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— Hinata. — El pelinaranja sintió sus mejillas picar antes de girarse y sonreír alegre. El azabache se mantenía con su expresión seria, aunque algo dentro de él le decía que diese por lo menos una sonrisa, Shōyō parecía alegrarse de su presencia, en cambio su rostro debía de parecer como si no quisiera estar ahí.

Realmente no quería, pero de alguna forma terminó en esa situación.

— ¡Kageyama! ¡Qué bueno que llegaste! — El menor movió su cabeza, en señal de que le siguiera, así lo hizo, caminando al lado del más bajo.

En la calle, un auto se estacionó, y de este bajo Oikawa, quien vestía demasiado bien para ser una simple fiesta de estudiantes universitarios. El ceño de Kageyama se frunció, al igual que el ceño de Oikawa, ambos se miraron entre sí por unos segundos, no fue hasta que Shōyō interrumpió que dejaron de hacerlo.

— ¿Es muy lejos?

— Para nada. — Tōru sonrió, tomándole de los hombros, Tobio le observó durante unos segundos desde su sitio, más que claro estaba que el azabache creía que Oikawa era un alfa coqueto, como todos los demás, y de alguna forma le incomodaba como tomaba de los hombros al menor de los tres y lo adentraba a su auto. — Súbete, Tobio, o te dejaremos botado, realmente no me importa si no vas.

— Tōru, no seas maleducado. — Oikawa sonrió, subiendo al asiento del copiloto. Kageyama subió de mala gana al automóvil, en los asientos traseros junto a pelinaranja, quien se veía emocionado.

— ¿No has ido nunca a una fiesta? — La curiosidad le ganó al ojiazul. Hinata le miró y sonrió antes de negar.

— No, nunca, pero si contamos las fiestas infantiles y familiares a las que iba por obligación de mis padres, sí. — Tobio negó, Hinata no sabía en lo que se metía. El azabache quería creer que al menos había probado el alcohol una vez, y no quería andar cuidando al menor de que no probara sustancias ilícitas.

Llegaron a su destino en cinco minutos, Shōyō y Kageyama bajaron del auto, siguiendo a Tōru. Al entrar al sitio, Hinata se sorprendió ante la gran cantidad de personas que había, podrían ser casi todos los de tercer año reunidos.

— Si necesitan algo, búsquenme. — Habló Oikawa, mirando a su pareja acercarse a él. — Oh, Tobio. — El azabache le miró soso. — Cuida del pequeño Shōyō por mí, si algo le sucede es tu responsabilidad.

— No soy un niño, Tōru. — Se quejó Hinata.

— Lo sé, lo sé. — Sonrió revolviendo los cabellos del menor, después de esto se despidió con la mano, yéndose con Iwaizumi.

Hinata miró a Kageyama, quien hizo lo mismo, segundos después el azabache era arrastrado a la barra de bebidas por el más bajo, quien insistía que necesitaba beber algo que le diese energía.

— Espera. — Tobio detuvo al menor de tomar un vaso de cerveza. Se giró y tomó un par de bocadillos que allí había. — Cómelos.

— Oh, vamos, no beberé tanto.

— Cómelos. — Repitió. Shōyō abultó los labios y de mala gana tomó los bocadillos, devorándolos en segundos, después de eso no dudó en tomar el vaso de cerveza y comenzar a beberlo.

Ambos se mantuvieron en su sitio observando a los demás por unos minutos, hasta que, después de un par de vasos de cerveza, Hinata comenzó a sentir la necesidad de unirse a la fiesta. Por supuesto que al azabache a su lado no le agradaba la idea, su ceño se mantenía fruncido, mirando a las demás personas bailar, beber y besarse sin vergüenza alguna frente a todos, era increíblemente desagradable.
Shōyō le tomó de la muñeca y comenzó a tirar de él, el ojiazul intentaba soltarse en vano –para no lastimar al menor–, y por qué no quería llamar la atención.

𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora