Cincuenta y cinco

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Un mes exacto después

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Un mes exacto después.

Algunas cosas habían cambiado en el proceso, pequeños asuntos, como el hecho de que resolví el contrato con la empresa. No quería tener nada que ver con Andrew, y empecé con finalizar cualquier lazo con él. Chase pidió recuperar su trabajo para quedarse alrededor, alguien debía cuidar que no se nos escapara algo, y fue mi amigo quien se ofreció a hacerlo.

—Vamos, Nick. Estoy aquí si me necesitas —dijo Chase, lo miré y asentí.

Salí de mi oficina en Hook Records y bajé las escaleras para no llegar tan rápido a mi siguiente destino.

La oficina de Andrew.

Tomé un poco de aire antes de tocar la puerta. Charles había renunciado días antes, al parecer su propio asistente había desistido de la idea de seguir trabajando con él.

Rob, al enterarse, le ofreció un puesto en su empresa.

—Pasa, quien quiera que seas —bramó desde el otro lado de la oficina. Suspiré y la abrí—. Pero mira a quién tenemos aquí, Julien Garnier —dijo con una sonrisa que apenas demostraba felicidad—. ¿Qué más quieres? —cuestionó.

—Solo venía a despedirme —comenté sentándome frente a él—. Gracias por firmar el acuerdo, pensé que no lo harías.

—¿Por qué no lo haría? Dices que incumplí el contrato, que puse en riesgo tu salud, y que además ya no quieres cantar. Ya no me sirves —explicó de la forma más tranquila que pudo, de hecho, siguió escribiendo algo frente a su computador. Pero luego suspiró y me miró—. Escucha, Julien, Nick, como te llames. Nadie en esta vida es imprescindible, ¿Qué pensabas? ¿Que haría algún tipo de drama? No soy una niñita, no te voy a llorar, si es lo que quieres. No soy tú —se rio y negó con la cabeza.

Lo miré de arriba a abajo y sonreí.

—Haz lo que quieras, Andrew. Yo ya estoy fuera. Es tema tuyo si no quieres llorar como cualquier otra persona en este mundo. ¿Sabes? En algún momento sentí que me caíste bien, pero creo que nunca fue así —chasqueé con la lengua y encogí los hombros—. Que te vaya bien con tu empresa, me alegra no servirte más. Lo único que hiciste fue arruinarme la vida, pero no te preocupes, voy en camino a solucionarla.

—Me alegra, ahora desaparece de mi vista, tengo trabajo que hacer y otros artistas que atender, no eres el único cantante aquí. Y hay mejores, más que nada porque no debo estar atendiéndolos para que no lloren como bebes, no voy a extrañar eso de ti.

—Qué lástima que creas que llorar hace débil a una persona, y si tú lo crees así, deberías ir con un profesional. Pero bueno, ¿qué se puede esperar de ti? —suspiré—. En fin, yo me voy. Solo veía a decir adiós. Me alegra no tener nada que ver contigo.

—Sí, sí, vete a llorar a otra parte. Largo de aquí —mencionó mirando la pantalla de su computadora de nuevo, me ignoró mientras yo salía, y cerré la puerta.

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora