su llegada pase lo más desapercibida posible hasta alcanzar su asiento

La voz de la profesora, inconfundible y severa, resonó por todo el aula - Sr. Alanís, llega tarde nuevamente – Sin apartar la vista de la pizarra, no necesitaba mirar para saber quién era el alumno que intentaba escabullirse discretamente hasta su asiento.

Su tono, impregnado de expectación y una pizca de decepción, hizo que Ismael se detuviera en seco, sintiendo cómo todos los ojos se clavaban en él. Con la mochila aun colgando de un hombro, se giró lentamente, enfrentando la mirada de la profesora y de sus compañeros – Lo siento, me desvele estudiando y mi despertador no sonó, profesora – Logró decir, con la esperanza de que su honestidad mitigara la reprobación esperada.

Manteniendo una postura estricta, observó a Ismael por un momento que pareció eterno – Esta sería la tercera ocasión con retraso...de la semana, Sr. Alanís – Dijo, su voz seria teñida con un matiz de resignación. Algunos compañeros no pudieron contener risitas, que resonaron en el espacio, intensificando la vergüenza de Ismael. Sin embargo, la profesora, haciendo caso omiso de las risas, continuó - Una vez más y tendré que llamar a sus padres – Sus palabras cayeron como un ultimátum mientras sacaba una libreta de entre sus útiles, lista para tomar nota.

- ¡No! ...por favor – Exclamó Ismael, visiblemente sobresaltado. Los murmullos cesaron de golpe y sus compañeros lo miraron con confusión, sorprendidos por su reacción tan vehemente. Con la voz cargada de urgencia, continuó - No es necesario, intentaré que no vuelva a ocurrir, ¡Lo juro! - Se inclinó entonces con una reverencia japonesa Saikeirei, en un gesto de profundo arrepentimiento.

La profesora alzó una ceja, visiblemente intrigada por la reacción tan apasionada de Ismael. Sin embargo, optó por no indagar más al respecto – ...Ismael Alejandro Alanís Blake, tercera falta presente – Anunció, mientras sus dedos recorrían las páginas de su libreta en busca del nombre correspondiente. Al encontrarlo, levantó la mirada hacia él y añadió – Tome asiento y, por favor, no jure cosas en vano – Continuó, Su tono, aunque serio, destilaba un matiz de humor que suavizaba la reprimenda.

- ...Gracias – Murmuró Ismael, esbozando una sonrisa nerviosa mientras el sudor frío perlaba su frente. Sus mejillas aún ardían con un tinte rojizo. Asintió con rapidez, casi imperceptiblemente, antes de deslizarse hacia su asiento. Hizo todo lo posible por pasar desapercibido, aunque la sensación de ser el centro de atención todavía lo acechaba. El murmullo de la clase se fue apagando poco a poco, disolviéndose en el aire mientras la profesora retomaba su lección con firmeza.

Oscar se inclinó hacia Ismael con una sonrisa traviesa y le dio un leve golpe en el hombro - Amigo, por un momento casi me la creo, eso de que te desvelaste estudiando - Bromeó, con una risa suave que cortaba la tensión que todavía flotaba alrededor de su amigo.

Ismael respondió con una sonrisa débil, admitiendo con cierta renuencia –Bueno, a decir verdad si estudié hasta tarde, pero después estuve jugando el juego que me recomendaste – Su confesión añadió un toque de sinceridad a su interacción, revelando la verdadera razón detrás de su tardanza.

Oscar se animó visiblemente al hablar del juego, su voz aumentando en volumen y entusiasmo sin darse cuenta – Ese juego es una maravilla, la misión de asesinar al espía enemigo, ¡joder! ese plot twist nadie se lo hubiera imaginado— Exclamó, casi sin aliento por la emoción.

Ismael, manteniendo la voz baja para no atraer más atención, respondió sin apartar la vista de su cuaderno - Si, pero la escena gore antes de la revelación casi me hace vomitar.

– ¡Chicos, por favor! ¿Podemos concentrarnos? – Interrumpió la profesora, su mirada fija en Ismael. quien sintió una nueva oleada de calor en sus mejillas. El rostro de la profesora, usualmente sereno, mostraba una clara expresión de molestia, indicando que no era el mejor momento para distracciones adicionales en la clase.

– Si profesora, una disculpa — Respondieron ambos al unísono, acomodándose en sus asientos. Con un breve cruce de miradas entre ellos, sellaron un acuerdo silencioso: prestarían toda su atención al resto de la clase. La profesora asintió, satisfecha con la respuesta, y retomó la lección con un renovado enfoque, mientras el aula volvía a sumirse en un silencio de concentración.

Ismael, a pesar de sus momentos de distracción y las adversidades que enfrentaba, realmente se destacaba por su esfuerzo y dedicación. No era inusual verlo obtener buenas calificaciones, y aunque ocasionalmente había excepciones, su rendimiento general era bastante satisfactorio. Pero lo que verdaderamente lo distinguía no eran solo sus logros académicos; Ismael era reconocido por su fiabilidad y lealtad; Eso lo hacía un amigo valioso. Su capacidad para equilibrar las demandas escolares con las cualidades de un buen compañero demostraba su carácter integral y comprometido.

No Te Va Tan MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora