Capítulo 14, Secretos desvelados y ocultos

1K 103 5
                                    

Miró hacia Luciano que se había acercado al escuchar esas palabras, metiendo la mano en el interior de aquel ser, finalmente la sacó llena de un líquido viscoso, asintiendo como si lo hubiera hecho para comprobar algo. Los ojos de ambos se encontraron, Luciano suspiró y finalmente abrió la boca para hablar, al tiempo que el extraño ser se apagaba o al menos dejaba de emitir sonidos o moverse.

—Al menos le sacamos el rastreador a tiempo —dijo sacudiendo la mano para quitarse el líquido, de un azul oscuro que con aquella luz casi parecía negro.

—¿Rastreador?, ¿a qué venía todo eso? —preguntó volviendo a mirar hacia la camilla, no parecía que aquello fuera a volver moverse de nuevo.

—Bueno bella, ese era tu supuesto hermano, la cosa se pone aún más rara, tendrás que confiar en mí, para creer todo lo que voy a contarte —empezó, mirándola a los ojos, con aquellos ojos violetas.

—Pero... no sonaba tan metálico cuando su voz salió del aparato —dijo contrariada, sin apartar la mirada.

—En ese momento no habíamos comenzado a desmontarlo, vayamos a hablar a otro sitio, no creo que este lugar sea el adecuado para todo lo que hay que discutir —pidió él haciendo un gesto con la cabeza para que lo siguiera y saliendo de la habitación.

Salió tras él, seguían temblándole las manos, le costó un poco volver a acostumbrarse a la luz de nuevo, Kuro seguía allí expectante, con su fría expresión de siempre, si sentía algo tras aquella máscara de indiferencia no se sabía, era un misterio, al igual que sus pensamientos.

—Luciano... lo que no entiendo es, si me trajiste aquí por algo en particular, ¿por qué todos os portasteis así conmigo? —preguntó parando, esperando su respuesta.

—¿Habrías confiado en nosotros aún diciendo la verdad en un principio? —inquirió el italiano dándose la vuelta.

—Supongo que no... —admitió ella.

—Además de que no somos los buenos precisamente —añadió Kuro, ganando las miradas de ambos.

—Así que ese era vuestro comportamiento habitual —musitó ella al tiempo que retomaban el paso, acompañándolos Kuro—. ¿También viene él? —preguntó mirando al japonés de reojo, apenas lo conocía y realmente no lo tenía en muy buena estima, había amenazado con matarla prácticamente todas las veces que se lo había encontrado.

—Kuro, ve con Lutz o a donde quiera que tengas que ir ahora, quiero hablar a solas con ella —cortó Luciano dirigiéndole una mirada seria a dicho asiático, el cual lo ignoró completamente, sin dejar de caminar en la misma dirección.

—Es exactamente a donde voy —replicó simplemente.

Luciano se limitó a rodar los ojos, al poco llegaron a su habitación, Aaralyn se quedó mirando la enorme colección de cuchillos mientras el italiano se sentaba sobre su cama, pensativo, Kuro entró también como si estuviera en su casa.

—¿Tienes que estar aquí? —preguntó Luciano visiblemente molesto.

—No, he venido a ver a Lutz —replicó el japonés con una media sonrisa, ¿sarcasmo? No, señaló al sofá al otro lado de la habitación en el que se encontraba el alemán dormido.

—¿Has vuelto a traerle el sofá a mi habitación? —inquirió Luciano, encontraba divertido meterse con el alemán y solía hacerlo con la ayuda de Kuro pero no habían acordado aquello.

—Te fuiste, me aburría —respondió simplemente encogiéndose de hombros.

—Esto... ¿podemos seguir con lo que estábamos? —preguntó Lyn dejando el cuchillo que había estado observando mientras hablaban, esperando que continuaran con el tema que le interesaba.

¿Amor o tortura? (2P!Axis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora