Veintidós

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Pasaron exactamente dos meses desde la llegada de Haerim

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Pasaron exactamente dos meses desde la llegada de Haerim. No entendía por qué me odiaba, pero lo hacía. No era grosera, sus padres la habían educado bien y su hermano se encargaba de que siguiese así; sin embargo, solo me saludaba. Decía «por favor y gracias», y luego me juzgaba desde lejos cuando pensaba que no la veía. Se quejaba cuando Chase le pedía que pasara más tiempo con nosotros y menos tiempo encerrada en su habitación. Sentía la necesidad de hacer algo para remediarlo, pero no sabía qué. Trataba de darle regalos o hablar con ella, pero simplemente le caía mal.

Rob cumplió su promesa en conseguir menos entrevistas para que descanse, el problema es que el gran concierto tuvo que postergarse por problemas ajenos a mí, y después de mucho, pudimos lograr que casi todo estuviese listo. Tuvimos una semana dura de organización, quería estar presente en cada reunión del equipo. Grabé el video donde se anunciaban las audiciones para que los fans participaran y todo salió grandioso.

Me permitieron presionar el botón para subir el video y lo grabé.

El Caos hizo un gran caos (valga la redundancia) en redes y yo estaba más que orgulloso de mis fans. Les dimos dos semanas para participar.

Los primeros días rompieron la página web un par de veces. La habían sobrecargado tanto que los técnicos trataban de que todo funcionase al instante.

Estaba cansado, solo quería llegar a mi cama y dormir dos semanas, pero ya había quedado en cenar con Quinn. «Una cena y podrás dormir», me repetí, fue divertido. Quinn me contó de algunos viajes que hizo y hablamos sobre la canción que aún no teníamos lista. Ya llegaría el momento, pensamos. Supe que habían ciertos paparazzi siguiéndonos cuando se enteraron que estábamos juntos. No nos quedó de otra que marcharnos sin dar declaraciones cuando hubo más gente a nuestro alrededor, me sentía como un animal en el zoológico, viendo como todos nos observaban comer, incluso algunos tomaban fotos sin vergüenza alguna.

Dejamos, junto a Kevin, a Quinn en su casa y fue momento de volver. Nos aseguramos de dar un par de vueltas antes de llegar a mi dulce hogar. Solo esperaba el momento de ese hermoso encuentro con mi cama. Entramos a la residencia en silencio y Kevin subió conmigo porque dijo que me iba a desmayar en cualquier momento. Debí tomarme ese energizante antes de ir a cenar con Quinn. Me servía cuando trabajaba mucho.

Solo tomaba uno, tampoco quería abusar.

—Gracias por acompañarme, Kevin.

—¿Qué ese ruido? —preguntó mi guardaespaldas mientras el elevador subía hasta donde estaba mi apartamento. El bullicio se hacía cada vez más fuerte. Las puertas se abrieron y ahí pudimos notar que venía de donde yo vivía.

—Es en mi casa —comenté confundido—, espera, ¿qué día es hoy? —pregunté desbloqueando mi teléfono.

—Hoy es viernes —Kevin se me adelantó y lo recordé. Suspiré, abrí la puerta y asentí.

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora