Capítulo 15, Susurros

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Sin pensarlo dos veces se echó al suelo, atrapando al extraño animal mecánico, que luchaba por escabullirse de sus manos, casi lo consigue debido al liquido que lo cubría, le dirigió una mirada al italiano, era rápido en cuanto a los de atraparla pero aquello se le había escapado, extraño, otro pensamiento cruzó su mente, conocía varias artes marciales, es decir, llevaba un tiempo aprendiéndolas, aquello no era falso, ¿estaría intentando engañarla? Pero... no recordaba todo lo demás, intentó llegar a lo último que recordaba, lo más lejos que pudiera, no visualizaba su infancia, ni su adolescencia, como mucho tan solo un par de meses atrás.

Sabía perfectamente que no le había mentido... pero todo seguía siendo tan increíble... ¿dónde había aprendido a luchar si no? Quería descubrir la verdad, quizás ese extraño ratón metálico fuera la clave para encontrar el lugar en el que se ocultaba el resto de sus recuerdos, o al menos la confirmación de su identidad.

—Lyn, ¿qué es lo que quieres hacer? —inquirió Luciano, sacándola de sus pensamientos, era una de las raras ocasiones en las que usaba su nombre, aunque quizás había estado intentando llamar su atención mientras pensaba y no le había hecho caso.

—Me gustaría creerte pero necesito pruebas —respondió simplemente, todo podría haber sido un montaje, hasta lo de sus recuerdos, era su única posibilidad de no haber vivido una mentira.

—Entonces habrá que hacerle una visita al almacén —dijo el italiano, serio pero con una leve sonrisa en el rostro, ¿emoción? No tanta como la que ella sentía, seguro.

Asintió en silencio, apretando con fuerza al pequeño robot y mirándolo, eso estaba en el interior de lo que había visto encima de la camilla, volvió a levantar la mirada, Luciano seguía allí, ¿iban a ir de noche a ese lugar acaso?, ¿o quería otra cosa?

—¿Saldremos ahora? —inquirió curiosa, esperaba que el italiano continuara con su buen comportamiento y no volviera al anterior.

—No ragazza, es un poco tarde para eso, pero voy a dormir contigo —dijo simplemente de forma seria, sin el habitual tono ambiguo de siempre.

—¿Disculpa? —preguntó, pensando que había oído mal.

—El rastreador está activo, van a venir a por ti, necesito tenerte cerca para vigilarte —replicó con una leve sonrisa, era una buena excusa, lo malo era el hecho de que lo decía como si se refiriera a algo más.

Le dirigió una mirada cansada, no quería tener que pasar la noche en vela por tener que vigilar que no le hiciera nada, estaba demasiado cansada, había pasado por demasiado ese día, tan solo quería descansar un poco.

—Mientras no te me acerques demasiado supongo que está bien... —accedió finalmente, no tenía ganas de discutir—. ¿Qué hago con esto? —añadió señalando el robot en sus manos.

—Mételo aquí —respondió él, sacando una pequeña jaula o más bien caja metálica reforzada.

Hizo lo que le decía, apartándose él una vez que la caja estaba cerrada, y metiéndola en uno de los armarios de la cocina, finalmente volvió a acercarse a ella, también parecía bastante cansado, se sacó el colgante de debajo de la ropa, mostrando las alas sin plumas e indicándole que hiciera lo mismo con el suyo.

Le quedaban... tres plumas, fuera lo que fuera para lo que servían le intrigaban, el libro no hablaba sobre ellas, ¿no?, no estaba muy segura, quien lo había leído había sido Luciano, y por supuesto Gilen, el hermano de Lutz.

—¿En mi habitación? —preguntó al cabo de unos instantes de silencio.

—En la mía, allí tengo mis armas —replicó tras negar con la cabeza.

¿Amor o tortura? (2P!Axis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora