I.V - Decide de una vez.

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El día escolar avanzó con su rutina habitual, pero Ismael y Oscar no podían apartar de sus mentes la conversación pendiente. Aunque trataban de mantener la normalidad, los comentarios sarcásticos de Oscar sobre el tema pendiente llenaban el aire, Ismael solo rodaba los ojos con fastidio.

Finalmente, el sonido del timbre final reverberó a través de los pasillos, un anuncio liberador que marcó el fin de la jornada escolar. Los estudiantes, visiblemente aliviados y ansiosos por escapar de las aulas, comenzaron a recoger rápidamente sus cosas y a desfilar hacia las puertas, charlando y riendo, liberados del ambiente controlado de las clases.

Ismael y Oscar, al unirse al flujo de estudiantes que se dirigían hacia la salida, notaron a Anna y Lizbeth de pie cerca de la puerta, aparentemente esperándolos. Aunque las dos chicas trataban de parecer despreocupadas, charlando entre ellas y lanzando miradas ocasionales hacia la multitud.

Anna, al ver a Ismael acercarse, sintió un revuelo de emociones que mezclaban nerviosismo con anticipación. Su sonrisa, radiante y ligeramente temblorosa, iluminó su rostro mientras extendía la mano con un tímido ademán de despedida.

Oscar, siempre vivo, no dejó pasar la oportunidad para lanzar una broma sarcástica – Vaya, en verdad que quiere que se la pongas – susurró en tono disimulado, sus palabras cargadas de envidia mal disimulada, sin darse cuenta de que Lizbeth se despidió de el de una forma aún más sutil.

Ismael, atrapado entre la vergüenza y una leve diversión por el comentario de Oscar, optó por responder con ligereza para mantener el ambiente lo más amigable posible. Le dio un codazo amistoso a Oscar y soltó una risa corta – ¡Ja! - Exclamó, su risa funcionando tanto para aliviar la tensión como para señalar a Oscar que, aunque el comentario había sido inapropiado, prefería manejar la situación con humor en lugar de confrontación.

, Oscar, incapaz de dejar de lado el tema, decidió abordarlo una vez más. Aún preocupado y curioso por la decisión final de Ismael, lanzó una pregunta que reflejaba su ansiedad por conocer los planes de la noche – ¿Y...entonces te veo más tarde? Mientras, pues nos alistamos para ir – Preguntó, intentando sonar casual pero su voz revelaba un ligero matiz de impaciencia y expectativa.

Ismael, sintiendo el peso de la presión, soltó un suspiro profundo – Por favor...en verdad tengo mejores cosas que hacer – Respondió comenzando a sentirse un poco abrumado.

Oscar, no completamente dispuesto a dejar pasar la oportunidad, recurrió a un tono más ligero, mezclando humor con una súplica genuina – ¡Vamos amigo! No puedes rechazar la invitación ¿Cómo me colaré yo? – Replicó, mostrando una sonrisa juguetona que oscilaba entre la broma y la seriedad. Su comentario revelaba no solo su deseo de asistir a la fiesta, sino también la importancia que le daba a hacerlo en compañía de Ismael, su presencia como una especie de pasaporte social.

Ismael, suavizando bajo la persistencia amistosa de Oscar, dejó escapar una media sonrisa y asintió ligeramente, mostrando una apertura inesperada – Lo pensaré, lo pensaré, ¿Okay? - repitió, su tono mostrando una mezcla de resignación y consideración.

Oscar, claramente aliviado y animado por la leve concesión de Ismael, no pudo contener su entusiasmo - ¡ESO! exclamó con alegría, extendiendo el brazo para rodear los hombros de Ismael en un gesto de camaradería y amistad. Su movimiento fue un reflejo espontáneo de gratitud y afecto, reafirmando el lazo entre ellos.

Ismael, aunque todavía reflexivo sobre su decisión, no pudo evitar responder al entusiasmo de Oscar con una sonrisa más genuina.

Justo cuando la conversación entre el par estaba llegando a un punto más relajado, un auto se detuvo suavemente junto a la acera frente a ellos. Era la madre de Oscar, que había venido a recogerlo, la mujer, con una sonrisa cálida y acogedora dirigida a ambos chicos, bajó la ventana y saludó – ¡Hola Ismael! ¿Necesitas un aventón? La parada del autobús está lejos, ¿por qué no mejor te llevo? - Ofreció, reflejando genuina preocupación y hospitalidad. La oferta no era solo una cortesía, sino también un gesto de afecto hacia Ismael, a quien trataba casi como a otro hijo.

Ismael agradeció la oferta con una sonrisa, aunque la rechazó educadamente – Descuide señora, estoy bien... tengo un mandado muy importante que hacer.

La madre de Oscar, aunque asintió con comprensión ante la respuesta de Ismael, no pudo ocultar una leve preocupación en su mirada. Era natural para ella mostrar ese matiz de cuidado hacia los amigos de su hijo – De acuerdo hijo, ten cuidado y saluda a tus padres de mi parte - dijo con calidez, su voz teñida de genuina preocupación. Aunque en realidad nunca había conocido a los padres de Ismael, el comentario le pareció adecuado y amable.

Ismael respondió con cortesía, ofreciendo una sonrisa sincera a la madre de Oscar - Claro señora, eso hare - afirmó, reconociendo y agradeciendo su preocupación y amabilidad.

Mientras Oscar se subía al auto – Márcame para confirmar amigo – mencionó Oscar, asegurándose de que Ismael no olvidara seguir en comunicación sobre sus planes para más tarde. Mientras se acomodaba entre los asientos del vehículo, su tono era casual pero subrayaba una expectativa clara de recibir noticias.

Ismael, de pie junto al auto, soltó un suspiro profundo antes de responder. La breve pausa reflejaba su contemplación y la presión que sentía ante la decisión que debía tomar. Finalmente, con una expresión de resignación suave, asintió y dijo con un tono de aceptación – Okay, okay...

Después de intercambiar un último saludo, Oscar se despidió y el auto se alejó, dejando tras de sí el zumbido de su motor. Ismael permaneció parado en la acera, observando cómo el vehículo se perdía en la distancia. El aire fresco de la tarde lo rodeaba mientras se sumergía en sus pensamientos, reflexionando sobre la conversación recién tenida con su amigo.

Las palabras de Oscar resonaban en su mente, mezcladas con sus propios sentimientos de incertidumbre y responsabilidad. A pesar de la insistencia de Oscar y la tentación de una noche de diversión y conexión social, su decisión de no asistir a la fiesta de Anna se mantenía firme. Había razones más profundas y personales que le impedían comprometerse con la idea, razones que iban más allá del simple deseo de pasar tiempo con amigos.

Mientras Ismael se alejaba lentamente de la escuela, continuó sumergido en sus pensamientos. Comprendía que su propia decisión de no asistir a la fiesta probablemente no afectaría su estatus social de manera significativa. Sin embargo, era consciente de que para Oscar, la situación era diferente; la fiesta representaba una oportunidad para mejorar su posición dentro del entorno escolar, una perspectiva que claramente importaba mucho a su amigo.

Ismael reflexionó sobre las diferencias en sus perspectivas y prioridades. Aunque compartían una amistad sólida, sus enfoques respecto a la vida social y las prioridades eran distintos. Ismael valoraba la autenticidad y la tranquilidad por encima de la popularidad, mientras que Oscar parecía encontrar más valor en la integración y el reconocimiento social.

Después de unos minutos más de reflexión, Ismael ajustó su mochila y comenzó el largo camino a casa, que quedaba a poco más de una hora a pie desde la escuela. El trayecto le proporcionaba tiempo adicional para pensar y despejarse, una oportunidad para disfrutar del silencio y la soledad que tanto apreciaba.

Sumido en sus pensamientos, mientras la calle estaba animada con el murmullo delos estudiantes y el tráfico distante, creando una atmósfera urbana que acompañaba sus reflexiones. Al llegar a una tienda de conveniencia, Ismael decidió entrar, deseando prolongar su tiempo entre las avenidas concurridas, mientras compraba algo para comer y beber en el camino a casa.

No Te Va Tan MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora