Veintiuno

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Estuve solo la semana siguiente.

Bee estaba ocupada con sus trabajos —o ignorándome, no me quedaba claro—, Quinn estaba de viaje en Paris junto a su hermana, y Chase pidió permiso para ausentarse algunos días, seguía enviándome todas las indicaciones por mensaje, pero estaba en Kings junto a su familia.

Sin embargo, también estuve ocupado, cada día iba a un programa distinto, iba al estudio a grabar canciones y el tiempo que debía dormir, lo ocupaba haciendo transmisiones, me divertía mucho estar en contacto con mi querido Caos.

—¿Chase? —contesté rápido el teléfono al ver quién llamaba.

—¡Nick! Eh, tengo un pequeño problema. —Me detuve porque iba de camino al elevador, pero sentí un pequeño mareo y me sujeté de la pared.

—¿Qué pasó? —pregunté tocándome la cara, estaba sudando un poco.

—¿Recuerdas que estaba yendo a casa de mi abuela para hablar con mis papás? —Yo iba a contestar, pero él continuó hablando—. Estoy con mi familia en el aeropuerto de camino a Counterville... Mi hermana se va conmigo.

—¿Qué? ¿No venía luego? —pregunté confundido. Ni siquiera habíamos ambientado el lugar para ella—. ¿Están bien?

—Luego te explico, pero está todo bien. En breves vamos a abordar al avión, cuando llegue hablamos.

—Está bien, que vaya bien el vuelo. —Susurré aún lúcido, me estaba tocando la frente porque sentía un fastidio.

—Llegaremos en dos horas y media, llevamos la comida, espéranos.

Y me despedí aún sin entender bien qué había sucedido, pero también empecé a sentir un ligero mareo, caminé de regreso a la oficina de Rob que me quedaba cerca, la abrí de inmediato y mi representante iba a reclamar hasta que me vio.

—Rob, no sé qué me pasa. —Intenté sentarme, pero caí entre el piso y sus brazos, me sentí desorientado por unos segundos y luego de eso, no supe más.

Abrí los ojos sin saber qué había sucedido, Rob y una señora me estaban mirando. Tenía los pies sobre una de las sillas y me dolía un poco la cabeza.

—¡Hola! Despertaste... ¿Puedo hacerte unas preguntas? —La señora se dirigió a mí. —¿Cómo te llamas?

—Julien Garnier —contesté abriendo un poco más los ojos.

—¿Qué día es hoy?

—Viernes.

—¿Cómo se llama este señor? —Señaló a Rob y sonreí.

—Roberto.

—¡Mal! ¡Hay que devolverlo a su fábrica! No me llamo Roberto. —Bromeó logrando que el momento fuera menos tenso.

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora