Capítulo 3, ¡Fabuloso!

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La despertó una voz chillona que parecía provenir del pasillo, no por mucho tiempo dado que su puerta no tenía pestillo ni podía cerrarse con llave, el dueño de la voz no tardó en darse cuenta de este hecho y se coló como tal cosa en la estancia, Lyn se irguió de pronto al verlo entrar, sorprendida y alertada por su presencia. La luz de la ventana le dio a entender que había dormido demasiado, probablemente aquella persona fuera otro de los subordinados de Luciano, era rubio, llevaba unas gafas de sol rosas y, en cuanto a la ropa, la palabra diva debieron de inventarla para él, tenía un aire afeminado pero, fijándose bien, se parecía mucho al italiano que la mantenía cautiva.

—Buenos días Aary~ he venido a dejarte FA-BU-LO-SA~ —anunció el rubio mientras Aaralyn se le quedaba mirando con la boca levemente abierta, sin saber muy bien que decir.

—¿Ehm? —soltó finalmente anonadada, no entendía a ese hombre pero, al menos no la miraba de la misma forma que los demás.

—Déjame ver —ordenó acercándose el rubio y mirándola de arriba abajo murmurando varias cosas.

—Esto... ¿quién eres tú? —preguntó ante tal escrutinio.

—Oh, disculpa, soy Flavio, mi hermano me dijo que necesitabas un armario nuevo, así que aquí estoy ~ no estás mal, aunque preferiría tomarte las medidas primero pero... mi fratello es demasiado posesivo —se presentó suspirando de una forma exagerada al final—, y como le hagas daño nos llevaremos muy mal —añadió más serio.

¿Daño? ¿Yo a él? ¿Estamos hablando de la misma persona? ¿Se estaba refiriendo a Luciano, cierto? Pensó para sí mirándola incrédula, debía de ser alguien muy sobreprotector para pensar que alguien podría hacerle daño a ese psicópata pervertido... eso o sabía algo de él que ella desconocía, algo muy probable pero, se decantaba más bien por la primera opción.

—Ugh... habrá que quemar esa ropa, es un crimen a la moda —continuó con un tono exagerado e incluso haciendo gestos mientras Lyn lo miraba aún un tanto asombrada, si ese era el hermano de Luciano quería saber cómo demonios habían salido tan distintos.

—No te metas con mi ropa —se quejó ella.

Estaba un tanto rota, llena de sangre y en general gastada pero, seguía siendo la ropa que había elegido ella misma con la ayuda de su madre... su madre... aquella a quien no volvería a ver nunca... notó como las lagrimas luchaban por salir, reprimiéndolas y levantándose de la cama, no pensaba llorar de nuevo y menos con alguien delante.

—¡No le importa lo que piense! —exclamó de una forma exagerada, haciendo como que lloraba... ¿diva? Más bien drama queen, o King.

Miró hacia la puerta y se le heló la sangre al ver a Luciano, parecía estar un tanto molesto, ¿llevaría ahí mucho tiempo? Flavio seguía murmurando cosas, realmente gritándolas pero nadie estaba haciendo mucho caso a sus quejas.

Fratello —empezó Luciano molesto sin obtener respuesta.

—¡Que no tengan en cuenta mi opinión! —seguía diciendo de forma exagerada, como un niño con una rabieta.

Fratello —volvió a decir Luciano dando un paso hacia delante.

—¡Mi opinión! ¡De mi fabuloso yo! —continuó sin reparar en la presencia de su hermano.

Fratello! ¡Ya basta! —gritó Luciano asustando a Lyn y a Flavio, con una cara que aterró a la chica.

—L-luciano, no entres así, me has asustado —empezó Flavio, a Lyn le dio la impresión de que estaba temblando.

—Deja de comportarte como un crío y sal de aquí, aún tienes que comprar la ropa —ordenó Luciano de forma fría tras rodar los ojos.

El rubio asintió y salió bastante rápido de la habitación, pese a haber amenazado antes con protegerlo parecía temer su ira igual que Lutz, si su familia le tenía miedo, sin duda iba a correr peligro quedándose sola con él, no podía cambiarlo aunque quisiera, ya no había ni rastro del rubio o de su bufanda de diseño.

—¿No es tu hermano? —preguntó ella esperando que no le hiciera nada.

—¿Y por ello debería darle todos mis juguetes? —preguntó también acercándose a ella y pasando su cuchillo por la piel de la chica, sin llegar a cortarla.

—N-no soy tu juguete, y lo mandaste tú —se defendió Lyn, sintiendo escalofríos por el frío filo del cuchillo.

—Eso ya lo veremos ragazza... creo que te gustarán las formas en las que jugaremos en cuanto lo aceptes... —respondió susurrando con una voz aterciopelada.

—No aceptaré —replicó seria, alejándose un par de pasos y chocando con la pared, ¿estaba tan cerca? No se había dado cuenta de que ya había retrocedido varias veces, no tenía a donde huir, aunque luchara aquel tipo no era humano, la encontraría y la mataría sin dificultad... se mordió el labio esperando lo peor.

—Comprobarás que puedo ser... muy persuasivo —replicó con una sonrisa tendiéndole un vestido—, solo he venido a traerte una muda de ropa, aunque puedo ayudarte a desvestirte... no sería un problema —continuó, prácticamente desnudándola con la mirada.

—P-puedo yo sola. —respondió un tanto aliviada cogiendo la ropa rápidamente, no lo suficiente dado que Luciano capturó su mano antes de que pudiera volver a alejarse.

—En cuanto lo pruebes no querrás irte —susurró besándole la mano y sonriendo satisfecho al ver que ella se sonrojaba—, nos lo pasaremos muy bien, ya lo verás, bella.

En cuanto le soltó la mano se alejó todo lo rápido que pudo entrando en el baño y cerrando la puerta, el rubor se le había extendido por toda la cara y el corazón le latía con fuerza, maldito Luciano... y maldito sea la inexperiencia, pensó para sí suspirando de alivio al escuchar que los pasos del italiano se alejaban.

Arrivederla bella, nos veremos cuando acabes, aparece o podría írseme la mano con tu hermano, se mueve demasiado, teniendo un cuchillo en la mano es peligroso —escuchó despedirse a Luciano.

Probablemente sonreía mientras decía eso... apretó el puño molesta, golpeando la pared por la impotencia que sentía y finalmente, recuperando la compostura para meterse en la ducha tras quitarse la ropa.

Salió un rato después, sintiendo que se había quitado un peso de encima, la herida que tenía en el cuello estaba empezando a curar ya, aparte de eso tenía algún moratón como era de costumbre y, el tatuaje culpable de todo, en el que no pudo evitar clavarse las uñas al vérselo en el espejo prácticamente opaco por el vaho del agua.

El tatuaje eran unas alas con un mensaje grabado y un dragón enroscado, el mensaje se le antojó irónico en aquel momento, habiendo sido simplemente un mensaje de ánimo o una promesa, ahora parecía una maldición, ponía "Point of known return", recordaba haberlo visto en una película, cuando el helicóptero en el que iban los protagonistas se había quedado con la mitad exacta de su gasolina, ya no podían regresar una vez tuvieran menos de la mitad, aquella era su última oportunidad, ella ya no tenía ninguna, su gasolina se había acabado en el instante en el que habían dibujado la última pluma de aquellas alas.

Se vistió dejando sus pensamientos de lado, al menos... tenía que conseguir que su hermano saliera de aquel lugar, el vestido que le había dado Luciano era... revelador, lo contrario a lo que solía llevar, se sonrojó al ver la largura de la falda y el tamaño del escote, era de esperarse de alguien así... no debería haber pensado que le daría algo normal, al menos no se enredaría con la falda, era su único consuelo.

Regresó a su habitación, tenía que ir con el italiano, recordaba bien sus palabras y no podía arriesgarse, y eso pensaba hacer, hasta que escuchó un ruido en la habitación, miró a su alrededor, permaneciendo alerta, de nuevo el ruido, esta vez parecía acompañarla una voz ahogada. Escaneó la habitación con la mirada, parándose en el enorme armario de madera, se había movido, fuera lo que fuera lo que había hecho ese ruido, estaba allí dentro.


¿Amor o tortura? (2P!Axis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora