Capítulo 8, Efectos secundarios molestos

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—Efectos secundarios... bueno, al menos así es más... manejable —admitió Aaralyn mirando al niño que hasta hacía unos instantes era Luciano.

—Devuélveme a la normalidad Loki, antes de que me enfade de verdad —ordenó molesto Luciano, tenía una pinta un tanto ridícula con la ropa extra grande y esa mirada irritada, como un niño con una rabieta, Lyn se aguantó la risa divertida, mirando hacia otro lado.

—Me parece que tiene el cuerpo de un niño pero la mente de un adulto, uno un tanto caprichoso todo sea dicho —comentó divertida finalmente riéndose a carcajadas captando las miradas de Markell y Loki, el segundo no pudo evitar reírse también.

Tilgivelse Luce, no puedo invertirlo, pero como mucho estarás un par de años así, ¿quieres una galleta y un vaso de leche? —replicó Loki una vez consiguió sofocar sus propias carcajadas.

—No, y no pienso quedarme dos años así —dijo molesto el pequeño italiano, sacando su cuchillo, en sus manos parecía un simple juguete.

—No puedo invertirlo, ya te lo he dicho —repitió suspirando y levantándose de la silla en la que llevaba sentado un rato ya.

—No puedo volver con este aspecto, mi fratello aún sería más molesto que de costumbre —dijo Luciano tropezándose con su ropa y dándose de bruces contra el suelo.

—Tienes otra opción —comenzó divertido Loki, captando su atención una vez se levantó— un beso de amor verdadero tiende a romper toda la magia.

Aaralyn no pudo evitar volver a estallar en carcajadas, al menos todo aquel asunto la beneficiaba, no podía hacerle nada en esa forma, y sin duda nadie iba a quererle de verdad como para que el hechizo se rompiera tan fácilmente, si tenía dos años, aún contando a los otros dos psicópatas, todo se volvía mucho menos oscuro, podría encontrar a su hermano e incluso escapar.

Lo que la sacó de sus pensamientos de victoria fue el colgante, de nuevo provocándole dolor, miró a Luciano, debía de estar pasándolo peor de lo que pensaba, suspiró aún sintiendo el peso del metal en el pecho y se acercó a él, abrazándolo sin previo aviso, Luciano se quedó callado, sorprendido, maldito hechizo... tener que tocar a alguien a quien odiaba era el peor castigo que podía sufrir, el peor castigo... y aún así se sentía tan cálido...

—¡¡Qué bonito!! ¡¿Markell por qué no los imitamos?! —exclamó feliz Loki mirando la escena.

—Te estabas comportando... y vuelves con eso —replicó molesto el aludido mirando su cajetilla de tabaco.

Ragazza, ¿te importa? —preguntó Luciano más calmado y probablemente un tanto avergonzado por su aspecto y la escena en sí.

—Perdón, cosas del hechizo —se disculpó soltándolo, un tanto incomodada, lo había estado abrazando más tiempo del que debía.

—¿Sabes conducir? —inquirió el italiano, así, de cerca, se veía bastante tierno, adorable incluso, si fuera siempre así no tendría que preocuparse por sus comportamientos homicidas, o lo que peor llevaba, sus perversiones habituales.

—No, nunca llegué a aprender, las personas que iban a pagarme las clases murieron —replicó en un tono lúgubre volviendo a la cruda realidad.

—Seguro que a Bernard no le importará llevaros —sugirió Loki sentándose sobre la mesa, justo al lado de Markell que lo miró molesto, esos dos tenían una relación un tanto... peculiar, el primero le dedicó una gran sonrisa sin importarle su reacción.

—¿Volvemos con los demás entonces? —inquirió curiosa, al parecer había cambiado de opinión, o pensaba ir a algún lugar en particular.

—Sí, es más peligroso quedarse aquí, aunque sus reacciones vayan a ser molestas, ya los castigaré si se atreven a burlarse de mí —respondió con una seriedad que desentonaba con su apariencia.

¿Amor o tortura? (2P!Axis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora