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     Kenma abrió sus ojos con impresión al ver al pelinaranja frente a él. Se acercó preocupado y tomó su rostro entre sus manos, observando las ojeras y el rostro cansado de su menor.

— Diablos, debiste dormir pésimo.

— Así fue. — Bostezó. — En fin, vamos a clase.

Kozume sonrió y asintió, siguiendo a su amigo hasta sus respectivos asientos. Solo que al entrar al salón Hinata se detuvo notando que su sitio ya estaba ocupado. Suspiró con cansancio y caminó hasta el asiento detrás de Kenma, el cual estaba desocupado.

— La detesto. — Susurró el rubio entre dientes hacia Shōyō, quien sonrió negando.

— Da igual.

Tobio, quien ya estaba ahí, se giró hacia Hinata, notando que se encontraba recostado sobre su mesa.

— ... Entonces mi padre dijo que podrías ir cuando quisieras. — Finalizó la rubia. Kageyama la miró y asintió una última vez antes de colocarse en pie y tomar sus cosas. — Oye... ¿A dónde vas?

El azabache no respondió, solamente se giró y caminó dos asientos atrás, dejándose caer en el asiento al lado del pelinaranja. Kozume sonrió con burla hacia la rubia quien miraba la escena incrédula, Yachi no podía creer que fuese tan fácil de cambiar, aunque en realidad para Kageyama ella no era más que una molestia.

— Hinata. — El menor se sobresaltó, elevando la mirada y mirando al azabache a su lado. — ¿Dormiste mal?

— Uhm, yo... — Shōyō sintió como sus orejas comenzaban a enrojecer ante la mirada fija del ojiazul en él. — Sí... Podría decirse.

— ¿Te sientes mal? — Hinata negó, volviendo a recostarse sobre la mesa. Kageyama lo imitó, pero con la diferencia de que su rostro se encontraba viendo hacia Shōyō, quien mantenía sus ojos cerrados.

Kageyama estiró un poco su mano, pero antes de llegar a tocar los sedosos cabellos del menor, se detuvo. Apartó su mano y suspiró, pensando en qué demonios le sucedía esos días. No podía simplemente no pensar en Hinata. Hinata, Hinata, Hinata, comenzaba a ser irritante, irritantemente agradable.

— Espérame en la salida. — Shōyō abrió sus ojos, encontrándose nuevamente con la mirada profunda del azabache.

— Claro. — Respondió, dando una pequeña sonrisa.

Ambos se sentaron correctamente ante la llegada del profesor, la primera clase pasó como siempre: tomando notas, prestando atención, participando.
A la hora del desayuno, Hinata se encontraba saliendo del salón, camino a comprar su desayuno para después ir a buscar al mayor y comer juntos. Solo que esta vez fue Tobio quien le detuvo tomándole suavemente del brazo.

— Iré contigo. — Shōyō parpadeó un par de veces, después negó con una sonrisa.

— Sé que no te agrada el ambiente de la cafetería, Kageyama, espérame en la banca.

— No. — Hinata infló sus mejillas y después soltó el aire de golpe. — Andando.

— Bien, bien. ¡Kenma! ¡Espéranos! — El rubio se detuvo, y se giró con impresión, notando al azabache y al pelinaranja caminando hacia él. Sonrió y cuando ambos se unieron, caminaron en silencio hacia la cafetería.

Una vez entraron, Kenma le señaló a Kageyama la mesa en la que se sentaban, de alguna forma Tobio siempre tenía su desayuno preparado, por lo que asintió y fue a tomar asiento a la mesa, esperando por Hinata y su amigo.

— Lo he descubierto. — Aseguró, Shōyō le miró confundido. — Eres brujo, definitivamente.

— ¿Brujo? ¿Por qué? — Rió el menor, pidiendo lo que deseaba y pagando.

𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora