Capítulo 13, Verità?

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Si no conseguía convencerlo Feliciano pagaría las consecuencias, no cabía duda, no le importaba dañar a otros con tal de conseguir lo que quería, y le encantaba torturar a aquellos que tocaban lo que consideraba de su propiedad, fueran o no personas libres, como un niño egoísta que no quiere prestar sus juguetes.

—Porque no quiero que le hagas daño a mi amigo —dijo decidida, había llegado muy rápido... ¿el hechizo lo había avisado cuando su voz había sido proyectada? Tenía que conseguir que soltara a Feliciano, aún siendo un país seguro que podía sentir dolor, si es que realmente lo era, ¿dónde se había metido por un mero tatuaje y una vuelta tardía a casa?

—¿Tu amigo? ¿Este debilucho te importa? —preguntó con un deje de desprecio en la voz, Feliciano no se atrevía ni a abrir la boca, aterrorizado por la proximidad del cuchillo.

—Sí, y si no lo sueltas tú dejarás de importarme —replicó mirándolo a los ojos, unos ojos que se abrieron levemente más de lo que ya estaban, demostrando su sorpresa.

Lo soltó, no pensaba que fuera a hacerle caso pero lo soltó, parece que lo que le había dicho había hecho efecto.

—¿Estás bien Feliciano? —preguntó mirando al chico que aún seguía en el suelo, asustado.

—Nos vamos —anunció Luciano sin más, ignorándolo.

—Vee... —murmuró Feliciano para finalmente decir más alto—, no puedes llevártela...

—Puedo, es de mi propiedad, no sabes nada sobre ella, o de lo que es —replicó él con un tono frío, sin siquiera darse la vuelta a mirarlo.

—No te pertenezco —dijo acercándose a Feliciano, sintiendo un dolor en el pecho, probablemente originado en el colgante.

—¿Quieres quedarte con él? —preguntó, de nuevo con un tono de desprecio pero, esta vez había algo más, dolor o incluso decepción, no se atrevió a mirarlo a la cara.

—¿Te gusta? —inquirió Feliciano levantándose y mirándolo a los ojos.

—No es de incumbencia —replicó molesto.

—Es mi amiga... no quiero que le hagas daño, si la quieres no deberías tratarla así —dijo él, extrañamente serio.

Finalmente se atrevió a mirar a Luciano, no tenía su habitual cara de orgullo y autosuficiencia, en su lugar parecía consternado, confuso, ya no molesto o enfadado, estaba pensando realmente en lo que acababan de decirle, el dolor causado por el colgante desapareció mientras lo miraba.

—¿Cómo lo has sabido? —preguntó él mirando a Feliciano.

—Porque en cierto modo somos la misma persona, reflejos contrarios, nos siguen gustando las mismas cosas —respondió el aludido con una leve sonrisa, seguía teniendo los ojos mojados por las lágrimas pero aún así sonreía, sin duda era más fuerte de lo que aparentaba.

—¡Feliciano! ¡He oído gritos! ¿Estáis bien? —preguntó a grito pelado Ludwig acercándose y parando al ver la escena, añadiendo completamente serio y de una forma un tanto fría—Luciano.

—Esto empieza a ser multitud ya —comentó Luciano con un deje de ironía.

—Si has venido a por Aaralyn ya puedes irte, no vamos a entregártela —continuó el alemán completamente serio.

—Detenme —dijo sin más, acercándose a la chica.

—Ludwig, está bien —paró Feliciano para volver a dirigirse a su "reflejo"—, tienes que responder primero, sé sincero per favore.

—La quiero, ¿vale? —respondió alzando la voz, con un leve rubor y visiblemente nervioso, no estaba mintiendo... aquello era... Aaralyn no sabía cómo reaccionar, tampoco Ludwig, incrédulo un poco más lejos.

¿Amor o tortura? (2P!Axis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora