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     Tobio había vuelto a Tokio hacía tres días atrás, y esta vez le tocaba al par de amigos que esperaban en la estación de buses.
Hinata miró la hora en su reloj antes de suspirar y sonreír, ansioso por ver de nuevo a su pareja. Tan solo habían pasado dos días, sí, pero incluso treinta minutos a veces eran eternos para el azabache y el pelinaranja.

— Ya basta de mover tu pie. — Oikawa le pisó con suavidad, deteniendo los ansiosos movimientos del menor.

— Lo siento, deseo llegar ya a Tokio.

— Oh, créeme que lo tengo más que claro. — Tōru pasó su brazo por los hombros de Shōyō y sonrió hacia la cámara de su celular, Hinata no tardó en imitarle, tomándose una fotografía que subirían más tarde a sus redes. — Espera un momento...

El castaño se giró, notando a un par de personas acercarse a unos metros de ellos. Eran Sugawara y Nishinoya, quienes traían algo en sus manos. Hinata no tardó en girarse y sonreír al ver a sus amigos, corriendo hacia ellos para darles un fuerte abrazo.

— ¡No puedes irte sin avisar, baka! — Fue lo que le recibió, seguido de un golpe en la cabeza, ambos por parte del albino.

— Suga-san~, eso dolió. — Lloriqueó Shōyō, llevando sus manos a la zona afectada.

— ¡Lo siento! ¡Lo siento, lo siento, lo siento! ¡No medí mi fuerza! — Kōshi comenzó a llorar junto al ojimarrón, abrazándole con fuerza. Nishinoya se acercó al castaño y le dio una palmada en la espalda llamando su atención.

— ¡Tōru! Toma, es para el viaje. — Yū le entregó al más alto una bolsa con bocadillos, Oikawa agradeció. — ¡Shōyō! ¡No te olvides de mí!

— ¡Noya-san! — Hinata se despidió de sus dos amigos, Tōru lo imitó desde unos metros lejos.

— Ten, mi madre quería que te diera esto, de seguro a Kageyama también le gustan, guárdale un poco.

— Muchas gracias, Suga-san, nos vemos.

El sonido de un motor llamó la atención de los cuatro, Hinata soltó un suspiro, recordando que sería la última vez que vería a sus amigos en un buen tiempo, quizás en sus siguientes vacaciones les daría una visita, pero faltan unos bastantes meses para que sucediese de nuevo.

— ¡Cuídense! — Shōyō y Oikawa subieron al autobús, viendo a los mejores amigos del menor quedarse atrás conforme el vehículo avanzaba.

— ¿Tomarás una siesta? — Preguntó el castaño, Hinata asintió, apoyando su cabeza en el hombro del contrario. — Te despertaré cuando lleguemos a Tokio, descansa.

— Gracias, Tōru. — El pelinaranja sonrió, cerrando sus ojos, y quedándose dormido casi de inmediato.

~❃~

Habían pasado unos días desde el regreso de Hinata y Tōru de su viaje, y era momento de que el menor regresara a la universidad.
Shōyō suspiró, tomó su mochila y salió de la habitación, caminando hacia la sala de estar, en donde le esperaba su pareja listo para irse juntos al recinto.

— ¿Estás seguro de esto?

— ¿Por qué no lo estaría? — Hinata sonrió alegre. — Ya extrañaba la universidad, estoy ansioso por volver.

— Muy bien. — Tobio tomó la mano de su pareja y entrelazó sus dedos, yendo afuera en donde ya les esperaba un automóvil que les llevaría a su destino.

El camino pareció ser eterno gracias a la ansiedad que sentía Shōyō por presentarse nuevamente a la universidad, por supuesto que Kageyama lo notó, e intentó calmarle, a su manera.

𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora