III.II - MISERABLES

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Por un momento Ismael se quedó contemplando la intrincada labor de los hilos, profundamente conmovido por la revelación, cada vuelta y cruce tejidos con extremo cuidado, observó la bufanda con aun más apreciación, por todo el esfuerzo y amor que Liliana había dedicado en ella, adquiría aún más significado; antes de que pudiera responder algo, su hermana tomo la palabra.

- ...Tardaste más en llegar hoy – Menciono Liliana con un matiz de reproche en su voz, mientras desviaba la mirada hacia el suelo, antes de añadir con una voz más suave - También discutieron hace unas horas... Estaba muy asustada - Confesó, permitiéndose una vulnerabilidad que reservaba exclusivamente para los momentos con su hermano. Sus ojos, poco a poco, se comenzaban a inundar de lágrimas mientras extendía sus brazos hacia Ismael, buscando en él el consuelo que tanto necesitaba.

Al ver a su hermana en tal estado, sintió cómo su propia angustia y culpa volvían a intensificarse, esos sentimientos que parecían nunca querer dejarlo en paz. Ismael se encontraba arrodillado frente a Liliana, mientras sujetaba de sus hombros con delicadeza en aquella habitación que parecía encogerse alrededor de ellos, obligando a Ismael a concentrar toda su atención en el rostro afligido de Liliana «¿Por qué es que siempre tengo que verla así?» Pensó, su mente agitándose con recuerdos de innumerables ocasiones similares. Pero a pesar de sus propios sentimientos negativos, su prioridad era clara: ofrecer un santuario, un espacio donde pudiera sentirse segura y protegida.

- ¿Te ha lastimado? - Ismael preguntó con urgencia. Examinó a Liliana con cuidado, su mirada experta examinó detenidamente a su hermana, su atención escudriñando cada detalle de su figura en busca de signos de daño. Su corazón se despedazó al notar las sutiles marcas en sus muñecas, testigos mudos de las experiencias personales de su hermana en la casa. Este doloroso descubrimiento aceleró el torrente de reproches internos que lo consumían. ¿Cómo había podido demorarse a propósito, buscando un respiro de los tormentos de sus padres, mientras ella quedaba vulnerable a ellos? La culpa lo azotaba implacablemente, reprochándole por no haber estado allí para protegerla cuando más lo necesitaba.

Liliana interrumpió a Ismael de su tumulto de pensamientos arrastrándolo de vuelta a la cruda realidad con sus palabras entrecortadas por sollozos - Tenía sed y bajé por agua. Él me agarró del brazo y comenzó a gritarme porque tú no habías vuelto - Explico, cada palabra resonando con un eco sombrío en la habitación, cada frase un amargo recordatorio de su frágil existencia en el hostil ambiente familiar.

Justo cuando Ismael iba a responder, el sonido sordo de una cachetada resonó desde el piso de abajo, seguido del sollozo reprimido de una mujer. El sonido, brutal y definitivo, interrumpió la conversación entre los hermanos. Liliana se estremeció, su cuerpo se tensó al reconocer el tipo de violencia que su madre debía estar sufriendo en ese instante. Ismael sintió una de desesperación mezclada con impotencia. El ambiente en la habitación se cargó de una urgencia amarga, un recordatorio punzante de la realidad que enfrentaban día tras día bajo el mismo techo que Héctor. Sin embargo, en ese instante, la principal prioridad de Ismael era brindar consuelo a su hermana.

En un esfuerzo por aislar el dolor externo y concentrarse en el bienestar de su hermana, Ismael apagó la luz principal y encendió una pequeña lámpara de mesa, creando un ambiente más íntimo y protector. Se sentó junto a su hermana en el suelo, rodeándola con sus brazos en un abrazo protector, mientras acariciaba suavemente el cabello de Liliana, intentando construir un pequeño oasis de calma y seguridad en medio del caos.

- Lilí... Lo siento tanto, hermanita - Dijo Ismael, intentando transmitir un mensaje silencioso a su hermana para que se enfocara en ellos y no en los terrores externos, su voz impregnada de una profunda melancolía mientras seguía observando las marcas en las delicadas muñecas de Liliana. Al notar su cabello oscuro y despeinado, Ismael no pudo evitar un doloroso recuerdo de su madre. Aunque él había heredado los rasgos ingleses más distintivos de Margaret, Liliana no solo compartía un parecido físico más cercano con ella, sino que también parecía destinada a reproducir un papel similar en la dinámica familiar, lo que claramente lo sumía en una profunda angustia.

No Te Va Tan MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora