I.III - Y ese fue un gran paso...para la mujer.

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El ambiente en el aula era de un calmo bullicio mientras los estudiantes se iban acomodando para la siguiente clase. Anna y Lizbeth, llegando a su salón justo después del timbre, encontraron el aula semi-vacía, con varios compañeros aún por llegar. Aprovechando los minutos antes de que llegara el profesor, Anna se sentó casualmente en el escritorio del profesor, balanceando sus piernas con una mezcla de nerviosismo y pensativa distracción.

Mientras se balanceaba, su mente vagaba, repasando no solo la conversación que había tenido con Ismael. Lizbeth, notando la inquietud de su amiga, se acercó y se apoyó al lado del escritorio, intentando leer su expresión y ofrecer algún consuelo o consejo. Entre la atmósfera tranquila del salón que proporcionaba un espacio perfecto para que ambas conversaran un poco antes de que la rutina académica se reanudara.

Lizbeth, captando la atención de Anna, arqueó una ceja de manera juguetona y preguntó en un tono bajo, lleno de curiosidad - Entonces... ¿Ese es el tan mencionado Ismael? – Su mirada pícara sugería que había escuchado suficientes historias sobre él como para estar genuinamente interesada en la respuesta.

Anna, con su tono de voz que mezclaba emoción y timidez, respondió a Lizbeth mientras llevaba sus manos a sus mejillas aún enrojecidas por la nerviosidad -Si, ¿no es muy lindo? - Su pregunta retórica y la manera en que su expresión se iluminaba al hablar de Ismael no dejaban lugar a dudas sobre su creciente interés en él.

Lizbeth observó a su amiga con una sonrisa divertida y un brillo de complicidad en los ojos, disfrutando del evidente enamoramiento de Anna, pero en respuesta solo se limitó a encoger los hombros y pensó «Para gustos colores» Cada quien tenía sus preferencias y, aunque ella no compartía exactamente la misma opinión sobre Ismael, respetaba los sentimientos de Anna.

Después de un breve momento, Lizbeth añadió con un tono que mezclaba curiosidad y una ligera decepción – Y tal parece que...¿No se lo mencionaste cierto? – Su mirada se volvió un poco más seria, reflejando su preocupación.

Anna respondió con una voz llena de hesitación, mientras jugueteaba con un mechón de su cabello - No, pero... se lo diré en la salida – Respondió Anna con cierta duda, evitando el contacto visual con Lizbeth, cuya mirada juiciosa hacía que la situación se sintiera aún más intimidante.

Lizbeth, viendo una oportunidad, sugirió con un tono un tanto juguetón – O podrías hacerlo ahora mismo – Ella señaló hacia la ventana por donde la figura de Ismael se vislumbraba, caminando de regreso a su salón con algunas cosas de la cooperativa en mano.

Anna, al ver a Ismael a través de la ventana, sintió un vuelco en el estómago - ¡No, no, no puedo! Quiero decir...lo haré a la salida, con calma – Contestó rápidamente, moviendo la cabeza de un lado a otro en una clara señal de negación. Sus manos temblaban ligeramente.

Lizbeth, conociendo bien a su amiga, adoptó un tono firme y maternal, casi regañando a Anna mientras la sujetaba por los hombros para transmitirle seguridad y determinación - ¡Oye! Sé cómo eres; a la salida habrá muchas personas y no podrás hacerlo por la pena, debes decirle ahora que no hay gente en el pasillo, yo te acompañare – Insistió, su voz cargada de apremio y apoyo.

La decisión de Anna, cargada de un nerviosismo evidente, fue tomada finalmente tras esos momentos de intensa reflexión. Con una exclamación resuelta - ...¡Ok! está bien, lo hare, ¡lo hare justo ahora! – Exclamó, haciendo un ejercicio rápido de brazos para liberarse de la tensión, como si fuera un boxeador antes de su pelea más dura.

Lizbeth, observando este cambio, no pudo evitar sonreír ampliamente, admirando la valentía de su amiga - ¡Eso es! ¡Vamos entonces!

Anna, impulsada por un renovado coraje, se dirigió a la puerta con paso decidido. No obstante, justo al llegar al umbral, una oleada de dudas la asaltó, frenando su avance abruptamente. Desafortunadamente, Lizbeth, quien venía justo detrás, no anticipó esta pausa repentina y, en su impulso de apoyo, le dio a Anna un suave empujón.

No Te Va Tan MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora