Capítulo 4, Visita inesperada

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Se acercó al armario preparada para golpear a lo que saliera del interior, no podía ser Luciano, ni su hermano Flavio, y realmente no veía a los otros dos como asaltantes de armarios, el enorme mueble volvió a moverse, atreviéndose finalmente ella a abrir la puerta, retrocediendo rápidamente.

—Auch... —se quejó un hombre vestido de rosa que estaba siendo aplastado por otros tres—. Francoise dear, me encanta tenerte encima pero, ¿podrías levantarte un momento? Allen y Matt también por favor.

Aaralyn se les quedó mirando sin saber muy bien qué hacer, cuatro hombres desconocidos acababan de salir de su armario... no tenía muy claro si correr o reírse, el hecho de que hubieran salido del armario era divertido... se le escapó una carcajada sin poder evitarlo y ellos se levantaron mirándola un tanto molestos.

—¿Qué es tan divertido, dollface? —preguntó uno de ellos, llevaba unas gafas de sol y una chaqueta marrón, su pelo era de un rojo oscuro que le recordó a la sangre seca.

—Tú cara como siempre, dickface —le espetó otro, era rubio con el pelo atado en una coleta y llevaba una camisa roja y blanca a cuadros, con unas gafas de sol negras.

—¿Qué has dicho asshole? —se encaró molesto mirándolo el de la chaqueta marrón.

Swear jar!! ¡¡Los dos!! —instó el que iba de rosa sosteniendo un bote lleno de monedas y billetes, tenía el pelo rubio, apagado y prácticamente rosa, con unos enormes ojos azules.

—Comportaos —dijo aburrido el cuarto, con una barba de varios días y un pitillo en la mano, era rubio al igual que el otro pero aún más... tranquilo, en el sentido de parecerse a Lutz—, no pienso volver a ir a tu casa Oliver, tenías que encontrar un libro de hechizos justo en ese momento —continuó tras darle una calada a su pitillo.

—Es solo que me equivoqué de hechizo... ese malo de Arthur debió cambiar varias páginas del libro... yo solo buscaba una forma de gustarte... —se disculpó el ojiazul murmurando como un niño mientras los que se habían estado peleando dejaban caer unas monedas en el bote que sostenía.

Se hizo el silencio durante unos instantes mientras Aaralyn los miraba a todos, en cierto modo le recordaban a los tres psicópatas con los que compartía la casa, desprendían el mismo tipo de aura, seguía pensando en ello cuando el pelirrojo se le acercó sonriendo, parecía el típico chico malo, el tipo de persona que detestaba por lo que lo miró aburrida, esperando escuchar lo que tenía que decir y, actuar en consecuencia.

—Hey dollface, ¿por qué no vienes conmigo a pasar un buen rato? —preguntó el chico sin borrar la sonrisa de su rostro, una similar a la de Luciano, de autosuficiencia, quizás podría usarlo para escapar de allí pero... su orgullo no se lo permitía.

—¿Tengo que decir todas las razones por las que me pareces vomitivo? Se nos hará de noche —replicó tranquilamente viendo como el rostro del chico cambiaba de una sonrisa, pasando por sorpresa, hasta convertirse en enfado.

—JAJAJA, me gusta esta chica —se rió de forma estridente desde atrás el rubio de la coleta.

—Si te gusta hacerte la dura no tengo problema, el sadomasoquismo no está mal —amenazó el pelirrojo acercando una mano a ella, grave error, acabó en el suelo parpadeando en un par de segundos mientras el chico de la coleta silbaba asombrado.

—Entiendo por qué te gusta pero, pegarte se me acabaría haciendo aburrido —concedió Lyn mirándolo y preparada para cualquier represalia de él o los demás.

En ese momento se abrió la puerta de la habitación, en el pasillo, mirándolos, había un albino vestido de una forma austera, con el gris como color principal, se les quedó mirando a todos y cerró de nuevo la puerta.

¿Amor o tortura? (2P!Axis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora