II.I - EXHAUSTO

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El sonido del chasquido de la perilla girando fue más que suficiente para que Ismael sintiera un nudo en el estómago, especialmente al ver que era su padre quien aparecía en el umbral, la figura desaliñada y la barba descuidada, con migajas de comida adheridos a ella - ¡¿Qué haces ahí parado, imbécil?! ¡Deberías estar yendo por más cerveza! el refrigerador se está vaciando... - la voz aguardentosa, su tono desprovisto de cualquier emoción más allá de una demanda cruda y egoísta, mientras su mirada perdida y nublada por el alcohol apenas lograba enfocarse en Ismael.

Este observó a su padre con una cara de decepción, a pesar de estar viviendo el mismo infierno junto a él la mayor parte de su vida, la decepción que Ismael sentía hacia su padre parecía siempre seguir con la misma latencia inicial, se sumerge en pensamientos, como las veces que a escondidas de sus padres, ha recopilado historias sobre la juventud de estos dos y esas anécdotas, contrastaban drásticamente con la realidad de su presente.

Un golpeteo en las mejillas y un chasquido de dedos lo sacaron de sus pensamientos – Oye retrasadito, te mandé a algo - le espetó su padre, luego, en un tono conspirativo, añadió - No le digas a tu madre que te di esto, fue lo que gano hoy - con una risa cruel tanto como irritante hecho y dicho esto, le entregó una cantidad insignificante de dinero, insuficiente incluso para un six-pack de cerveza barata.

- O...okay - Respondió, sometido y cabizbajo. Su voz era apenas un susurro, lleno de resignación. Mantenía su mirada fija en el suelo, evitando provocar cualquier tipo de confrontación.

A paso rápido Ismael se alejó rápidamente de la casa y, al doblar la esquina, redujo su paso. No tenía ninguna intención de comprar la cerveza; primero, porque sabía que no se la venderían debido a su edad, y segundo, porque no deseaba alimentar el vicio que transformaba a su padre en alguien aún más violento y peligroso. Además, el refrigerador de casa ya estaba abarrotado de botellas, como si contuviera un suministro interminable.

Sin embargo, caminó hacia la tienda, solo para sentarse en la acera frente al establecimiento, dejando pasar el tiempo mientras contemplaba la profundidad de las fallas paternas. El recelo hacia su padre era tanto que no se permitía sentir pena por él, y bueno es que al menos su madre la mayor parte del tiempo intentaba ser buena con ambos hijos, aunque quizá el estado de las drogas no se lo permitían por suficiente tiempo, pero eso guiaba a Ismael a analizar a su progenitora con lastima, Margaret una mujer cuya belleza deslumbraba en su juventud, de ascendencia inglesa, pero criada en un país de tercer mundo, actualmente se encontraba atrapada en un ciclo de enfermedad, sumisión, adicción a las drogas y prisionera, por no poder admitir que su mayor meta, el de encontrar al amor de su vida y formar una familia feliz, se encontraba sepultada bajo un matrimonio de desamor, que solo se mantenía solo por la comodidad de un lugar donde satisfacer sus adicciones sin restricciones, dependencias que parecía que ninguno de los dos podía ser capaz de dejar.

Tras un tiempo calculado para que su padre no se molestara por la demora, aunque seguramente sí por la falta de cerveza, Ismael se levantó y regresó a casa.

Al llegar, un suspiro de fatiga y resignación escapó de sus labios. Se sentíaexhausto, no solo físicamente por el caminar, sino emocionalmente, drenado porla pesadez de su reflexión y la anticipación de lo que enfrentaría al cruzar lapuerta, abrió sin vacilar, una vez cruzado el umbral cerró la puerta tras él,atrapado ahora entre las paredes de su sala.

No Te Va Tan MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora